En la película “The green book”, se hace referencia a la segregación racial en el sur de America. La historia narra las andanzas de un afamado pianista negro y su chófer blanco. En una ocasión, el chófer sugiere a su jefe ir a un hotel de más calidad, pero resultaba que en ese hotel no admitían negros. Entonces, el artista dijo una frase que me encantó: “No iré a donde no soy bienvenido”.
¿Cuántas veces nos hemos sentido en el lugar incorrecto? ¿En un sitio donde no se nos quiere de corazón ni se nos respeta? Este sentimiento se puede tener en diferentes ámbitos. Puede ser en el entorno familiar, en un grupo de amigos donde, por alguna razón, la opinión hacia nosotros ha cambiado; en un trabajo; en un lugar de residencia…
En la película, el protagonista tenía una opción. Mala, pero opción al fin y al cabo. Por eso valoró su honor antes que su comodidad. Pero en la vida hay situaciones donde no tenemos mucha elección. No podemos decidir quiénes son nuestros familiares, ni tampoco podemos obligar a un equipo de trabajo o a una comunidad a querernos.
Por otro lado, el respeto no se pide, ni se exije… se gana. La cuestión, precisamente, es cuánto nos cuesta. Conseguir respeto perdiendo el honor es un mal trueque. Es la pescadilla que se muerde la cola. Para que nos respeten o nos quieran, cedemos en nuestra estima, y esto, a su vez, provoca que nos respeten y nos quieran menos todavía.
Cómo podemos actuar si no somos bienvenidos (opción pasiva o activa)
Como dice la frase del título, si podemos evitar estas situaciones, mejor. Si en cierto entorno no nos respeta ni nos quiere, y estamos seguros de que no tienen razón para ese comportamiento, seguir en su compañía solo nos hará daño.
En otros casos, tenemos dos opciones: la pasiva o la activa.
La opción pasiva
La opción pasiva es aguantar e ir “a lo nuestro”. Por supuesto, debemos hacer lo que nos toca lo mejor posible, y seguir ocupándonos en nuestro desarrollo personal.
Evitemos quejarnos, pues eso solo nos roba tiempo y energías. Y si hay que quejarse porque no podemos más, hagámoslo con alguien de confianza, no con cualquiera ni con todo el mundo. Eso sería perder el honor.
La opción activa
La opción activa es posicionarnos y expresar nuestros sentimientos. Esta opción tiene consecuencias directas y normalmente, inmediatas.
Lo más normal es que intenten hacernos creer que es una “locura” nuestra, que no es tanto así, que exageramos. Si cedes en este punto, nuevamente habrás perdido tu honor. Así que si vas, ve con todas, y termina lo que empieces. Presenta argumentos y céntrate en tus sentimientos, sin culpar a nadie directamente.
Ten en cuenta que el simple hecho de expresarte no hará que la situación mejore; probablemente ocurra lo contrario. En el mejor de los casos, te prestarán atención, pero volverán a las andadas pasado un tiempo. Por eso la opción activa incluye decisiones contundentes.
Una opción es explicar que, a partir de ahora, tomarás una actitud pasiva. Sea como sea, que no se quede en una pataleta infantil de tal modo que los demás piensen: “pobrecito”.
¿Cuál es la mejor opción?
Supongo que hay otras soluciones, o bien soluciones intermedias, pero lo cierto es que, cuando por alguna razón estás obligado a permanecer junto a personas que no te respetan o no te quieren, en un lugar donde no eres bienvenido, la situación puede ser frustrante.
Y todavía es más doloroso cuando en diferentes ámbitos todo va bien, pero justo los que más quieres son los que peor te tratan.
Viendo las dos opciones, y leyendo y releyendo los párrafos anteriores, creo que lo mejor es mantenernos al margen, dejar de mirar hacia fuera y empezar a mirar hacia dentro. Estemos en ese “sitio”, pero sin estar. Hagamos lo que nos corresponde de la mejor manera, y el tiempo dirá. Mientras, busquemos actividades alternativas en sitios donde nos sintamos útiles. Un hobbie puede ser una opción interesante.
Podemos enfrentarnos, pero ya sabes que la guerra deja heridos, y poca paz.
¿Qué te parece a ti? ¿Cómo haces cuando no te sientes bienvenido? Me encantaría y te agradecería que lo comentaras.
*Imagen de cabecera: Ben Kerckx en Pixabay