¿Quieres cambiar el mundo? Empieza por tu casa

Casa en ruinas

Tabla de contenidos

¿A quién le gustaría cambiar el mundo? Reformulo la pregunta: ¿Hay alguien que piense que el mundo es perfecto y que no hay que cambiar nada? Basta con entrar en un bar, o mejor aún, pasear un rato por el parque y hablar con la gente, para darse cuenta de la realidad. Todos coincidimos en algo: hay muchas cosas que cambiaríamos. 

Las injusticias, las guerras, el hambre en el mundo, la corrupción, la delincuencia, las enfermedades. O quizá algo más cercano: al presidente, al gobierno, al entrenador de tu equipo favorito. 

Hacemos de estas materias tema de conversación diario. Planteamos ideas brillantes y soluciones a los posibles inconvenientes. ¡Si sólo nos dejaran hacer!

Algo no cuadra

Pero he aquí el fallo de la ecuación: no puedes cambiar el mundo. Eso está fuera de tu área de influencia

Al mismo tiempo, hay decenas, cientos de cosas que sí puedes cambiar. ¿Dónde? En tu casa.

En tus manos está cambiar el mundo
En tus manos está cambiar TU mundo

Puedes mejorar las relaciones con tus familiares más cercanos y amigos. Puedes mejorar el presupuesto familiar. También es posible ser más ecológico. Seguro que te gustaría hacer más deporte, aprender algo nuevo, viajar más, y así una larga lista. No tienen que ser cosas super-importantes ni trascendentales. Se trata simplemente de ser más resilientes.

¡Qué paradoja! Hablamos de cambiar el mundo sin poder, y nos callamos lo de nuestra casa por dejadez. Por otro lado, pregunto: ¿Se puede esperar de alguien que cambie el mundo si no lo ha hecho en su casa, que es donde sí podía hacerlo?

En definitiva, y tirando mano de otra frase épica: 

Mientras que estás proclamando la paz con tus labios, ten cuidado albergarla también en tu corazón.

Francisco de Asís

O como dijo el genial Alex Rovira: “No prediques. Tu hijo te está mirando”.

Las cosas no tienen que cambiar el mundo para ser importantes. ~ Steve Jobs Clic para tuitear

Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?