El distraído tropezó con ella.
El violento la usó como proyectil.
El emprendedor construyó con ella.
El campesino cansado la usó como asiento.
Para los niños fue un juguete.
Con ella, David mató a Goliat.
Y con ella también, Miguel Ángel produjo la más bella escultura.
Así que no es la piedra, sino lo que hacemos con ella.
De forma parecida, a veces nos encontramos piedras en el camino, dificultades que no nos dejan pasar. Es entonces cuando se demuestra nuestra valía. Cierto cuento lo explica así:
Hace muuuucho, muuuucho tiempo, un rey conocido por su sabiduría, hizo colocar una gran roca en medio de un camino muy transitado. Entonces se escondió y observó con atención cómo reaccionaba la gente ante la piedra.
Algunos, incluyendo los comerciantes más ricos, y gentes nobles, simplemente buscaron una solución, dieron vueltas alrededor de la piedra, y desistieron, marchándose del lugar criticando al rey por su desidia al conservar los accesos.
Otros, prefirieron esperar hasta que llegaran más peregrinos. Al final, algunos encontraron una forma de rodear la piedra, y continuaron el camino, no sin antes, vociferar todo tipo de improperios contra el rey.
Finalmente, un campesino humilde que viajaba con sus animales, se paró, contempló la piedra, y con mucho esfuerzo y algo de ingenio, logró apartar la piedra lo suficiente como para pasar.
Cuál fue su sorpresa al ver que, debajo de la piedra, había un cofre con un montón de monedas de oro y joyas.
Entonces, el rey salió de su escondite, abrazó al campesino, y le dijo: “Querido y noble campesino. Gracias por confirmar lo que llevo años pensando. No es el ropaje, ni nuestro rango, ni nuestro oficio lo que nos hace sabios, sino nuestras acciones, las que nos permiten seguir adelante.
Ante una piedra en el camino, muchos critican, se quejan, se dan media vuelta. Otros buscan ayuda o alternativas. Y unos pocos se arremangan, y con esfuerzo e inteligencia, quitan la piedra y continúan.
Hay muchos tipos de piedras.
- Piedras mentales: falta de conocimiento sobre una temática en particular que provoca que pensemos que algo es imposible. Es esencial formarse y buscar información de calidad.
- Piedras emocionales: Pueden ser traumas o sentimientos que impiden que llevemos a cabo ciertas acciones. También limitaciones en nuestras cualidades, como la timidez, el orgullo, o la envidia, pueden causar que no seamos capaces de lograr algo, o bien, que nos cueste más. En estos casos, puede venir bien la ayuda de un profesional. En otros, nosotros mismos lograremos cambiar el pasado.
- Piedras económicas: Una mala gestión de nuestras finanzas, malas decisiones, o desconocimiento de cómo usar el dinero correctamente, pueden causar que no podamos emprender un proyecto o que lo abandonemos prematuramente. Los pobres, cuando necesitan dinero, van al banco. Los ricos, a la biblioteca. Una vez más, la formación es clave.
- Piedras en forma de hombres: Socios, familiares, amigos o compañeros de trabajo pueden ser un verdadero estorbo en nuestro progreso. En estos casos, tendremos que equilibrar nuestras obligaciones con la atención que prestamos. Las decisiones, así como las consecuencias, al final, son nuestras.
- Piedras puestas por otros: La situación económica-social del país donde vivimos puede impedirnos progresar al mismo ritmo que lo haríamos en otro lugar. En estos casos, la gente suele quejarse del gobierno, de la política, o de lo que sea. Pero no tantos se ponen a quitar la piedra.
- Piedras por accidentes: Otras veces, un desastre natural, o un accidente de tráfico, por poner algunos ejemplos, paran nuestro avance y nos obligan a parar y tomar medidas drásticas.
Sea como sea, piedras habrá muchas, y de todo tipo. La cuestión es qué vamos a hacer con ellas. Y cómo lo vamos a hacer. En este sentido, la efectividad nos ayudará a estudiar la situación, y a ver cómo podemos ser eficaces gastando pocos recursos.
Además, al quitar la piedra del camino, no solo despejaremos el nuestro, sino el de muchos otros. Así lo expresa cierto poema, con el que me gustaría acabar hoy:
Noble y gracioso movimiento el del pie o de la mano
que remueven el obstáculo
puesto por la naturaleza o por los hombres
en medio del camino:
desde la corteza de fruta que resbala,
hasta la rama de espino que desgarra las carnes;
desde el guijarro puntiagudo,
hasta las lianas que cierran los senderos.Qué alegre, que ágil marcha
el que va apartando de los caminos y las veredas
todo lo que es impedimento y obstáculo
para la marcha de los otros.Cantando va el peregrino,
Amado Nervo
sin sentir recorre las rutas,
y al atardecer se da cuenta, con jubilosa sorpresa,
de que al apartar y remover
los obstáculos que entorpecían los caminos de los otros,
él despejó maravillosamente su propio camino”.
¡Adelante! ¡Sigue caminando!
Si encuentras un camino sin obstáculos, es probable que no lleve a ninguna parte. – Frank A. Clark Clic para tuitear