Los trenes de pensamiento

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Escuché la analogía de «los trenes del pensamiento» hace un tiempo, y recientemente me volví a topar con ella. Me parece muy interesante para comprender por qué muchas veces nos trabamos en un pensamiento repetitivo, y nos cuesta salir. Al mismo tiempo, nos da una herramienta para decidir qué pensamientos vamos a permitir en nuestra mente y cuáles no.

La estación de tren

Imagina que estás en una estación de tren. Estás sentado esperando, observando. Van pasando trenes. Cada tren es un pensamiento, y cada uno te lleva a una dirección distinta. Algunos trenes son circulares. No van a ningún sitio; simplemente, dan vueltas.

Hay que recalcar que quien está sentado en la estación eres tú, pero tu parte observadora. Ya sabes que en nuestro cerebro habitan dos vocecitas. Una es inquieta, está siempre en funcionamiento. La otra es más pausada, observadora, e interviene para hacernos advertencias. Es como si te hablases a ti mismo. Algunos la llaman conciencia, o el ser interior, o la mente consciente. Sea como sea, esa es la parte que vamos a usar de nuestra mente.

Bien. Mientras estás sentado, ves pasar diferentes trenes. «Tengo que recoger a los niños en el cole», «Fulanito me miró mal. Seguro que está enfadado», «Nadie me quiere», «Soy un crack pero no me entienden»…

Los trenes van pasando. A veces hay trenes que pasan seguidos, y otras veces, hay espacios muertos sin ningún tren.

Pero tú no te subes en ninguno. Simplemente los observas, meditas en a dónde te llevan, y los dejas marchar. Hay alguna ocasión en la que, sin querer, empujado por ese otro yo, te subes a algún tren y continuas pensando en esa idea, pero rápidamente te das cuenta, y en la siguiente estación te bajas.

Cómo realizar el ejercicio

Este ejercicio se puede hacer de forma sencilla. Nos sentamos en algún lugar tranquilo, y nos quedamos en silencio. En pocos segundos comenzaremos a tener ideas, recuerdos, pensamientos… TRENES. La idea es dejar marchar esos pensamientos. Hacer como el observador que está en el andén. Con 5 minutos al día que lo hagamos será suficiente.

Si te sirve de ayuda, recuerda el acrónimo D.R.O.P. (Detente, respira profundamente 2 o 3 veces, observa, y prosigue).

No es un ejercicio fácil, pero ayuda muchísimo a tomar el control de nuestra mente.

A veces, en la rutina diaria, de pronto, sentirás a ese observador sentado en la estación, y dejarás marchar pensamientos que solo te llevan a sitios feos.


*Imagen de cabecera: NoName_13 en Pixabay

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?