«¡Qué bien lo has hecho! Me he estado fijando, y me ha encantado, de verdad. Te ENCOMIO.» ¿Alguien te ha dicho algo así últimamente? ¿Cómo te hace sentir? ¿Le has dicho a alguien palabras parecidas en los últimos días o semanas? Hoy vamos a hablar de por qué encomiar a otros es una buena forma de ayudarles a mejorar. Veremos qué es el encomio efectivo. También te contaré una historia con una lección impresionante, que tiene que ver con el poder de las palabras: la historia del viejo y el Samurai.
Muchas personas piensan que la mejor forma de ayudar a otros es dando consejos. Es cierto que, a veces, un consejo a tiempo, de forma cariñosa y clara, es necesario. Sin embargo, la proporción de encomio con respecto al consejo suele ser mínima. Y debería ser al contrario. Deberíamos encomiar mucho y aconsejar poco. Además, como vamos a ver en este artículo, el encomio es una manera excelente de ayudar a los demás.
¿Qué es el encomio?
Antes de hablar del encomio efectivo, no estaría mal definir qué es el encomio. Y, buscando en Google por expresiones tipo “qué es el encomio”, o “definición de encomio”, me he llevado una sorpresa. Es una palabra que todos, creo yo, entendemos, pero que no está muy bien explicada en los diccionarios.
Por ejemplo, si buscas en Wikipedia, la definición que da es:
El encomio es un texto de alabanza en honor a algo o alguien. Junto a su opuesto, que es el vituperio, textos insultantes, compone el género epidíctico cuyo objetivo práctico es argumentar y que se incluye dentro de la retórica. Podía realizarse en lírica o prosa, según el tono deseado. El encomio era un importante ejercicio de oratoria.
(Bla bla bla… esto no es lo que es el encomio, ¿verdad?) Pero es que si vas al Diccionario de la Real Academia Española dice:
Alabanza encarecida.
¡Y ya está! Parece que aquí les cobraron por palabras. No tiene sino una sola acepción. Bien… busquemos la etimología (el origen de la palabra).
Según la fuente Etimologias de Chile viene del griego enkomion e incluye la palabra comos, que es desfile, banquete o procesión. Esta palabrita está también en comedia y cómic. Pues nada, tampoco nos aclara mucho sobre «qué es el encomio».
Una definición casi acertada
Un diccionario más define el término como acción de alabar con esmero a una persona o cosa. ¡Cosa! (me imaginé a alguien alabando a una columna). No, no es hablar bien de los demás, sino A los demás. Requiere inteligencia por parte del receptor del encomio. Así que tampoco me vale esta definición. Vamos, yo no soy experto en lingüística, pero no me cuadra con el uso que se le da a esta palabra.
Seguí buscando qué es el encomio, y finalmente encontré lo siguiente:
Fausto Cobo: ‘El encomio es una forma de felicitar por una acción positiva’ (menos mal que alguien lo define bien por fin; el contexto era político, pero nos vale, ¿no?)
El ego es un enemigo del encomio
El ego es como un globo. Se eleva y te lleva alto, muy alto.
Claro, cuanto más arriba está, más peligrosa es la caída, y más difícil el regreso.
Pero el mayor problema es que, al mismo tiempo que asciendes, te alejas de los demás, y te vas quedando solo. Y peor aún si te dedicas a humillar a otros. La persona llena de ego, está vacía de palabras de ánimo y de encomio.
Por eso, la única forma de elevarte sin perder la amistad de tus congéneres, consiste en hacer crecer a los que te rodean.
Así, encomiando y ayudando a los demás, cuando ellos crezcan, tú podrás subir un escalón más, acompañado.
Al final, cuando desaparece el ego, aparecen las personas.
En mi caso, hago en voz alta la siguiente reflexión: «Así que, aunque me cueste, yo, reniego del ego, pues quiero pisar el suelo, en vez de alejarme en vuelo.»
Cómo es el encomio del bueno
El encomio se parece a ensalzar, congratular, felicitar, loar o elogiar y sobre todo a alabar y animar. Es menos que una apología o un enaltecimiento, y más que un simple cumplido o un piropo.
No es lo mismo que halagar, lisonjear o adular (hacer la pelota, encestar el aro, vaya). Por cierto… ¡Qué rico es este idioma!
La diferencia entre estos términos está en la cantidad, el origen y el propósito. El encomio no debe ser demasiado, tampoco desproporcionado al hecho que se encomia. Y no puede ser constante ni fingido. No tiene un propósito egoísta, bien para conseguir algo o para evitar algún tipo de castigo.
