¿Qué hora es? Ésta debe ser una de las preguntas más repetidas en la historia del hombre. Desde los comienzos de la humanidad, se ha medido el tiempo. Al principio, bastaba con los astros mayores: el sol y la luna, pero poco a poco, la cosa fue avanzando hasta llegar a los sofisticados relojes que la mayoría llevamos en la muñeca. Entonces, si tanto nos preocupa el tiempo, ¿Por qué no usar reloj de pulsera?
El tiempo
Hay otra pregunta trascendente: ¿qué es el tiempo?
Hay quien dice que el tiempo no existe, y que no deja de ser una percepción, una ilusión. Y es que el pasado ya pasó, el futuro no ha llegado, y el presente es efímero.
Por cierto, curiosa palabra la de “presente”. Porque si hay algo que no está presente, es precisamente el presente. Por otro lado, por muy fugaz que sea, el presente es eso… un “presente”, un regalo que se nos da cada instante.
Más curioso resulta que, aunque no terminamos de entender el tiempo, y somos incapaces de controlarlo, sí sabemos medirlo con suma precisión.
Y la mayoría, tanto los que dicen que el tiempo no existe, como los que viven el presente como si fuera eterno… todos ellos… tienen un reloj en la muñeca. O en el móvil, da igual. Todos consultan el reloj.
¿Quieres más curiosidades? ¿Quieres rizar el rizo? Porque resulta que, mientras medimos algo que no comprendemos, llegando al colmo de la ironía, decimos una y otra vez: “No tengo tiempo”.
Me vino a la memoria uno de esos memes en el que se veía a un chimpancé, como mirando a la nada, pensando: “Que extraños son los humanos… ¡Todos tienen relojes, pero ninguno tiene tiempo!”
En realidad, el tiempo es un concepto. Hay incluso quien dice que ni siquiera existe. Lo cierto es que el tiempo transcurre en una dirección, no se puede volver al pasado. Tampoco se puede gestionar el tiempo, él va a los suyo. Ni gestionar, ni perder, ni comprar, ni administrar. Como mucho, podría valer lo de aprovechar el tiempo, y quizá ni eso.
Personalmente, creo que el tiempo tiene que ver con el movimiento atómico. Aprendí en una clase de física que a temperatura de «0 absoluto» (-273,15º C), los átomos se paran. Es curioso, porque, que se sepa, no hay límite para subir la temperatura, pero sí hay un tope por debajo, y es ese: el 0 absoluto. El caso es que, si los átomos se paran, se para el tiempo. Bueno, esa es al menos mi «teoría». Teoría fácil de contradecir, como bien va a hacer a continuación el famoso Mario Benedetti:
Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo
Mario Benedetti
Los relojes
Sea como sea, lo que está claro es que nos preocupa el tiempo, y por eso siempre hemos querido medirlo. Es como si no pudiéramos vivir sin saber qué hora es.
Por eso, poco a poco, paso a paso, se ha ido avanzando en los mecanismos que miden al señor tiempo. Relojes solares o de sombra, relojes de arena, relojes de agua -también llamados clepsidra-, relojes lámpara -que se basaban en el consumo de aceite-, relojes mecánicos, ya por el siglo XV, eléctricos, electrónicos, y los preferidos de este artículo: los relojes de pulsera, más o menos para 1810.

Ahora coexisten relojes de todo tipo. Y muchos llevan uno portátil. Ahora los hay digitales, con mil y una funciones más (aparte de dar la hora, claro está). Por cierto, ¿sabías que un reloj tradicional hace «tic tac» unas 5 veces por segundo?
En el afán de medir el tiempo, y con el objetivo de realizar ciertos experimentos, se ha creado el reloj atómico, que mide la frecuencia de La Luz que los átomos emiten o absorben. Los hay que solo varían un segundo en 100.000 años. Y, con todo, parece que hay relojes todavía más precisos, aunque inestables.
