Dicen que el conocimiento es poder.
En lo relativo a la efectividad, conocer la mejor opción de entre las posibles es fundamental. También lo es saber el porqué de lo que hacemos. Y sería lo máximo conocer de antemano los resultados.
Conocer cómo piensa una persona, sus debilidades y sus gustos, nos haría muy hábiles conversando e interactuando.
Claro, muchas de estas perlas de conocimiento son difíciles de conseguir, y se dejan para el campo de lo sobrenatural.
Sin embargo, hay mucha información disponible de vital importancia y de la cual, curiosamente, no solemos preocuparnos. Una de ellas es conocer lo que comemos. Todos los días ingerimos alimentos sin saber qué está entrando en nuestro cuerpo, ni qué efectos tendrá.
Además, nuestro control sobre el efecto que tiene en nosotros lo que comemos, se limita a antes de comer. Es decir, una vez que un alimento entra en tu cuerpo, poco puedes hacer.
Me pasó algo curioso relacionado con esto. Mi mujer sugirió comprar una máquina para hacer roscas (palomitas de maÍz, cotufas, o como se diga en cada sitio). Yo discrepé alegando que con las bolsas que venden en el supermercado era suficiente, y que ahorrábamos tiempo y dinero.
*Nosotros solemos comprar unos paquetes de palomitas sabor mantequilla.
Entonces mi mujer me explicó que esas bolsas que metes en el micro-ondas tienen muchos aditivos. Mi sorpresa fue total, pues yo pensaba que simplemente eran granos de maíz. La pregunta que finiquitó el asunto fue: “¿Y cómo crees que se conservan de tal manera que al calentarse sepan a mantequilla?”
Es un ejemplo tonto. Pero creo que ilustra muy bien a dónde quiero llegar. La cuestión es: ¿sabemos lo que comemos? ¿conocemos lo que metemos voluntariamente en nuestro cuerpo y los efectos que tiene a corto y a largo plazo?
Algunos de los alimentos que se consumen habitualmente contienen sustancias químicas más cercanas a un veneno que a algo nutritivo. Otros “alimentos” simplemente no aportan nada bueno al cuerpo; solo te quitan la sensación de hambre.
Por suerte, cada vez hay más ayudas para facilitarnos este conocimiento. No solo tenemos los ingredientes del producto, sino innumerables libros sobre alimentación.
Además, se han puesto de moda webs y apps como Openfoodfacts o Yuca, donde podemos ver las características detalladas y opiniones sobre un producto, de forma tan sencilla como escaneando el código de barras con la cámara del móvil.
No soy partidario de irse a los extremos en cuestiones de salud, y creo que el cuerpo humano tiene una gran capacidad de adaptación. Pero al mismo tiempo, me parece que debemos hacer una reflexión consciente sobre la importancia que le damos a nuestra alimentación. No podemos simplemente comer cualquier cosa.
Comer es una necesidad, pero comer de forma inteligente es un arte – Francisco VI Clic para tuitear