Las 12 mejores formas de responder a una crítica con efectividad

Cómo responder a una crítica

Tabla de contenidos

Todos hemos sufrido en alguna ocasión alguna crítica injustificada. Las críticas duelen, y duelen mucho. Sin embargo, las críticas, al igual que los insultos, son una propuesta; una propuesta que tú puedes aceptar o rechazar. En este artículo, vamos a ver cómo afrontar las críticas de forma efectiva.

Morderse la lengua

Morderse la lengua para no responder a las críticas injustas

Lo primero a tener en cuenta es que no debemos precipitarnos y responder lo primero que pensemos. Hay una expresión para eso: “morderse la lengua”. Y, aunque parezca una frase simbólica, tiene mucho de literal.

De hecho, existe una bi-direccionalidad entre cuerpo y mente. Es de sobra conocido que nuestro cuerpo refleja lo que pensamos. Pero no lo es tanto que nuestro cerebro también refleja lo que hace el cuerpo.

En el libro Inteligencia emocional, de Daniel Goleman, se explica que, si haces conscientemente un gesto con el rostro, tu cerebro recibirá una especie de orden de sentirse de forma correspondiente a ese gesto. De ahí que sonreír todas las mañanas, aunque sea sin ganas, aumenta la sensación de bienestar.

Recientemente descubrí otro truco relacionado con la lengua. Resulta que, inconscientemente, mientras pensamos, la lengua hace micro-movimientos. Es algo parecido a la sub-vocalización que sucede al leer. Hasta aquí, todo lógico: el cuerpo sigue a la mente. La lengua no hace sino reflejar lo que la mente dice.

Pero… ¿qué sucede si, de pronto, en medio de una discusión, o al recibir una crítica, movemos la lengua y la situamos tocando el paladar superior, justo detrás de los dientes, y la mantenemos ahí quieta? ¡Sorpresa! Lo más normal es que nuestra mente deje de pensar y se concentre en que la lengua se quede en esa posición.

Algunas webs también dicen que este movimiento de la lengua ayuda a dormirse más rápido, y en otras, que es imposible llorar si mantienes la lengua tocando el paladar. (No lo he podido comprobar, la verdad, pero me suena lógico)

Sea como sea, la primera clave para gestionar las críticas correctamente, es mantener la calma, y morderse la lengua.

Ante la crítica, mejor morderse la lengua, que hablar sin pensar. Clic para tuitear

El silencio también es un idioma

Ante las críticas, mejor callar

Otra clave a tener en cuenta para gestionar correctamente las críticas, es que, a veces, no es necesario responder; por lo menos, audiblemente. Y es que el silencio también es un idioma.

Hay cosas que no se pueden expresar con palabras. Existen sentimientos que ni mil libros de mil páginas cada uno podrían describir con exactitud.

Una mirada dice tanto como un gran discurso. Como la mirada enamorada, la mirada de una madre, o de un ladrón pillado “in fraganti”.

Un gesto, una forma de caminar, unos brazos en jarra, expresan en segundos costumbres y actitudes de una vida entera.

También está el que calla, el que dice más con sus silencios que con sus palabras. O el que habla mucho, pero no dice nada. Aquel en quien interesa detectar sus oportunas omisiones en sus vehementes peroratas.

Así que sí, dejando a un lado el habla, y enfocándonos en el silencio, descubrimos que hay otro idioma, uno que probablemente nos diga más que la palabra audible.

Y es este idioma, el del silencio, el que mejor habla contra las críticas.

El mejor idioma para responder ante las críticas es el del silencio. Clic para tuitear

Todos tenemos luz

Todos tenemos luz, no hace falta criticar

Algo importante a la hora de gestionar correctamente las críticas que recibimos, es recordar que cada uno tiene su propia luz. Me explico…

Todos tenemos luz. No es una luz real, pero, de alguna manera, los demás la pueden ver con más o menos claridad. Hay quien tiene más luz que otros, o bien consigue más alcance. Pero al final, todos tenemos luz.

El problema está en a dónde enfocamos la luz y cómo la usamos. Podemos elegir ayudar o criticar, con la misma luz.

Hay quien la dirige a sí mismo, intentando hacerse notar, y elevando su ego. El resultado suele ser el contrario. Es como cuando colocamos una linterna en la barbilla, iluminando nuestro rostro en una noche oscura. Más allá de la gracieta, lo que parecemos es un fantasma, y hasta los niños huyen.