Por cierto, el que inventó el reloj, ¿sabía que hora era? Hablando de exactitud, me encantó esta frase:
“Yo tenía un reloj estropeado que acertaba dos veces al día.”
De la película «La teniente O’Neil»
Nosotros nos vamos a centrar en el famoso reloj de pulsera, que, dicho sea de paso, es uno de esos milagros cotidianos que damos por sentado. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿y por qué no usar reloj?
Cuando decidí no usar reloj de pulsera
No recuerdo exactamente cuándo decidí dejar de llevar reloj. Hace ya bastante tiempo que no lo llevo, años, diría. Sí sé que en vacaciones, me lo solía quitar.
Esto ya dice mucho. Creo que no soy el único que, en vacaciones decide quitarse el reloj. ¿Por qué? Porque es un alivio. Ya no es que no tengas que ir deprisa y corriendo detrás del tiempo, es la sensación que te produce decir: «¡Adiós reloj! Por el momento, no te necesito».
Creo recordar que en una de esas vacaciones, pensé, ¿y por qué tengo que llevar reloj? Llegué a conclusiones, y probé. Y hasta la fecha. No creo, sinceramente, que vuelva a llevar reloj de pulsera.
5 razones por las que no usar reloj de pulsera
Estas son mis 5 razones por las que no llevo reloj de pulsera:
1. Liberación de la esclavitud al tiempo
Imagínate disfrutando de una hermosa puesta de sol. ¿Te gustaría que alguien te preguntara la hora? ¡Claro que no! Hay momentos en los que uno quiere sencillamente disfrutar sin estar pensando en la hora. Sin embargo, son los menos. Comemos, dormimos, nos levantamos, trabajamos y atendemos un sinnúmero de tareas, no cuando queremos, sino cuando el reloj nos lo marca. Es como si no pudiéramos vivir sin el reloj.
¿Y no es esto una especie de esclavitud?
«Érase un reloj que llevaba un hombre»
Me recuerda a algunas ocasiones en las que hemos pasado unas vacaciones en familia en algún establecimiento hotelero tipo «todo incluido» o «media pensión». En estos sitios, te suelen poner una pulsera para identificarte. Así saben si eres cliente, visitante, o un gorrón. Al finalizar la estancia, íbamos a recepción a entregar la llave, y el recepcionista te quita la pulsera con una tijera. Y yo solía gastar la bromita de: «¡Sí, por favor! ¡Libéreme de esta esclavitud!».
Bueno, esclavitud al lujo y al exceso, claro está. Aunque buscaba la pulsera con nostalgia durante unos días, al fin y al cabo era una liberación no tener todo el día la pulserita.

Pues lo mismo con el reloj. Sé que el argumento es puramente emocional, pero el caso es que, de vez en cuando, me sorprendo mirándome el brazo desnudo y sonriendo porque me creo que no dependo del reloj. ¡Pobre iluso, jejej!
2. Efectividad
Seguramente, muchos pensarán que lo más efectivo es girar el brazo y ver la hora instantáneamente. Pero hay más factores envueltos en el uso del reloj.
De entrada, no tengo que elegirlo, comprarlo, ponérmelo, limpiarlo, ponerle pilas o cargarlo, arreglarlo, cuidarlo, guardarlo, tirarlo y todo lo que se te ocurra que termine en «arlo». Y todo eso es… ¡tiempo! Tiempo que me ahorro.

Por otro lado, si has usado técnicas como el Pomodoro o el Time Blocking, sabrás que lo más efectivo para acometer una tarea es enfocarse al máximo sin interrupciones. No puedes estar mirando la hora constantemente. Es mucho mejor poner una cuenta atrás y que una alarma te avise.
3. Ya tengo reloj
Sí, es verdad que no uso reloj «de pulsera», pero sí tengo reloj. Lo tengo en el móvil, en la tablet, en el ordenador, en el salón, en el coche, y hasta por la calle hay paneles que te dan la hora.
