¿Te sientes poco productivo por causa del confinamiento? El «síndrome de la cabaña» y otras causas

Gato cansado - ¿Sientes que estás siendo poco productivo?

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¿Te sientes poco productivo? ¿Tienes algo de temor o ansiedad por salir a la calle y retomar tus rutinas? Después de semanas, incluso meses ya, de confinamiento, nuestras emociones nos han sorprendido con sensaciones nuevas. Algunos incluso han desarrollado el llamado «síndrome de la cabaña«. Pero no te preocupes, todo tiene solución.

Cómo gestionar la incertidumbre

Sin duda, una de las mayores lecciones que nos ha dado este virus, es que no se pueden hacer planes a largo plazo. O, por lo menos, no deberíamos confiar demasiado en ellos. Está bien tener un proyecto, pero, dadas las circunstancias, hay factores que se escapan de nuestro control.

En realidad, antes del Covid-19, ya había mucha incertidumbre. Y, si nos ponemos finos, siempre la ha habido. Difícilmente podemos saber si mañana lloverá, ¡cuánto más podemos adivinar lo que sucederá de aquí a una semana!

Alguien podía sufrir un despido repentino, o detectarle una enfermedad mortal, o un accidente… y la vida le cambiaba.

Ahora, la diferencia está en que la incertidumbre ha golpeado a todos, al mismo tiempo. Y ahora, hasta los que se creían muy seguros de sus vidas, tienen que reconocer que todo puede cambiar.

Las noticias de última hora, las normativas y decretos gubernamentales publicados por la noche, con la pretensión de ser obedecidos al día siguiente, han formado parte de nuestras vidas las últimas semanas.

Recuerdo perfectamente el día que comenzó todo. Era un jueves por la tarde. Caminábamos en familia por el pueblo de Teror, en Gran Canaria. Había un ambiente raro. Empezaban a llegar noticias por el móvil. De pronto, se nos dice que se empiezan a anular eventos, acudo a una reunión de emergencia, y ya está. Esa fue la última presencial a la que asistí, hasta ahora.

¿Cuál es la lección? Todo cambia. Nada permanece. Lo único permanente es el cambio.

¿Cómo gestionar la incertidumbre entonces? Pues no gestionándola. Simplemente, debemos aceptar esta realidad. Esto no quiere decir que dejemos de tener proyectos e ilusiones. Pero hay que tener en cuenta el factor cambio. Está bien tener plan b, y plan c, y usar el criterio SMART, y estrategias «ganar ganar y ganar siempre«. Además, me gusta mucho la filosofía de «hacer planes como si nada fuera a cambiar, viviendo como si fuese el último día«.

Pero por muy bien que lo hagas, tienes que aceptar que todo puede salir distinto.

Cómo combatir el síndrome de la cabaña

Otra de las sensaciones más repetidas entre muchos de los que llevan ya, bastante tiempo confinados en sus casas, es la de resistirse a salir a la calle y retomar la actividad.

En algunos casos, hay miedo al contagio, o a que el virus se propague, y volvamos atrás.

Muchos consideran injusto que, después de haberse cuidado tanto, ahora otros se descontrolen, y tengamos que pagar todos con un nuevo confinamiento, además de más infectados, y lo peor, más muertes.

Sin embargo, en otros casos, la razón para no querer salir a la calle, es más emocional. Algunos la han explicado con el llamado «síndrome de la cabaña» (cabin fever, en inglés).

Este síndrome se ha observado en personas aisladas por su profesión (astronautas, por ejemplo), o por situaciones ajenas, como vivir en una zona peligrosa. Algunos síntomas son:

  • Sensación de desasosiego
  • Sensación de sentirse enjaulado
  • Depresión
  • Irritabilidad
  • Soledad
  • Impaciencia
  • Ansiedad
  • Aburrimiento
  • Frustración
  • Cambios repentinos de humor
  • Principalmente, miedo a salir de casa

Algunas cosas, como desarrollar un nuevo hobbie, o hacer ejercicio, pueden ayudar. Sin embargo, según los expertos, simplemente es cuestión de darnos un poco de tiempo. Poco a poco, a medida que todo vuelve a la normalidad (a la nueva normalidad), nos veremos empujados por el entorno a regresar nosotros también.

Una buena idea es salir, si está permitido, a dar paseos cortos. Respirar aire fresco y permitir que nos bañen los rayos de sol, activará en nosotros sustancias que nos ayudarán a recuperar el equilibrio emocional. Pero no te obligues. Esto no sería positivo.

También es necesario mantener una buena comunicación con amigos y familiares. Puedes usar medios virtuales, como Zoom, Skype, WhatsApp o similares. Pero tampoco hace falta complicarse demasiado. Una llamada de teléfono de toda la vida puede ser suficiente.

