¿Cómo motivar a los demás de la manera correcta? En este artículo veremos un pequeño cuento que trata sobre un pescador, una serpiente y una rana. Además, hablaremos de la teoría de la motivación de Burrhus Frederic Skinner, un personaje un tanto polémico.
El pescador, la serpiente y la rana
¿Conoces la historia del pescador, la serpiente y la rana? Déjame que te la cuente…
Un pescador aficionado vio cómo, de repente, se acerco a su barca una serpiente que llevaba una rana en la boca. El pescador, entristecido por la suerte de la ranita, observó con alivio que todavía estaba viva. Así que la liberó con cuidado de entre los colmillos de la serpiente para no lastimarla. La ranita se alejó contenta, y esto alegró mucho al pescador.
Sin embargo, después de ver alejarse a la ranita sana y salva, también le dio lástima por la serpiente, que se había quedado sin su presa. Así que sacó una botella de Ron que llevaba para soportar el frío, y le dio unas gotitas del líquido milagroso a la serpiente. La serpiente se marchó muy contenta, y el pescador se quedó satisfecho de sus varias obras buenas.
Un rato después, y mientras el pescador todavía sonreía por la anécdota vivida, oyó unos golpecitos en el costado de la barca. Cuál sería su sorpresa cuando vio de nuevo a la misma serpiente, pero esta vez, con dos ranas entre sus dientes.
Esta pequeña historia encierra una lección interesante: ten cuidado con lo que haces, porque podrías potenciar una conducta incorrecta.
Los estudios de Skinner
Uno de los muchos expertos que han investigado el tema de la motivación, fue Burrhus Frederic Skinner. Además de investigador, este señor fue filósofo, inventor y autor. Y… por qué no decirlo, según parece fue alguien bastante polémico.
Una conclusión interesante a la que llegó este investigador, es que la motivación es sobre todo, extrínseca. Es decir, que nos motivan desde afuera. Esto contradice un poco a lo que señala la pirámide de Maslow, donde la motivación es más bien, propia.
Sea como sea, Skinner demostró que, ante un estímulo externo, se produce en nosotros una reacción voluntaria. Esta respuesta puede ser reforzada de manera positiva o negativa, provocando que la conducta en cuestión se fortalezca o se debilite.
En el caso de la serpiente, por ejemplo, se dio un refuerzo de la conducta. Ella entendió que había hecho bien, ya que recibió una recompensa; así que, ¿por qué no llevar ahora 2 ranas en vez de una?
Esto mismo sucede con las personas. La manera como actúan los demás al tratar con nosotros, refuerza o debilita nuestra conducta. Según Skinner, hay 4 tipos de refuerzos:
- Positivo (cuando elogias o recompensas a alguien por lo que ha hecho)
- Negativo (cuando se critica cierta acción)
- Extinción (se elimina el reforzamiento positivo; antes te premiaba por algo, y ahora dejo de darte el premio)
- Castigo (como una multa, una pena de cárcel…)
Cómo podemos usar los 4 tipos de refuerzos de la conducta
¿Para qué nos sirve todo esto? Bien, piensa en qué ocurre cuando alguien en quien puedes influir, hace algo. Puede que seas padre, jefe, o tengas cierta autoridad moral en un grupo. Incluso también serviría si se trata de un familiar, o un compañero de trabajo. La cuestión es, ¿qué refuerzo le das?
Un ejemplo muy sencillo. Entras a la juguetería con tu niño, y pide más juguetes de los que puedes comprar. Así que le dices que no, y el niño se pone a llorar, a patalear… vamos, que te forma un espectáculo. ¿Qué refuerzo usarás?
¿Le darás besitos y abrazos para que se calme? ¿Le permitirás que sea el centro de atención? ¿Le comprarás todos los juguetes? ¿Le comprarás solo lo que ya se había decidido o te irás de la tienda sin comprar nada? ¿Le impondrás un castigo por su comportamiento?
Piensa ahora qué conducta vas a reforzar dependiendo de cómo actúes.
Lo mismo sucede con empleados de estos que siempre se están quejando, que siempre están pidiendo, y al final, el jefe, con tal de no oírlos mas, les hace caso. ¿Cuál es el refuerzo que se ha usado? ¿Qué entenderá ese empleado?
Las ventajas de ser proactivos al premiar una buena acción
Claro, quizá estés pensando que, en este tipo de situaciones, es complicado saber qué hacer. Y es cierto. Por eso, la clave de la motivación está en la opción número 1: el encomio y el premio cuando se hace lo correcto.
Muchas veces nos comportamos de forma reactiva, y no proactiva. Es decir, reaccionamos cuando el niño se pone a protestar o cuando el empleado se queja. Sin embargo, el mejor refuerzo de la conducta es el premio. Si observamos la conducta de la otra persona, y estamos atentos a las acciones correctas, podremos premiar y elogiar esa conducta. Este reforzamiento hará que la persona se concentre en ese tipo de acciones, y elimine por descarte, las acciones equivocadas.
Por otro lado, hay que tener claro qué conducta queremos potenciar. Por ejemplo, ¿quieres premiar el resultado o el esfuerzo? Imagina, por ejemplo, que tu hijo se esfuerza muchísimo, pero no consigue tener buenas notas. ¿Qué reforzarás? Si te centras en el resultado, puede que la persona se concentre en ello, y que consiga sacar buenas notas por vías poco éticas, o que simplemente, se enfoque en las notas pero no en el aprendizaje. Pero si te centras en el esfuerzo, quizá se olvide de que es necesario aprobar.
En este caso, lo idóneo sería tener 2 niveles de recompensa. Uno por el esfuerzo y otro por el resultado. En otros casos, hay que determinar con cuidado qué se refuerza y cómo.
Además, es necesario estar atento a cómo la persona responde a nuestros refuerzos, e ir ajustándolos según sea necesario.
Como decíamos al principio, el tema de la motivación es fascinante, y se ha escrito mucho al respecto. Si quieres saber más, te recomiendo un libro excepcional: El pequeño libro de la motivación, de Rubén Turienzo
Sea como sea, no queremos ser como el pescador del cuento, que por querer ser demasiado bueno, terminó con una serpiente asesina de ranas como amiga.
“La alabanza tanto es buena cuanto es bueno el que la dice, y tanto es mala cuanto es vicioso y malo el que alaba” ~ Miguel de Cervantes Clic para tuitear