El pedal del sí y el pedal del no

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Una de las cosas que te enseñan cuando aprendes a conducir es el manejo de los pedales del acelerador y freno. Es algo bastante poco intuitivo, sobre todo en coches automáticos.

En un coche con cambio de marchas manual, tienes 3 pedales. El pedal izquierdo (embrague), va con el pie izquierdo. Los otros dos (acelerador y freno) con el pie derecho. Cuando hay solo 2 pedales, como sucede con los coches de cambio automático, la cosa se complica. Parece lógico pensar que, si tienes dos pies y hay dos pedales, lo mejor sería repartir el trabajo. Pedal izquierdo (freno), pie izquierdo. Pedal derecho (acelerador), pie derecho.

Pero no. En vez de eso, tienes que simular que te falta una pierna y usar el mismo pie para los dos pedales de acelerador y freno. Obviamente, la razón de todo esto es sencilla: no puedes frenar y acelerar al mismo tiempo.

Acelerando y frenando al mismo tiempo

La mayoría de los conductores entienden el punto rápido, y es raro ver a un coche que intenta avanzar frenando. Sin embargo, en la vida, la cosa no es tan simple.

  • Decimos «sí» por compromiso, pero en realidad queremos decir «no», así que aceleramos y frenamos a la vez. Queremos y no queremos. Desde que el causante del compromiso se da la vuelta, nos lamentamos una y otra vez recriminándonos por qué aceptamos.
  • Tenemos tareas que sí o sí hay que realizar, como limpiar las ventanas o redactar un documento que consideramos inútil. Nos ponemos a ello, pero refunfuñando. Maldiciendo el tiempo que se nos va en ello y preguntando a la nada qué hemos hecho para merecer ese castigo.
  • Un año más, queremos aprender inglés. Nos marcamos objetivos, preparamos el terreno, y para quedarnos tranquilos, lo anunciamos a todo el que se nos acerca. Pero luego… uff! cuánto cuesta. Hoy no tengo ganas. Mañana me surgirá cualquier excusa, y al final, un año más, seguimos tartamudeando ante cualquier «guiri» que nos pregunta cómo llegar a la playa.

En todos estos ejemplos sucede lo mismo. Pisamos el acelerador y el freno al mismo tiempo. Sabemos que tenemos que hacer algo, pero no nos apetece nada.

Como es lógico suponer, el resultado es que no avanzamos. Peor aún. Se produce un desgaste tremendo.

Suelta uno de los pedales

Así como la comparación es fácil de entender, también lo es la solución. Debes soltar un pedal. A veces, hay que frenar y decir «no». Otras veces, debes dejar de poner excusas y sencillamente ponerte a trabajar. O frenas o aceleras.

  • Piensa antes de aceptar un compromiso. Si es que sí, dale. Si es que no, dilo.
  • Busca alguien que te limpie las ventanas o que te redacte el documento. O piensa cómo puedes limpiarlas con más efectividad. Ponte un podcast o música chachi mientras limpias. En todo caso, resuélvete a no quejarte.
  • Decide si de verdad quieres aprender inglés. La mayoría de personas no saben inglés y no ocurre absolutamente nada. Ahora, si crees que de verdad te es útil, o te gusta, ponte en serio con ello. No esperes a ninguna fecha en concreto. Empieza ya.

No estoy de acuerdo con esa filosofía de decir que no por costumbre, ni tampoco en decir que sí sin pensar. Ambas actitudes te pueden llevar a pisar acelerador y freno al mismo tiempo.

Algo curioso es que, normalmente, el pedal del freno es más grande que el pedal del acelerador. Hay una razón para esto. En la mayoría de los casos, acelerar es bastante más peligroso que frenar. Por eso, en caso de error al pisar un pedal, mejor que sea el freno.

En la vida no sucede igual. Es igual de peligroso decir sí cuando debería ser no, que al revés. Ahora bien, sí hay un punto interesante aquí. A la hora de decidir, dar un sí rápido es un riesgo. Muchas estafas funcionan precisamente asegurando que si no aceptas ya, perderás la oportunidad. En la mayoría de ocasiones, no pasa nada por esperar un poco y tomar una decisión bien pensada.

Tienes ante ti una carretera, pero recuerda. Tú conduces. En ocasiones, hay que frenar, y en otras, acelerar. En todo caso, la decisión es tuya.

*Imagen de cabecera: Uwe Hoh en Pixabay

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?