Otros la dirigen hacia los demás, directa, sin tapujos, dejando claro que saben de esto o de lo otro. Pero nuevamente, el resultado es negativo. En vez iluminar, deslumbran, y si la víctima no lo remedia apartando la mirada, sus críticas veladas terminan por hacer daño, más que bien.

Por supuesto, siempre hay quien, como faro protector, ilumina los peligros, nos dirige con su luz. Estos, hasta cuando están apagados, son bonitos.

Todos tenemos luz. La cuestión es cómo la usamos. Podemos deslumbrar y dañar, o alumbrar y ayudar. Nosotros decidimos. Clic para tuitear

Brillando con luz propia

Para brillar con luz propia, no hace falta apagar la de los demás.

Siguiendo con el tema de la luz, en ocasiones, se dice de alguien que brilló “con luz propia”. Suele hacer referencia a una persona que destacó por encima de los demás, o que, por su esfuerzo, consiguió lo que otros no pudieron.

Pensando en esta expresión, me pregunto: ¿Y con que luz brillamos cuando no es la nuestra?

Bien pudiera ser que reflejáramos la de otra persona, quizá imitando o poniendo en práctica los consejos recibidos.

Pero también hay un peligro: intentar oscurecer la luz de los demás para parecer que nosotros brillamos más. En muchas ocasiones, es esto lo que intenta conseguir la persona que critica. ¿Has visto a alguien así? ¿Que critica constantemente a otros dejando entrever, incluso inconscientemente, que él es mejor? ¿Te has sorprendido haciendo esto, aunque sea en alguna ocasión? (Yo sí, y lo siento. No está bien)

Imagina por un momento a un grupo de gente en una sala. Dibújalos en tu mente como si fueran candelabros. ¿Sabes qué? Unos son más grandes, otros más chicos. Unos tienen alguna vela más que otros. Algún que otro candelabro tiene velas apagadas. Hay diferencias en la intensidad y en el tono de las luces. Lo importante es que todos, todos, sin excepción, tienen luz.

Entre medias del barullo, te das cuenta de que hay un candelabro que va encendiendo las velas que están apagadas; con elegancia, con amabilidad.

También hay otro candelabro distinto a los demás. Este brilla muy poquito. Lo curioso es que se mueve entre la multitud, tratando de apagar las velas de los demás.

Una pregunta. ¿Cuál de los dos te gustaría ser?

Sea como sea, recuerda (yo también lo intentaré): la competencia no opaca nuestro brillo, lo multiplica.

Para brillar con luz propia, no hace falta apagar la de los demás. Cuando entendemos esto, y nos esforzamos por brillar con nuestra propia luz, al mismo tiempo que compartimos lo que podemos con los demás, vamos apagando poco a poco la crítica ajena.

Para brillar con luz propia, no hace falta apagar la de los demás. Clic para tuitear

3 contra 1: la crítica daña a su autor

Cuando señalas a otro con el dedo, 3 dedos te señalan a ti.

Otra cosa a tener en cuenta es que, contrario a lo que a veces sentimos, la crítica debería señalar al autor. De hecho, aquel que critica debería recordar la regla del “3 contra 1”. ¿Qué es esto?

Según los expertos, un bebé comprende el gesto de señalar a los 8 meses, pero solo es capaz de usarlo él mismo, a partir de los 10 meses. Es bastante posible que esto ocurra antes de que aprenda a hablar.

Una vez que un bebé aprende a señalar, usará este gesto con bastante frecuencia. Igual puedes hacer un ejercicio de imaginación y visualizar a un bebé señalando algo, y a ti, sin saber qué quiere, hasta que, al cabo de un rato, el bebé se ríe, y sigue a lo suyo. ¡Qué tierno, ¿verdad?!

Ya de mayores, seguimos señalando, pero con limitaciones. Incluso se puede considerar ofensivo señalar con el dedo a alguien.

Otra forma de señalar es con el lenguaje. Señalamos al criticar a otros, al hablar mal de los demás, o al acusar a alguien, como si literalmente le señaláramos con el dedo, y dijéramos: «Ese… ha sido ese». Incluso se puede intuir lo que sigue: «Yo no».

Lo curioso del caso, es que nos olvidamos de que ese gesto se realiza de una forma interesante: mientras el dedo índice señala en una dirección, inevitablemente, hay 3 dedos que te señalan a ti.

