Para no alargar demasiado el título, puse solo la primera parte de la frase. Completa sería así: “Vive como si el fin del mundo fuera mañana, pero haz planes como si no viniese nunca”.
En estos días oscuros, es complicado no hacerse reflexiones algo más profundas de lo habitual. De pronto, nuestro cómodo sistema, junto con sus rutinas, han saltado en pedazos. Las libertades que disfrutábamos han desaparecido, y a todos nos ha pillado por sorpresa.
Claro, hablo desde las perspectiva de alguien que vive en un país en el que se vive relativamente bien. Otros lo tienen peor, y se ríen de lo que nosotros llamamos crisis. Aún así, creo que, en esta ocasión, la cosa se está poniendo fea en todo el planeta.
Aunque no ha pasado demasiado tiempo desde el inicio de esta crisis, la sensación es parecida a cuando vi, en directo, el desplome de una de las torres gemelas. (No sé si a ti te está pasando lo mismo)
Mientras veía en casa de mis padres, en las noticias, cómo caía la segunda de las torres, a la incredulidad, se unía la seguridad de que el mundo estaba cambiando delante de nuestras narices, y que nada sería igual.
Ahora tengo sensaciones similares, pero a escala mayor.
¿Qué pasaría si el fin del mundo fuese mañana?
Acostumbrados a ver películas apocalípticas presentando todo tipo de finales, incluyendo los ocasionados por pandemias, la pregunta es: ¿Y qué pasaría si el fin del mundo fuese mañana?
Como bien sabes, en este blog no entro en cuestiones religiosas, ni políticas, ni en otras materias similares.
Aún así, independientemente de tus creencias… la pregunta sigue en el aire. Piensa por un momento…
¿Estás en paz con los tuyos? ¿Estás conforme contigo mismo? ¿Con tus actos? ¿Hay algo que debes hacer antes de que todo acabe? Si eres creyente en Dios, ¿estás en paz con Él?
¡Ojo! La respuesta a estas preguntas no es lo que tú creas, sino lo que realmente sucede. Tú puedes auto-engañarte y creer que lo has hecho todo bien, pero igual, en el fondo, sabes que no es así. O, a lo mejor, prefieres no preguntar, por si acaso las respuestas no te gusten. Y me refiero a nuestras relaciones con otros, incluyendo al Dios en el que creas.
¿Y qué hay de lo que has hecho con tu vida? ¿Estás contento con tus logros? ¿Has hecho lo que realmente querías? ¿Has hecho lo que debías? Incluso en las últimas horas, o días, ¿estás dedicando tu tiempo y esfuerzos a algo que merece la pena? Decía Martin Luther King: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”.
En resumen, vive de tal forma que, si mañana fuese el último día, pudieses sentirte orgulloso.
Planifica como si el mundo durara para siempre
Por otro lado, la frase continua: “pero haz planes como si no viniese nunca”. No es una afirmación. No es que el fin del mundo vaya o no a venir. No es esa la cuestión, sino planificar como si no fuese a venir.
No es la primera vez que alguien derrocha todo su dinero, o comete actos inauditos, pensando que todo se acababa. Pero no fue así, y después pagó las consecuencias.
Otras personas son lo que se suele llamar “vivelavidas”. Viven como si no hubiera un mañana, pero después, vienen las desgracias. Y lo peor es que, a veces, no solo se ven afectados ellos, sino también sus familiares cercanos.
La idea es: ¿Cómo puedo protegerme yo para el futuro? ¿Qué puedo hacer para asegurar el bienestar de los míos si yo faltara? ¿Qué proyectos futuros quiero planificar desde ahora para que salgan bien?
No seguir trabajando en nada, tirar la toalla porque, total, como todo se ha ido al garete… son actitudes peligrosas, pues, si pasado un tiempo, todo va volviendo a la normalidad, serán los más preparados los que mejor lo afrontarán.
El punto de equilibrio
Las dos ideas de la frase tienen mucho que ver con la efectividad, pues la efectividad consiste, al fin y al cabo, en hacer bien las cosas correctas.
Además, al igual que ocurre con la efectividad, llegamos aquí a un punto interesante: el equilibrio. Si te fijas, las dos partes de la frase están contrapuestas: Si quieres vivir como si hoy fuese el último día, no puedes dedicarte a planificar proyectos de aquí a 20 años.
Por eso el equilibrio es fundamental. Se trata de encontrar el punto justo. La idea es ser efectivos en nuestra planificación, de tal manera que eso nos permita vivir la vida que queremos realmente llevar.
Una persona poco efectiva, ni disfruta de la vida, ni hace lo que realmente quiere, ni planifica correctamente su futuro. La buena noticia es que la efectividad personal se puede mejorar. Se puede aprender a ser más efectivo gracias a la formación, y al aprendizaje de técnicas de efectividad.
No es fácil, pero es necesario.
Personalmente, pienso que esta crisis pasará, pero el mundo ya no será igual. Estoy convencido de que la situación irá a peor, pero también que el momento más oscuro de la noche es justo antes del amanecer. La cuestión es: ¿estaremos listos?
¿Y tú? ¿Qué piensas? Dímelo en los comentarios, o si tienes ganas de hablar más, envíame un correo a efectivida@efectivida.es. Estoy a tu disposición.
“Vive como si el fin del mundo fuera mañana, pero haz planes como si no viniese nunca” ~ EfectiVida Clic para tuitear