La técnica de 5 pasos para ganar la batalla a la realidad

Boxeador lanzando un golpe

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En más de una ocasión, recibimos de forma inesperada una bofetada de realidad. Son esos «palos» que te da la vida, que no habías previsto, y que te ponen en tu sitio de nuevo. Ya puedes ser súper-efectivo, o tenerlo todo controlado (aparentemente), que de vez en cuando, la realidad viene y te da un «toquito». ¿Podemos hacer algo para defendernos? En este artículo te propongo una técnica para afrontar la realidad y ganarle la batalla. ¡Vamos a ello!

Paso 1: Mira a la realidad a la cara

El primer paso es afrontar la realidad; ponerle nombre y apellidos. Mirarla a los ojos y hacerle frente.

Cuando recibimos uno de esos golpes inesperados, no debemos huir, ni lamentarnos, ni tampoco ignorarlos como si nada hubiera pasado. Se trata simplemente de parar, dejar lo que estábamos haciendo, y prepararse para lo que viene.

Creo que es positivo ver por dónde vino el «tortazo», y también examinar las causas por las que no lo vimos venir. Pero eso se puede hacer después. Lo primero es lo primero. Nos han retado a una pelea, y tenemos pocas opciones.

Así que, el primer paso es erguirse, recomponerse y lanzar una mirada serena, pero profunda que le diga alto y claro a la realidad: «Aquí estoy. ¡Al lío!».

Paso 2: Devuelve el golpe

Con el segundo paso, se trata de devolver el golpe. Tú me despertaste del letargo, me pinchaste la burbuja, me tiraste un jarro de agua fría. Muy bien, no pasa nada. Es lo que hay. Ahora me toca a mí.

En vez de quejarnos o lamentarnos, criticando todo y lanzando excusas para seguir sin movernos, lo que vamos a hacer es pelear como jabatos. En otras palabras: vamos a actuar. A más duro el golpe, más contundente la respuesta. Nuestras acciones tienen que ser como los golpes de un boxeador. Debemos golpear con dureza, una y otra vez, sin parar. A situaciones extraordinarias, acciones extraordinarias.

Ten en cuenta que la realidad es muy lista. Si ve que no reaccionas, te vuelve a dar otra lección. Y así, hasta que te hundas en la desgracia. Las personas efectivas no pierden el tiempo en hablar de aquello que no puedan cambiar. No se salen de su círculo de influencia. En vez de eso, actúan, hacen. Y eso es lo que cambia las cosas.

Paso 3: Si la realidad cambia, abrázala

Después de haber golpeado duro, de hacer todo lo que estaba en nuestra mano, hay que tomarse un respiro para observar a la realidad. Ya no es una mirada retadora, sino escrutadora. Queremos ver los efectos de nuestros golpes.

Es posible que la realidad haya cambiado, que la hayamos forzado a adaptarse a nosotros, gracias a la influencia de nuestros impactos.

Esta observación nos puede servir también para ajustar algún movimiento más. A lo mejor nos faltó empuje, o ganas, o quizá estábamos golpeando al aire. Al parar durante algunos momentos, siempre sin bajar la guardia, todavía con los brazos en alto, podemos analizar la situación y tomar medidas.

Si hemos hecho las cosas correctas, es posible que la realidad se haya movido, y todo haya vuelto a la normalidad, o incluso que estemos en mejor situación que antes. Si este es el caso, no sigamos peleando. En esta batalla queremos salir como buenos amigos, no como enemigos mortales. Así que, paremos, sonriamos, y abracemos a la realidad.

Hemos ganado la batalla. Ahora toca disfrutar la victoria.

Paso 4: Si no cambia, abrázala también

Si después de la lucha, vemos que todo sigue igual, y la realidad no afloja ni un punto, y hasta sigue golpeándonos, entonces es posible que haya llegado el momento… ¿de tirar la toalla? ¡No! ¡Jamás! Seguimos vivos, el golpe de realidad solo nos ha despertado.

La realidad no es buena ni mala, es la realidad, y ya está. No nos tiene manía, ni tampoco nos ama con locura. Olvídate de las frases inspiradoras que te dicen que si quieres, puedes, y que el universo te debe algo.

Está claro que la gente que hace muchas cosas, tiene muchos resultados. También estoy convencido que «la suerte» le llega a los que no paran de trabajar. Creo que si no paras de aprender y de aplicar, y te esfuerzas por mejorar un poco cada día, el milagro sería no tener resultados positivos.

Y por supuesto, pienso que si tienes un método de organización personal, evidentemente, serás más organizado. La realidad es que muchas personas sufren las consecuencias de su falta de organización. Por eso insisto en proponer el curso de productividad personal con el método C.A.R.

Ahora bien, la realidad es que no vivimos en un mundo justo, y, a veces, las persona buenas sufren, y tienen enfermedades graves, y pasan por pandemias, y tienen accidentes, y se les mueren seres queridos, y entran en depresión, y tienen ganas de tirar la toalla, y hay niños que nacen con problemas hereditarios, y otros, en sitios donde las posibilidades de progresar son pocas, y por más que lo pienses, no, no es justo, pero esa es la realidad.

Por eso, a veces, no queda otra que aceptar la realidad, y de abrazarla; de buscar lo bueno en medio de lo malo, de ser positivos y agradecidos, de no compararse, y de buscar la mejora, aunque sea solo un poquito cada día.

Igual, el impacto más grande que se puede llevar la realidad, es precisamente que después de habernos golpeado cruelmente, nosotros le devolvamos una sonrisa y un abrazo.

Paso 5: Deja de luchar

El último paso, y la consecuencia obvia de todo lo anterior es sencillo: finaliza el combate, dale la mano a la realidad y llévatela de paseo. Mantener el problema no hace sino aumentar su peso.

Deja que la vida continúe, y no mires atrás. No remuevas las heridas, ni te quejes de lo que ya pasó. Aprende a ser resiliente.

Sé como el agua de un río, que nunca para, que siempre fluye, adaptándose al entorno.

Quizá el golpe de realidad te haya dado una lección, y es que lo único constante, es el cambio, y que el que se duerme en los laureles, pierde.

Así que, después de un profundo abrazo, camina firme hacia delante, sin soltar a la realidad, no sea que te despistes, y te de otro guantazo.

¿Has recibido un "golpe de realidad"? Mírala a la cara, y ponte a trabajar para devolver el golpe. Después, abrázala, cambie o no cambie. Finalmente, camina con ella, sin mirar atrás. Clic para tuitear
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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?