Y así se cumple, en muchos casos, que, mientras intentamos dirigir la atención a otros criticando, nos señalamos a nosotros mismos.

Mientras el dedo índice señala al otro, inevitablemente hay 3 dedos que te señalan a ti mismo. Clic para tuitear

Jajaganda

Hombre burlándose - Jajaganda (Hahaganda) como forma de crítica

Existe un tipo de crítica muy sutil y también dolorosa. A ver si te suena la siguiente situación…

En medio de una discusión acalorada, con estocadas verbales provinientes de varios frentes, y mientras das todo de ti para esgrimir tus argumentos, de pronto, el gracioso del grupo, hace una de las suyas.

Usa una broma, repite tus últimas palabras con un tono burlesco, suelta un chiste o algo parecido. Sus recursos son enormes. Pero sea cual sea el que use, justo a continuación, suelta una risa estruendosa, y, peor aún, muy contagiosa.

El resto del grupo no tarda mucho en acompañar la carcajada, mientras tus impresionantes argumentos se desvanecen como un globo pinchado mientras se aleja.

Da igual que vuelvas a la retorica, que cambies de razonamiento. El desastre está hecho. Aunque no lo parezca, lo que el otro ha conseguido es desacreditarte, criticarte de un modo indirecto, dando por sentado que tus argumentos no valen para nada.

¿Te suena esta situación? ¿Has vivido algo parecido?

Pues resulta que ya hay un nombre para esto: Jajaganda.

El término viene de «hahaganda», y fue usado por primera vez en un estudio del 2017 en el que se explicaba cómo los servicios de inteligencia rusos usan el humor o la burla para desinformar.

Probablemente te suene de una serie bastante famosa: Homeland

Y quizá también sepas que estos servicios de inteligencia son bastante reales.

Los insultos que se usen, el contexto, o la técnica pueden variar. Pero siempre hay un punto en común: se oscurece la verdad y se critica a la víctima. Además, se evita a toda costa analizar si el argumento presentado es correcto o no.

Teniendo en cuenta a nuestra nueva amiga de la crítica, la jajaganda, me gustaría compartir tres reflexiones a las que he llegado.

  1. Intentar convencer a alguien propenso a usar la jajaganda o la critica en general, no solo es perder el tiempo, sino incluso puede llegar a ser una tremenda insensatez por nuestra parte.
  2. Evita por todos los medios mezclar el aspecto, las creencias, el origen, la forma de hablar, o cualquier otro factor, con el argumento presentado. Céntrate en si lo que se dice es correcto o no, y libérate de los prejuicios. Hasta tu mayor enemigo te puede enseñar algo de valor.
  3. Jamás caigas en el insulto barato o en la risa fácil. Aprende de todos, pues todos tienen algo que enseñar.
Aunque pueda parecer gracioso, usar la burla para contradecir un argumento es una crítica carente de toda validez. Clic para tuitear

Mándala a callar (a tu voz interior)

Tu voz interior

Es posible que, a pesar de lo que hemos comentado hasta aquí, tengas un enemigo en tu interior. Me refiero a esa vocecilla que todos tenemos.

Esa segunda voz es esa que nos refrena y evita que hagamos o digamos alguna locura, como cuando respondemos a una crítica de forma incorrecta.

(Si te parece, vamos a llamarlas voz A y voz B. Así no nos liamos)

La pregunta es… ¿cuántas veces oyes a B?

Porque resulta que hay momentos en los que no aparece. Una discusión descontrolada, unas críticas salvajes… ¿dónde estabas para ayudar, querida vocecita B?

En un mundo con tantos impactos sobre nuestro cerebro, con tantas obligaciones y tareas que hacer, el estrés asusta a nuestra segunda vocecita.

Es por eso que, tomarse todos los días, unos minutos para estar en silencio, en calma, y darle confianza a nuestra voz B, resulta ser un excelente ejercicio que nos ayudará a sobrellevar las críticas, entre otras cosas.

Y, de pronto, en medio de un atasco, antes de comprar por compulsión, y sobre todo, al escuchar una crítica hiriente, y antes de ponerte como un energúmeno, te sorprenderás sonriente escuchando a tu voz B diciendo: “Tranquilo, estoy aquí. No te preocupes que voy a mandar a callar a mi amiga A, y tomo el control. Todo irá bien.”

