¿Sigue siendo útil hacer planes a largo plazo?

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Una de las cosas que te enseña una pandemia global que se estira como un chicle hasta durar 2 años, es que tus planes a largo plazo, igual no salen como esperabas.

Muchos fuimos los que tuvimos que cancelar vacaciones que ya estaban reservadas o hasta pagadas. También hubo bastantes personas que tuvieron que adaptar sus presupuestos, y vamos, en general, se nos quitaron las ganas de hacer demasiados planes.

Algunos expertos en productividad se encogieron de hombros mientras pronunciaban las palabras: «Entornos VUCA«. Yo no estoy tan seguro. Ahora surge una pregunta interesante. Con este panorama, ¿merece la pena hacer planes a largo plazo? ¿Tiene sentido planificar para luego tener que ajustar o hasta desechar los planes?

Mi respuesta es un SÍ como una casa. Y explico por qué.

La mayoría de los planes a largo plazo deben ser ajustados

En primer lugar, hay que entender que rara vez un plan se cumple tal y como lo habías planeado. Sobre todo, si ese plan se prepara con mucha antelación. Por eso se llama plan y no regla o método. Un plan es una idea, una previsión de cómo vas a hacer para lograr un objetivo.

Además, un plan puede ser más o menos flexible. Por ejemplo, la mayoría de plataformas de compra de billetes o de hoteles permiten ahora una mayor flexibilidad. En muchos casos, puedes cancelar sin costo un hotel hasta 24 horas antes.

Además, gracias a los sistemas de comunicación actuales, es perfectamente posible tomar decisiones muy rápidas e informar a las personas implicadas.

Precisamente, la gran ventaja de un plan es que se puede ajustar. Incluso, si lo miras bien, es mucho más fácil ajustar un plan a largo plazo, que uno a corto plazo.

No tener ningún plan te roba la esperanza

Dejar de planificar porque no sabemos lo que pasará mañana puede sonar muy cómodo, pero desde el punto de vista psicológico, puede hacernos daño.

Nos estamos robando la ilusión de planear un viaje, un cambio de casa, cursar unos estudios, comenzar un emprendimiento, cerrar un acuerdo… todas esas cosas añaden salsa a nuestra vida.

Permitir que las circunstancias ajenas nos impidan hacer planes es dejarse vencer antes de batallar. Oye, ¿que al final no se pueden cumplir los planes? ¿que hay que cambiar alguna cosilla? ¿que hay que atrasarlos? No pasa nada. No nos vamos a morir por eso.

El ser humano es resiliente ante los imprevistos

Algo que ha demostrado la pandemia es que, pasado el impacto inicial, la tendencia es a la recuperación y a la adaptación. Si los primeros días nos parecía una locura ponernos una mascarilla más de 10 minutos, ahora somos capaces de olvidarnos que la llevamos puesta. Las empresas y organismos se han ido adaptando a las medidas de higiene, aforos, distanciamiento… En algunos momentos casi parecía que habíamos vuelto a la normalidad.

En vista de esta tendencia natural a adaptarse, ¿por qué íbamos a renunciar a los planes? No solo los planes pueden ser flexibles, sino que nuestra mentalidad permite que nosotros mismos nos adaptemos a la situación.

Tener un plan a largo plazo no te impide vivir día a día

Hay quien piensa que, dadas las circunstancias, es más efectivo vivir al día. Y suena bastante idílico. Pero en realidad, esto no es una cuestión de A o B. Creo que se pueden mezclar las dos formas de pensar. Es decir, el hecho de planificar a largo plazo no quiere decir que cada día esté diseñado a medida.

Por ejemplo, puedes perfectamente planificar un viaje a otra ciudad. Compras los billetes de avión, el hotel, e incluso un par de actividades. Añades todos esos eventos al calendario, y listo. Supongamos que has planificado estar fuera una semana. Incluso en esa semana tienes margen de maniobra. Puedes dejar varios días libres, para hacer lo que te apetezca. También puedes cambiar de día una actividad. No hay problema por eso.

Pero además, piensa que solo has planificado una semana en el futuro. No has planificado coger un vuelo los 365 días del año. Puedes seguir viviendo tu día a día de manera normal.

Creo que se puede perfectamente compatibilizar la planificación con la sensación de libertad.

En resumen

Mi propuesta es que sigas planificando a largo plazo. No te robes esa capacidad. Sigue ilusionándote. Eso sí, haz planes flexibles, piensa en planes de emergencia o segundas opciones. Revisa con frecuencia cómo van los planes por si tienes que hacer cambios. Mientras, disfruta del día a día.

*En el método C.A.R. se planifican todas las acciones a realizar, así como eventos a largo plazo. El sistema te permite modificar de forma sencilla el calendario para adaptarse a los imprevistos.


*Imagen de cabecera Michal Jarmoluk en Pixabay

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?