Si has sentido que padeces el síndrome de la cabaña, no te preocupes. Es normal. Y, como en el caso de términos parecidos, suena más el nombre que lo que esconde.

Los falsos parámetros de la productividad

Por mucho que pienses que no estás siendo productivo, o que no lo eres tanto como antes, la productividad es relativa.

No me refiero a que depende de lo que tú creas. No, no es algo subjetivo. La productividad se puede medir. La cuestión es cómo se mide. Ten en cuenta un detalle: los estándares de productividad de hace un mes, ya no sirven. El mundo que tú conocías ya no está, ha desaparecido.

Por un lado, todo el mundo está pasando por una fase de adaptación, y, por lo tanto, ya nadie te puede recriminar tu falta de productividad. Por eso, no importa si ahora ya no tienes tantas ganas de ir a clases de inglés, o de tele-trabajar como un animal. Ya veremos cómo se da la cosa de aquí a unos meses, y qué nuevos estándares se usan para medir nuestro trabajo.

Por otro lado, podrías formarte la falsa creencia de que a los demás les va muy bien. Es posible que hayas visto videos de padres perfectos cocinando dulces como si no hubiera un mañana, o montando puzzles de 100.000 piezas con tus 5 hijos rubios y felices, mientras mantienen e incorporan rutinas saludables, y aprovechan el confinamiento para meditar en su jardín Zen.

¡Ojo con medirnos con los demás! Lo que tú ves en redes sociales es lo mejor de cada persona, y eso, en el mejor de los casos. Porque igual es una auténtica fachada. Mira… a unos les va a ir mejor que a otros, pero la realidad es que esto es nuevo para todos, y que todos tenemos días buenos y días no tan buenos.

Así que, ¿crees que no eres productivo? No creas demasiado. Mejor espera un poco.

Menos efectividad

Además, hay que tener en cuenta que no todo en la vida es efectividad. Hay valores muy importantes también.

De hecho, hay una palabra que se parece muchísimo a efectividad: afectividad. 

Solo cambia una letra, pero a veces, las cosas pequeñas, lo cambian todo. En este caso, pasamos de algo frío, a un concepto cálido, cariñoso. 

El problema de la efectividad es que se puede lograr sin tener un por qué. Sabes el qué quieres lograr (eficacia), conoces el cómo lo vas a hacer (eficiencia), y eres capaz de combinar estos dos factores para ser muy efectivo. 

La cuestión es: ¿Te has preguntado por qué haces lo que haces?

Un ejemplo. Un conductor de una guagua (bus), puede lograr ser muy efectivo sin necesidad de sonreír a sus viajeros. Incluso puede llegar a su destino de forma eficaz y eficiente, sin hacer el trayecto agradable. Ahora bien, si dedica un tiempo a reflexionar, podrá ver su “por qué”. 

¿Es quizá el sueldo? ¿Es mantenerse en la empresa o agradar a sus jefes? ¿O es hacer el bien? ¿Cuándo disfrutará más? ¿Cuando llega a la hora simplemente? ¿O cuando, aunque se retrase un poquitín, viaja con los viajeros frecuentes que ahora son sus amigos, mientras hace el bien a otros?

Por eso, aunque la efectividad es muy importante, no debemos olvidar las cosas importantes de la vida. Dicho de otro modo: Menos efectividad, y más afectividad.

¿Es el momento de cambiar de hábitos?

¿Quiere decir lo anterior que no hay que esforzarse por aprovechar el confinamiento para mejorar nuestros hábitos de productividad y desarrollo personal? Para nada. Sería un lamentable error no sacar nada bueno de todo esto.

De hecho, probablemente ya lo has hecho. Es muy posible que todas las sensaciones que hemos visto en los párrafos anteriores te estén mandando un mensaje: «Compañero, no lo estabas haciendo del todo bien».

Ahora es el momento de reconsiderar si la vida que llevábamos era la que realmente queríamos. ¿Pasábamos suficiente tiempo con nuestras familias y amigos? ¿Le estábamos dando mucha importancia al trabajo pensando que debíamos ser leales a una empresa? ¿Han sido ellos leales? ¿Cómo han gestionado los recursos que tenían gracias a nuestro trabajo? En muchos casos, empresas que funcionaban relativamente bien, ahora resulta que, de un día para otro, ya no tienen dinero para pagarte, y el primer recurso es el ERTE, o una reducción de jornada. ¿Qué pasó con esa lealtad?

¿O qué hay de otros hábitos, como salir fuera a comer? ¿O gastar un montón de dinero en entretenimiento? A lo mejor, no está tan mal eso de cocinar en casa.

¿Y qué te parece la sensación de tener más tiempo? El tiempo sigue siendo el mismo: 24 horas. Pero quizá ahora tienes menos cosas que hacer. Es verdad que las emociones no ayudan, pero, ¿qué tal estaría si reducimos la cantidad de tareas pendientes?