El «peloteo» no es bueno
La consecuencia de usar la adulación y la lisonja es nefasta. Primero, porque confunde al receptor. Lo ensalza más de lo debido, o por cosas que no tienen un mérito real. También puede que nos pillen (como no es específico y es más bien falso) y nos salga mal la jugada. La gente que alaba en este plan, suele criticar al mismo nivel (te das la vuelta y…).
Además, provoca en nosotros mismos una serie de reacciones poco positivas; en el fondo, no deja de ser un engaño. Me gustó mucho una frase que se atribuye a Cervantes:
“La alabanza tanto es buena cuanto es bueno el que la dice, y tanto es mala cuanto es vicioso y malo el que alaba”
Miguel de Cervantes
En resumidas cuentas, ¿qué es el encomio? El encomio es felicitar a alguien por una acción positiva. Ya está. Así de simple. Sólo añadiría «felicitar sinceramente». Bueno, ¡DEFINIDO QUEDA!
Veamos entonces con quién usar el poder del encomio, cuándo usarlo, cómo, y por qué.
¿En qué ámbitos es bueno encomiar?
Básicamente, en todos. En la familia, con los vecinos, trabajo, a los amigos, al tratar con gente en actividades cotidianas… Se puede aprovechar el poder del encomio al tratar con algún tipo de subordinado: los profesores a los alumnos, los padres a los hijos, los jefes a los empleados… La pregunta que hay que hacerse más bien es: ¿Por qué no usarlo? Eso sí: no puedes encomiar cosas… como ya dijimos con la columna, por muy bien que sostenga el edificio, aquí el poder del encomio va a ser más bien escaso.
¿Cuándo podemos encomiar a otros?
Respuesta breve: Cuando hay razón para encomiar (casi siempre la hay).
Respuesta larga: Para tener razones para dar encomio, hay que fijarse en los puntos fuertes de los demás. Todos tienen puntos fuertes: cada persona es un mundo, y en cada mundo hay cosas feas, y cosas bonitas.
Precisamente hoy leí un Tweet que decía: “Todo ser viviente, por muy despreciable y dañino que pueda parecer, tiene algo precioso que enseñarte, diferente a todo lo que los otros seres tienen”
Evidentemente, va a ser más difícil encontrar algo bueno en gente que se podría calificar de «malas personas», pero seguro que encontramos acciones dignas de encomio. Repetimos… tiene que ser merecido y debe salirnos de dentro. Tampoco es cuestión de ir parando a desconocidos a darles encomio porque sí. De ahí la expresión «ser digno de encomio».
La cantidad
Hay que encomiar de vez en cuando, no constantemente, porque entonces perdería su efecto. Es cierto que hay gente que se impresiona por todo, todo es happy flower, pero aquí no hablamos de eso. El encomio debe ser algo consciente, equilibrado, como la mayoría de las cosas en la vida.
Momentos que se prestan al encomio
Hay momentos que son idóneos para aprovechar el poder del encomio. Por ejemplo, al ver a alguien que pasa por un mal momento. Imagina la situación que prefieras (ponle rostro a la imagen de abajo). Y ahora, piensa en cómo animarían unas palabras de encomio.
Otra situación oportuna es cuando alguien te pide perdón o tu tienes que pedir perdón. Más allá de que se acepte o no el perdón, si aprovechas para encomiar a la persona, por ejemplo, por tener el valor de acercarse a ti, la conversación será bastante más relajada. Al contrario igual; antes de pedir perdón, si encomias por algo, se te allanará el camino.
Una buena oportunidad de usar el poder del encomio es antes de llamar la atención a alguien (jefe a empleado, padre a hijo, amigo, familiar…al perro…). Cuando encomias a alguien sinceramente, le haces tener sentido de pertenencia. La persona no va a estar asustada por si pierde el trabajo o una relación personal. Al contrario, si primero le encomias, va a sentirse bien, y será más fácil que acepte una crítica constructiva.
Por cierto, no vale lo de psicología invertida, que tanto estuvo de moda hace algún tiempo. Eso de decirle a alguien que siempre llega tarde: «¡Qué bueno que llegaste pronto!». Esto es más bien una ironía, por muy bien que lo disimulemos.
¿Cómo se debe encomiar?
Cuando pensamos en qué es el encomio EFECTIVO, es decir, para que el receptor del mismo aproveche todo el poder del encomio, hay que tener en cuenta algunas cosas. Una de ellas: es mejor no centrarse en la apariencia, posesiones, ni tampoco en cualidades (nos podemos equivocar al juzgar y encomiar por algo que la persona realmente no es, y lo sabe), sino más bien en las acciones que hay detrás.
Por ejemplo: No encomiamos por ser guapo o guapa, sino por preocuparse por combinar bien, o por tomarse el tiempo de arreglarse (que expresión más rara, parece que estamos estropeados… hay quien le llama a esto «chapa y pintura» -creo que esto es peor-). Bueno… no se si me explico… La idea es encomiar por acciones, por hechos.
