Deberías hacer ejercicio todos los días. También deberías descansar unas 8 horas todos los días. Deberías meditar todos los días, y leer también. No te olvides de escribir un diario, y de anotar tus agradecimientos. Deberías decirle algo bonito a tu pareja todos los días. Todos los días, deberías completar una acción que te acerque a tus objetivos. Deberías mantener tu higiene todos los días. Y hacer la cama también, y sacar la basura. Y deberías ayudar a tus hijos con los deberes, todos los días. También deberías dedicar un poco de tiempo a organizar las próximas acciones, y también a revisar tus bandejas de entrada.
Deberías, deberías, deberías… deberías comer una manzana al día.
Pues no, no es posible.
No hay ser humano en la Tierra que sea capaz de cumplir con tantas cosas en el mismo día. Literalmente, no hay tiempo para tantos «deberías» en 24 horas.
Que sí, que todos los consejos son buenos. El problema es que hay tantas cosas buenas por hacer que necesitaríamos días de 48 horas, e igual me quedo corto. Incluso es posible que, aunque los días fuesen más largos, lográsemos llenarlos con más y más «deberías» interesantes.
¿Productividad o efectividad?
¿Es esto productividad personal? Igual sí. Para muchos, el concepto de productividad es cumplir con muchos de estos mini-objetivos. Producir resultados. A mí no me parece lo mejor. Yo prefiero la efectividad. ¿Por qué? Porque efectividad es la mezcla ideal entre conseguir objetivos y gastar pocos recursos. Y estoy convencido de que una vida saturada de «deberías» te consume los recursos más valiosos que tienes: tu tiempo, tu atención, tus energías…
Da igual si al final del día has cumplido con tus 300 «deberías». La cuestión es si te fuiste a la cama con la sensación de haber tenido un buen día, de haber hecho algo importante, de haber crecido como persona.
Para seguir viviendo no necesitas una manzana al día, ni tampoco te vas a morir si no escribes tus tres agradecimientos del día (conozco muchas personas que no han hecho nada de esto nunca y son felices). La resiliencia del ser humano es impresionante. Somos capaces de adaptarnos a muchos estilos de vida, y no pasa nada.
Por eso la clave está en escoger qué vas a hacer, qué consideras importante. Porque, créeme, no vas a poder con todo.
Cómo escoger los «deberías» correctos
¿Y esto cómo se hace?
Lo primero es establecer tus prioridades. Una vez que las tengas claras, debes pensar cómo vas a cumplir con ellas en la realidad. En la práctica, esto implica calcular cuánto tiempo y con qué frecuencia vas a realizar acciones que estén alineadas con esas prioridades.
Te pongo un ejemplo. Alguien quiere ser un buen padre y pasar tiempo con sus hijos. Ese podría ser una prioridad bastante válida. Pero, ¿se quedará en un deseo? ¿O definirás cómo lo llevarás a cabo?
Una idea práctica sería separar un bloque de tiempo de 4 horas, todos los sábados por la tarde para estar con tus hijos.
En la metodología que explico en el curso C.A.R., antes incluso de explicar a fondo los 3 pasos para gestionar toda entrada de información, se elabora un esqueleto básico de tiempo donde se incluyen las prioridades.
Para ello, se establecen bloques de tiempo en el calendario que cubran varias áreas:
- Ritual mañanero: Las actividades que vas a hacer al despertar. Para ello hay que calcular a qué hora te acostarás, y cuánto tiempo necesitas antes de acudir a tu primera cita del día (trabajo, instituto…). Un ritual estándar puede durar una hora incluyendo el desayuno.
- Ritual de apagado: Las actividades que vas a hacer antes de dormir. Obviamente, habrá qué tener en cuenta a qué hora hay que acostarse de tal modo que descanses entre 7 y 8 horas. Normalmente, este ritual podría estar en media hora sin incluir la cena.
- Desayuno, comida, cena…
- Obligaciones varias (trabajo, estudios): Todas las actividades que realizas sí o sí actualmente.
- Un bloque diario de organización siguiendo el método C.A.R. (Este bloque puede ser solo días laborales)
- Los bloques de tiempo relacionados con tus prioridades.
Fíjate que todavía no hemos añadido ni una sola entrada adicional. Todos los bloques de tiempo que se han colocado en el calendario son los mínimos que hay que poner. ¡¡Ni siquiera has comenzado a recibir correos y gestionarlos usando el método C.A.R., y ya tienes el calendario lleno!!
Pues sí, amigo, esta es la realidad que muchos se niegan a admitir. Solo con las «obligaciones» que tenemos, ya sean vitales, como comer o descansar, o laborales, añadido a un mínimo cumplimiento de nuestras prioridades, se nos ha ido el día.
No, para ser efectivo no tienes que comerte una manzana al día
Esta es la razón por la que muchos sistemas de productividad hacen aguas. No tienen en cuenta que, por muy bien que te organices, el tiempo transcurre irremediablemente… se gasta. Y este es el porqué no puedes volverte loco a incluir «deberías» en tu vida. Es sencillamente imposible.
Y solo cuando ves reflejado en un papel o en una pantalla esta triste realidad, eres consciente de que hay muy poquitas cosas que puedes hacer realmente bien.
Por supuesto, hay técnicas para aprovechar mejor el tiempo. Aún así, la clave no está en añadir y añadir objetivos a la vida, ni en llenar interminables listas de tareas, sino en saber elegir muy bien en qué nos vamos a centrar y cuánto tiempo nos llevará.
Es al ver la realidad de nuestro día a día, cuando podemos tomar decisiones sensatas acerca de qué acciones descartaremos, o qué sacrificios realizaremos para conseguir algo.
En resumen… No, no tienes que comerte una manzana al día. Y seguramente hay muchas otras cosas que no tienes que hacer. Eres tú quien decides qué vas a hacer y qué no. Sin lamentos, sin remordimientos. Con la libertad de alguien que simplemente quiere disfrutar de una vida ordenada, y un poquito más feliz.