No luches por la igualdad

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Igual te sorprende el título. Vivimos en una época en la que muchos exigen igualdad. Sin embargo, en el fondo, nadie quiere igualdad.

¿Quieres que te traten exactamente igual que a los demás? ¿Que no haya distinción entre tú y otra persona?

Piénsalo por un momento. No eres igual que ningún otro ser vivo en el universo. Naciste distinto, con un cuerpo y mente únicos. Y a medida que has ido creciendo, tu personalidad ha ido moldeándose en base a vivencias y circunstancias que solo tú has tenido. ¿Y aún así quieres que te traten igual que a otros?

Es verdad que, por culpa de los diferentes medios de comunicación, a veces queremos ser igual que fulanito o menganito. Es totalmente normal, ya que solo nos enseñan lo mejor de cada uno.

Pero por favor, vuelve a pensarlo bien. ¿De verdad quieres renunciar a tu vida y convertirte en otra persona distinta? ¿No será más bien que te gustaría tener los privilegios o la aparente felicidad que ahora mismo no tienes?

En realidad, lo que nos gusta es ser únicos. Y por eso, pedir igualdad no tiene ningún sentido.

Como en muchas otras ocasiones, el problema está en el término que se usa. Lo que sí que queremos es equidad.

Equidad

Igualdad es lo mismo para todos, pero equidad es lo que cada uno necesita.

Evidentemente, la equidad es algo mucho más complejo que la igualdad. La igualdad es relativamente simple, se puede legislar, se puede aplicar una normativa común, y quizá eso contente a algunos.

Pero imagina un mundo en donde todos tuvieran lo que necesitan, según sus méritos, respetando sus individualidades, y sin que se perjudicaran unos a otros.

Claro, eso exigiría un concepto de justicia superior, así como sistemas para proveer las necesidades de cada individuo. Evidentemente, este ideal no se ha conseguido todavía, y visto lo visto, no parece que el ser humano sea capaz de lograrlo.

Eso sí, cada uno de nosotros podemos trabajar en equidad, aunque sea a pequeña escala. Podemos intentar tratar a las personas como personas, esforzándonos por comprenderles, y no viéndolos como números o meros integrantes de un grupo.

También podemos dejar de pedir y de desear una supuesta igualdad que, en realidad, nos perjudicaría y nos robaría nuestra identidad. Por supuesto, somos libres de exigir algo superior a la igualdad: equidad y justicia. Creo que esta necesidad de justicia es inherente al ser humano.

Por otro lado, al mismo tiempo, no dejemos nunca de trabajar por merecer los resultados que deseamos en nuestra vida.

¿Qué te parece? ¿Sigues queriendo igualdad o prefieres equidad?

El anti-método

Hacer es el paso final y más importante de cualquier método de productividad personal. Yo creo en los métodos. Hasta tengo el mío propio. El

Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?