Hace poco se estrenó una película sobre inmortales. Una más. Y… como no, va de peleítas, de luchas ancestrales, de guerreros épicos.
Y… digo yo… si tantos años de vida tienes, ¿por qué no has aprendido a conseguir objetivos sin tener que tirar mano de las espadas?
Se supone que alguien que ha conocido tantas diferentes culturas, que ha vivido en diferentes sitios, habrá madurado. Pero no, en vez de aprovechar un conocimiento extraordinario para vivir bien y para hacer el bien a los demás, resulta que se dedica a luchar.
Y es que no es lo mismo conocimiento que sabiduría. En realidad, hoy en día no hace falta ser inmortal para tener un conocimiento extraordinario. Vivimos en la época de la historia que más datos disponibles tiene.
Cualquiera puede conectarse a internet y aprender lo que quiera.
Pero claro, eso no es sabiduría. La sabiduría implica usar lo que se aprende de forma inteligente, y eso… eso brilla por su ausencia.
Por eso, pregúntate: esto que voy a leer o que voy a escuchar o ver, ¿me va a servir para algo? ¿o es consumir contenidos por pasar el rato? ¿estoy poniendo en práctica lo que aprendo? A medida que tengo más años de vida, ¿disfruto más? ¿consigo más objetivos y lo hago sin tener que luchar tanto? ¿he aprendido a hacer el bien a los demás?
Son buenas preguntas, creo, porque si no, puede ser que pases muuuchos años de vida, con poca vida en tus años.