(Nota importante: si tienes más de dos voces, ¡háztelo mirar! 🤪)

Busca tu voz interior y aprende a escucharla. En los momentos de más tensión en la vida, será ella quien saldrá a tu rescate. Clic para tuitear

Que nadie le crea

Sala de juicios vacía, como un juicio en el que se te critica sin estar presente.

Uno de los problemas de la crítica, es que no hace falta que tú estés presente para recibirla.

Es muy fácil hablar de otros cuando no están. Aún cuando el que escucha no esté del todo de acuerdo, es difícil rebatir y abortar o redirigir la conversación. A nadie le gusta ser el “cortarrollos”.

Al final, este tipo de conversaciones se convierten en un juicio donde no está presente el jurado, ni los testigos, ni el abogado, ni siquiera el acusado. Solo está el juez (que también hace de fiscal), y el público presente.

Sin embargo, aún así, hay un sistema buenísimo para contrarrestar las críticas injustas. Consiste en actuar del modo contrario a lo que dicen que eres.

No podrás evitar las críticas, pero sí conseguirás que nadie las crea, pues al final, los hechos… pesan más que las palabras.

Como decía el genial Wayne W. Dyer: “Vive de tal manera que, si alguien hablara mal de ti, nadie le creería.” 

“Vive de tal manera que, si alguien hablara mal de ti, nadie le creería”. ~ Wayne W. Dyer Clic para tuitear

Termómetros y termostatos

Termómetro

Se podría dividir a las personas en dos tipos: termómetros y termostatos. Criticones y hacedores. Verás por qué.

Un termómetro mide la temperatura y te la muestra, nada más. Sin embargo, un termostato, no solo mide la temperatura, sino que realiza una acción. Por ejemplo, en un vehículo, el termostato del radiador actuará para que, llegado a una temperatura, se accione un ventilador, y se enfríe el motor.

Sin el termostato, muchos aparatos se romperían.

En la vida sucede lo mismo. Hay gente capaz de percibir problemas. Los ven, y te los dicen. Pero no hacen nada. Simplemente, critican sin parar, todo lo que ven mal.

Otros, normalmente más discretos que los anteriores, no solo ven problemas, sino soluciones. Por eso actúan, ayudan a evitar un mal mayor. En vez de criticar, hacen. ¿Y cómo me ayuda esto a afrontar las críticas?

En primer lugar, al detectar a este tipo de personas, puedes estar alerta, ya que, antes o después, tú serás el objetivo de sus críticas.

Y en segundo lugar, al darte cuenta de su mecanismo de crítica, puedes intentar interrumpirlo. ¿Cómo? Con una pregunta sencilla: «¿Tú qué eres? ¿Termómetro o termostato?»

Un termómetro solo mide la temperatura, pero un termostato actúa. ¿Qué tipo de persona eres tú? ¿De los que critican? ¿O de los que actúan? Clic para tuitear

Yo «elijo que»

Mujer elige frente a un cruce de caminos

Mucha gente, cuando ve un problema, se queja diciendo eso de “es que… bla bla bla”. Está bien, es una perorata, un desahogo ante un fallo, una crítica poco constructiva. Puede ser que critiquen a otras personas, u organizaciones, o hasta que nos estén criticando a nosotros.

Otros usan la fórmula “hay que”. No solo ven el problema, sino que añaden solución. Muchas veces, una solución miope, que no tiene en cuenta todos los factores, y que no ha sido fruto de una reflexión seria. Puede ser una crítica encubierta, como dando a entender que otros deberían hacer algo, sin señalarles directamente. También es cierto que, a veces, ese “hay que” puede esconder la idea brillante que todos necesitábamos. 

Un tercer grupo, menor que los anteriores, prefiere la frase “tengo que”. Se involucra, se siente parte del problema, pero sobre todo, de la solución. La queja se convierte en constructiva y casi desaparece. Ahora hay una intención, una promesa de mejora. 

Finalmente, están los “elegidos”, los amos de la cúspide. Estas personas entienden lo que se oculta detrás del “tengo que”. Esa obligación inexistente, esa pistola en la nuca imaginaria, que nos empuja a hacer algo. Ellos saben que no hay ningún “tengo que”; que casi todo son elecciones propias. Por eso, cuando ven un problema, piensan en la solución, examinan si deben formar parte, y entonces deciden actuar. ¿Su frase?

