Y fue así, como un diminuto enemigo, invisible a la vista, nos demostró que la realidad supera a la ficción, y que los mundos conocidos pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos.
Poco que añadir a la frase, que en esta ocasión es un poco larga. Una vez más, la vida nos enseña que no podemos dar las cosas por sentadas, y que nuestro mundo ideal puede cambiar de pronto, como si de una película se tratara.
*La protagonista de esta foto es mi mujer, Davi, con una mascarilla, esa prenda que se ha hecho, por desgracia, indispensable en nuestras vidas. Me encanta el efecto que se usó (tipo «cómic»), ya que añade crudeza a la imagen, pues creo que lo que representa lo merece.