Qué es un secuestro emocional y cómo evitarlo

Secuestro emocional

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Estamos acostumbrados a ver en películas y series, escenas de secuestros. Probablemente la mayoría de nosotros no hemos sufrido esta lamentable situación. Sin embargo, existe un tipo de secuestro que la mayoría de personas sufren en alguna ocasión: el secuestro emocional.

Qué es un secuestro emocional

Un secuestro es la privación de libertad de forma forzada. Hay otros matices, pero para la expresión emocional, vale con esto para entenderlo. Al igual que en un secuestro no podemos hacer lo que queremos, cuando una emoción toma las riendas de nuestra mente, esto nos impide actuar y reaccionar como nos gustaría.

Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor. Alguien a quien aprecias te insulta gravemente. Sientes como la ira va subiendo en tu interior. Respondes precipitadamente. La discusión va aumentando en calor. De las palabras, casi se pasa a “las manos”, si no es porque te controlas, sin saber bien por qué.

Pues bien, este es un ejemplo típico de un secuestro emocional. Una emoción, en este caso, la ira, te domina, te secuestra, de tal modo que no puedes pensar en otra cosa. Actúas como la emoción te dice, y punto.

Otros ejemplos de emociones que suelen secuestrarnos son la tristeza, la frustración, la desconfianza, los celos…

No hablamos aquí de problemas más serios, como la famosa depresión (expresión tan ambigua como extendida). Hay cuadros mucho más complejos que un secuestro emocional, y que requieren tratamiento psicológico.

Cómo evitar un secuestro emocional

Ahora bien, ¿cómo conseguir liberarse de un secuestro emocional?

La primera clave consiste en identificar la emoción. ¿Es ira o es miedo? ¿Es envidia o es desconfianza? ¿Son celos o son amor? Simplemente hacerse la pregunta “¿qué?” puede marcar la diferencia entre dominar las emociones o ser dominado por ellas. Evidentemente, para lograr todo esto es vital conocerse a uno mismo. Un ejercicio interesante para esto sería usar la ventana de Johari.

La segunda clave es ponerle nombre a la emoción. La pregunta que hay que hacerse aquí es “¿por qué?”. Ok, has identificado la emoción y crees que es miedo. Pero vamos a “rascar” un poco más en la cuestión. Ese miedo… ¿por qué lo sientes? ¿es un miedo a perder algo? Si es así, ¿qué temes perder? ¿por qué te disgusta? A lo mejor, tener miedo se convierte en no querer perder el cariño de la persona con la que llevas media vida.

Finalmente, la tercera clave consiste en transformar la emoción en acción. Una vez que sabemos lo que nos está pasando, podremos actuar en consecuencia.

Una opción es trabajar en la línea de lo que estamos buscando. Por ejemplo, si ya sabemos que hemos discutido porque tenemos miedo a perder el respeto de otras personas, ¿por qué no trabajamos en ganarnos a esas personas, quizá cultivando buenas relaciones?

Otra opción es escapar de la emoción, rechazarla de plano. Primero la identificamos, después descubrimos por qué nos sentimos así, y, una vez comprendido, decidimos, sencillamente, que no queremos sentirnos así por esos motivos. Así que toca levantarse del sillón y ponerse a otra cosa.

Librándose del secuestro como en las películas

Si te fijas, al final se trata de hacer lo que se ve en las películas. El secuestrado se gana la confianza del secuestrador. Intenta comprenderle, conocer sus fortalezas y debilidades, hasta que le convence para que le deje libre, o bien busca la manera de escapar.

Probablemente será muy difícil realizar este ejercicio en medio de una discusión acalorada, así que este proceso de identificación y transformación de emociones debe hacerse en un momento de calma.

Por ejemplo, una buena reflexión sobre lo sucedido, pasado uno o dos días, puede resultar muy efectiva.

Todos lidiamos en muchas ocasiones con nuestras propias emociones. Y no es fácil. ¡Cuántas veces nos lamentamos por habernos dejado llevar! Seguramente nuestros pensamientos y sentimientos intentarán secuestrarnos, pero, al menos, si seguimos estos pasos, podremos librarnos de ellos y escapar sanos y salvos.

No olvidemos que las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestras vidas, y las obedecemos sin darnos cuenta. ~ VIncent van Gohg Clic para tuitear
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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?