“YO ELIJO QUE”

A las personas que se expresan de esta manera, difícilmente se les puede criticar. Después de decir «yo elijo que», pocas palabras se puede añadir. Hemos decidido, y lo que queda, es el respeto. O eso, o una buena argumentación. Y como la mayoría de críticas carecen de eso, seguramente, nos ahorraremos una crítica más.

Propón

Propón suena a redoble de tambor y es un anti-críticas estupendo.

A veces la crítica, y más concretamente, la queja, es simplemente una válvula de escape de nuestros sentimientos. Otras veces es un mecanismo de defensa: mientras criticamos a los demás, nadie mira hacia nosotros. Además, la queja nos auto-convence de que la culpa nunca es nuestra, y nos permite echarla al exterior.

Precisamente por estos motivos, la crítica es adictiva. Aparentemente, nos trae buenos resultados, sobre todo a corto plazo. Sin embargo, para que la crítica fuese efectiva, habría que dedicar muy poco tiempo a identificar dónde se ha fallado, y mucho más tiempo en proporción, a ver qué se puede hacer para mejorar.

Te propongo un truco: usar la palabra “PROPÓN”.

No hace falta que añadas nada. Simplemente, dila. “Propón”. Así, seca, cortante.

Imagina la situación. Tu compañero de trabajo, que tiene confianza contigo, lleva un cuarto de hora criticando lo mal que se está gestionando todo en la empresa. De pronto, le miras y le dices: “Propón”. (Un silencio). “¿Cómo?” -dice él. Lo repites: “Propón” -ahora con otro tono, como confirmando.

Bien… ¿qué crees que ocurriría si usases la palabra “propón” como anti-críticas?

También podrías usarla para ti mismo. Cuando estás en bucle de crítica, acuérdate y dila en voz alta, añadiendo tu nombre, y repitiéndola. (“Propón Jaír… propón”).

Palabra mágica anti-críticas, de 6 letras, con una sola vocal, y que suena como un redoble de tambor: “PROPÓN” Clic para tuitear

Venganza

Ante la crítica, su venganza fue ser feliz

Para concluir este recopilatorio de formas de responder a las críticas, me gustaría mencionar la que, para mí, es la mejor forma de reaccionar ante una crítica: la venganza.

¿A qué me refiero? Déjame que te lo explique como si hablara de una tercera persona:

No decidió vengarse como lo hace la mayoría.

Prefirió no responder a la crítica con la misma moneda, pues sabía que no ganaría nada en el cambio.

Tampoco usó el “don” de la palabra, insultando a la cara, ni criticando a la espalda.

No se le pasó por la cabeza usar la violencia, ni física, ni emocional.

Rechazó todo tipo de pensamientos humillantes, como ese de “fue mi culpa”, o el de “si hubiera hecho esto otro”.

Ni ignoró la crítica, ni le dio mayor importancia. Escogió no perder tiempo, ni gastar emociones en balde. Sabía que eso no le llevaría a ningún sitio.

Forzar la situación no era una opción.

Sencillamente, su venganza fue… ser feliz.

Su venganza fue… ser feliz. Clic para tuitear

Espero que esta lista de 11 formas de responder a una crítica te haya gustado, y sobre todo, que te haya parecido útil.

Por supuesto, hemos obviado un punto importante. Y es que damos por sentado que hablamos de críticas injustas, no merecidas.

De todas formas, como las cosas no son siempre blancas o negras, algo que puede ayudar es recordar que las críticas son como un regalo, que puedes aceptar o rechazar. Ten en cuenta también, la ley del espejo, y por último, piensa que una crítica puede ser constructiva o destructiva depende más de ti, que del que la hace.

¿Qué te ha parecido? ¿Se te ocurre alguna otra manera de afrontar las críticas? ¿Crees que me equivoco en algo? Aprovecha los comentarios, y comparte tu punto de vista. Eso sí… ¡evita criticar!

Me despido. Hasta que nos veamos de nuevo… ¡que lo pases muy bien!

Solo sé
Estilo de vida

Cumple por fin con esas metas de año nuevo

Se acerca un nuevo año, y con él, damos por cerrada una etapa y comenzamos otra. Es bastante frecuente que, aprovechando este final de ciclo, nos pongamos metas y objetivos. ¿Te has puesto los tuyos ya? ¿Crees que los conseguirás? ¿O se trata, un año más, de los mismos deseos que todavía no has logrado?

Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?