El encomio debe ser breve y específico, recalcando bien lo que se encomia, quizás repitiendo lo que encomiamos un par de veces con diferentes palabras. Como podrás notar, el encomio efectivo es sincero, pero hay que prepararlo, no es lo primero que se te viene a la cabeza.
Usar el nombre de la persona añade potencial. Y si le damos un buen apretón de manos, una palmada en la espalda, o un abrazo (si es apropiado según el contexto, claro está), se potencia el poder del encomio.
¿Por qué el encomio es efectivo?
El encomio es super-efectivo. Con unas cuantas palabras, animamos a la persona, le decimos que continúe, que tiene nuestro apoyo, que hay alguien que ha visto lo que hace bien. Bien dijo José Martí:
El elogio oportuno fomenta el mérito, y la falta de elogio lo desanima.
¿Cómo te sientes tú cuando te dan encomio? Es increíble contemplar las reacciones cuando les encomias. He visto gente llorar, o iluminárseles el rostro. Otros se ponen nerviosos. ¡Que poco acostumbrados estamos a que nos digan lo que hacemos bien! Quizá por eso, no se han preocupado mucho por definir este término. Pero esto es, en el fondo, lo que es el encomio.
El encomio es como un regalo, como regar una planta marchita
También es una manera muy interesante de ayudar a otros a potenciar sus habilidades, al especificar qué están haciendo bien.
De forma indirecta, podemos señalar lo que no están haciendo bien. Piensa de nuevo en el ejemplo del amigo tardón. Un día, llega pronto, y, ahora, te acercas, y le encomias: «Oye, me he fijado que has llegado pronto a la cita. Te encomio, porque seguro que no te ha sido fácil. Gracias»
*Por cierto, si quieres más información sobre la puntualidad, hay una entrada sobre el tema.
¿Qué efecto crees que producirá en la persona? No hace falta añadir mucho más, ¿verdad?
Además, al estar fijándonos en las cosas buenas de los demás, teniendo la mente en modo «encomio», evitaremos fijarnos en lo malo. El efecto para nuestras emociones está claro: seremos mucho más felices.
El poder del encomio y de las palabras (el viejo y el Samurai)
En general, el uso de la palabra es muy poderoso (efectivo, recuerda). Déjame que te lo explique con un pequeño cuento:
El cuento del viejo y el Samurai:
Había una vez un samurai muy diestro con la espada y a la vez muy soberbio y arrogante. Buscaba continuamente ocasiones para desafiar a alguien y seguir haciéndose famoso.
En una ocasión, este hombre fue a un pueblo y vio que la gente acudia en masa a algún lugar. Entonces preguntó a un pueblerino y pregunto: “¿A dónde va todo el mundo con tanta prisa?”. El hombre contestó: “Noble gerrero, vamos a ver al maestro Wei”. ¿Quién es ese Wei?, dijo el samurai. El hombre dijo: “¡Cómo es posible que no lo conozca, si es conocido en toda la región!”.
El samurai vio herido su orgullo, así que acudió al lugar. Entonces vio a un anciano de corta estatura, y sintió rápidamente desprecio por el viejo. Wei empezó a hablar: “En la vida hay muchas armas poderosas usadas por el hombre, pero, la más poderosa es la palabra”.
El samurai no pudo contenerse y exclamó: “Solo un viejo estúpido como tu puede hacer semejante comentario. (sacando su katana, dijo) Esta sí que es un arma poderosa, y no tus estúpidas palabras”.
Entonces el viejo, mirándole a los ojos, dijo: “Es normal que alguien como tu diga eso. Es fácil ver que no eres más que un bastardo, un bruto sin ninguna formación, un ser sin ningunas luces y un absoluto hijo de perra”.
El samurai, fuera de si, empezó a acercarse a Wei, diciendo “anciano, despídete de tu vida, porque hoy llega a su fin”.
Entonces, de forma inesperada, Wei comenzó a disculparse: “Perdóname, gran señor. Solo soy un hombre mayor y cansado, alguien que por su edad, puede tener los más graves de los deslices. ¿Sabrás perdonar con tu corazón de noble guerrero a este tonto que en su locura ha podido agraviarte?”.
El samurai se paró en seco y dijo: “naturalmente que sí. Acepto tus excusas”.
Entonces, el maestro dijo: Amigo mío, dime: ¿son o no poderosas las palabras?
Adelante, lo estás haciendo bien
Hemos visto qué es el encomio efectivo, cuándo y cómo usarlo y sus beneficios. Así que… ¡Encomia! Busca motivos, y ocasiones para hacerlo. Encomia, y verás rápidamente los resultados. Porque… tú quieres ser como el sabio. No querrás parecerte al Samurai, ¿verdad?