Sé que no es fácil parar y reflexionar, pero este es un buen momento. Aunque te cueste, dedica al menos una tarde, y piensa qué te vas a llevar de este cambio.

Que la resiliencia te acompañe

Seguramente has oído hablar de la resiliencia. Aquí dedicamos hace tiempo, un artículo completo: «La resiliencia: 3 formas de ser más resilientes«.

Muy reducido, la resiliencia es la capacidad de adaptarse a los cambios sin sufrir daños. En su origen, esta palabra se aplicaba a procesos naturales, o a materiales industriales.

Como la resiliencia es una capacidad o cualidad, los expertos nos dicen que se puede desarrollar. En el artículo citado antes, se dan un montón de ideas para conseguir ser más resilientes.

Las personas resilientes, por definición, se han adaptado mejor a la nueva situación generada por el coronavirus. Por eso, aún cuando ya sea un poco tarde, ¿qué tal si te enfocas en mejorar tu resiliencia de cara al futuro? Hace poco, compartí en un perfil de WhatsApp algunas ideas. Aquí te lo dejo, por si te sirve:

"Cuando todo parezca ir contra ti, recuerda que el avión despega contra el viento, no a favor de él" ~ Henry Ford
Es en los momentos más complicados y trágicos cuando las personas realmente fuertes de corazón sacan lo mejor de sí mismas, aferrándose a la vida, y resistiendo como el junco a la tormenta.
A esta hermosa cualidad, imprescindible en los momentos que vivimos, se la conoce como: Resiliencia
Ahora bien... ¿Se nace con resiliencia o se puede adquirir? ¿Necesitamos pasar por situaciones límite para desarrollarla o podemos hacer algo por ser más resilientes?
Según los expertos, la resiliencia es una capacidad, y por lo tanto, se puede desarrollar. Además, aunque un suceso trágico pone a prueba nuestra resiliencia, no es necesario esperar a ese momento para mejorar.
¿Cómo ser más resilientes?
6 ideas:
1 - Intenta ver las cosas tal como son. Ni más ni menos. Viva con propósito. Aquel que tiene un por qué puede soportar cualquier cómo.
2 - Aprende de otros. Imita a los que han superado problemas graves. Si otro lo superó, yo también puedo.
3 - Ten paciencia. Acepta lo que sucede y céntrate en lo que puedes hacer. Es normal tener días malos. Es un mal día, no una mala vida.
4 - Agradece lo que tienes. Siempre habrá algo bonito por lo que dar las gracias.
5 - Mejora tu actitud. La vida no se trata de tener la mejores cartas, sino de saber jugar con las que te tocan.
6 - Habla con Dios. Orar no es autoayuda, es pedir ayuda.
Recuerde: las personas resilientes tienen problemas como todo el mundo, pero salen adelante. Tal vez les queden cicatrices, pero no se hunden. Se hacen más fuertes.

Sigue mejorando tu efectividad

No me quería despedir de este artículo sin hablar de mi palabra favorita: la efectividad.

De hecho, no me gusta demasiado el término «productividad». Me recuerda a trabajo, a fábricas. Me da la sensación de que productividad suena a producto, a mano de obra. Prefiero efectividad. Pero también soy consciente de que muchas personas no diferencian entre estos términos, y en internet, productividad es mucho más buscado.

La cuestión es que, aunque tu productividad empeore, tu efectividad puede aumentar.

¿Cómo es posible esto? Pues porque la efectividad consiste en hacer las cosas bien, en decidir qué cosas hay que hacer y cuáles no. La efectividad equilibra la eficiencia con la eficacia. No se trata solo de conseguir resultados, sino también de gastar menos recursos.

Y no lo dudes, nuestras emociones, y nuestro tiempo, también son recursos. Por eso estoy convencido de que, si manejamos bien la efectividad, y la aplicamos en nuestras vidas, estaremos mejor.

En mi caso, el método C.A.R. ha sido fundamental para haber continuado con una sensación de control, a pesar de tener días malos, como todo el mundo.

Así que, recuerda, no importa mucho si no eres tan productivo como hace un par de meses. No te preocupes demasiado si tienes sensaciones extrañas. Nos pasa a todos. Recupérate, tómate tu tiempo, aprovecha para reflexionar, sal de la «cabaña» cuando estés listo, y no te olvides nunca de seguir trabajando tu efectividad.

Tranquilo. Solo eres improductivo para los estándares de un mundo que ya no existe. Clic para tuitear
Inbox zero extreme
Productividad

Inbox zero extreme

Una pregunta: ¿cuántos mensajes tienes en la bandeja de entrada del correo? Si tienes varias decenas, igual te viene bien conocer una técnica de organización llamada Inbox Zero Extreme. No se trata de un deporte extremo, ni tiene riesgo, pero sí que puede cambiarte la vida. Lo explicamos en éste artículo.

Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?