Seguramente hablemos aquí, más tarde o temprano, de la duplicidad de las cosas. Muchas veces tenemos varios objetos con la misma función o parecida. El reloj es una de ellas. Si ya lo tengo, ¿para qué tener otro?

4. Ya sé qué hora es
¿Te ha pasado alguna vez que miras la hora, y cinco minutos más tarde alguien te pregunta, y sobre la marcha, miras de nuevo tu relojito? Seguramente.
Esto es algo parecido a lo del efecto Google: tu cerebro prefiere no almacenar información que sabe que puede conseguir sin esfuerzo. En realidad, sí sabes qué hora es. Lo sabías hace 5 minutos, no ha pasado tanto tiempo.
El no llevar reloj en la muñeca, me obliga a parar, aunque sea unos segundos, y ser consciente de esa información. Así, a lo tonto, ejercito un poco más el coco.
Además, como uso un método de organización personal (C.A.R.), suelo mirar constantemente el móvil, y soy más o menos consciente de qué hora es.
Por otro lado, si realmente no sé qué hora es, y no tengo ningún otro reloj a mano, y se ma va a ir la vida en ello, también puedo sonreír, y preguntar amablemente a alguien. De esa manera, interactúo con gente de carne y hueso, que no viene nada mal en los tiempos que corren.
5. Ostentación
Será casualidad, pero justo unos minutos antes de ponerme a redactar el artículo, encontré esta noticia en un periódico:
Mayweather ser ríe del reloj de Cristiano Ronaldo de dos millones: el suyo vale 15
No pretendo juzgar a nadie por llevar o no reloj, y tampoco estoy en contra de lo caro. A veces, lo caro es barato. Pero creo que coincidiremos en que, rebasada una barrera, lo que pagas no es calidad, sino lujo y ostentación.
Lo curioso del caso es que ambos relojes que se ven en el artículo, si no me engaña la vista… ¡sólo dan la hora! No llevan ni cronómetro. Por más caro que sea el reloj, el tiempo no cambia. Y el tiempo que más valor nos da, no es el que marca el reloj, sino el que pasamos con nuestros seres queridos, haciendo cosas verdaderamente importantes.
No se si estoy equivocado en lo siguiente (igual es una percepción mía solamente). Me da la impresión de que la mayoría de la gente no lleva el reloj como herramienta, sino como accesorio decorativo. Incluso, diría que esto se da más en el caso de los hombres, quizá porque no solemos ser dados a llevar muchos accesorios.
Si te fijas en hombres de negocios, por ejemplo, verás que muchos llevan relojazos que valen un «ojo de la cara». ¿Utilidad u ostentación?
No es que tuviera relojes caros, pero he aquí una razón más para no usar reloj de pulsera.
Si te gustan los relojes caros, aquí tienes una selección de los 10 más caros de la historia. ¡Impresionante!
¿Vas a seguir llevando reloj?
Estoy seguro de que no todo el mundo estará de acuerdo con los argumentos mencionados. Incluso es bastante probable que haya quien sea capaz de esgrimir, no 5, sino 10 o más argumentos a favor de usar reloj de pulsera. No hay problema. El pensamiento es libre.
La cuestión no es esa. La clave en realidad es el ¿por qué? ¿por qué llevas reloj? En mi caso, no recuerdo por qué empecé a llevar reloj. Probablemente se lo veía a todo el mundo, hasta que mis padres me compraron el primero, y después otro, y así hasta que tomé la decisión de no llevar reloj.
Si no me hubiera planteado por qué llevar o no reloj, ahora sería super feliz con mi reloj en mi brazo.
“Los días pueden ser iguales para un reloj, pero no para un hombre.”
Marcel Proust
Y esta es la clave. ¿Sabes por qué haces lo que haces? Si tan solo hiciéramos esta reflexión más a menudo, lo que hacemos y lo que somos, sería probablemente muy diferente. Piensa: ¿cuántas de las cosas que haces en tu día a día las haces 100% consciente y basado en decisiones inteligentes?