Hace poco compartí una frase que me gustó: “Que el amor sea tu motor, y la inteligencia tu volante”. Pero un usuario hizo una observación: “Falta el freno”. A lo que él mismo respondió: “Yo uso el respeto como freno”. Me pareció una analogía brutal, digna de una explicación más completa.
El amor como motor
Aunque es cierto que hacemos casi todo en la vida de forma autómata, es posible darle a nuestros actos un “porqué”. Y no hay nada más potente ni con más significado que hacer las cosas por amor. Por amor, la gente vive, y la gente muere. Por amor, se pueden hacer cosas increíbles. Si el amor fuera el motor, el coche no se pararía.
La inteligencia como volante
Imagina un coche super potente, pero sin volante. En vista de que las carreteras no son rectas, ya sabes lo que va a pasar. Por eso, hace falta templar nuestras decisiones y nuestros actos con inteligencia. No hacemos algo porque sea inteligente. El motivo es el amor, y, sin perder eso, buscamos cómo hacerlo de forma inteligente. La inteligencia nos permite girar, cambiar de rumbo, sin necesidad de parar.
El respeto como freno
A veces, por muy amoroso e inteligente que sea algo, te topas con un muro. Hay gente que no se va a dejar ayudar. Hay objetivos en los que nos pondrán diversas trabas, y no queda otra que frenar, y hasta dar marcha atrás para buscar otro camino. El respeto, es decir, la comprensión de la forma de pensar de los demás, y la aceptación de que cada uno es libre de tomar sus decisiones, permitirá esto.
*Otro usuario de Twitter expresó otra posibilidad para el freno: la conciencia. Me parece una opción muy interesante, porque es esa vocecita interior, la que debería, de vez en cuando, pararnos antes de que tengamos de qué lamentarnos.
Ejemplos:
Un ejemplo práctico:
Imagina que tu hija se ha enamorado de alguien que, no solo no te cae bien, sino que además, no tiene “dónde caerse muerto”.
El amor te motivará a intentar evitar que esa relación continúe. Ese es el porqué.
No es fácil convencer a alguien de que está equivocado cuando está enamorado. La inteligencia te ayudará a buscar maneras sutiles y creativas de demostrar tu forma de pensar.
Pero el respeto te ayudará a no pasarte de la raya, a frenar un poco, respetando el hecho de que la decisión final es de tu hija. Esto evitará que la presiones demasiado y al final sea peor todavía.
Otro ejemplo:
Quieres conseguir un ascenso.
Si lo haces por amor a tu familia, para darles lo mejor, tendrás una motivación extra. Trabajarás más, aceptarás trabajos que no te gustan, y tendrás razones para pedir ese ascenso.
La inteligencia te ayudará a buscar maneras de superar a los demás que también optan por el ascenso. Gracias a la imaginación, se te ocurrirán soluciones que otros no han pensado.
El respeto te ayudará a no sobrepasar límites éticos, quizá mintiendo, o haciendo quedar mal a otros. Además, si no consigues tus objetivos, el respeto te ayudará a no chocarte con otros compañeros, y a respetar la decisión ajena, buscando otra opción mejor.
La combinación de amor, inteligencia y respeto es muy interesante. No hacemos las cosas por respeto, ni sin él. No hacemos las cosas porque sean inteligentes, sino por amor. Pero tampoco vamos por la vida como kamikazes, sino que usamos la inteligencia y el respeto como guía para nuestra seguridad.
¿Qué te parece? ¿Se te ocurren más maneras de usar el amor, la inteligencia y el respeto?
Que el amor sea tu motor, la inteligencia tu volante, y el respeto, tu freno. Clic para tuitear