Limpiar datos: la profesión del futuro

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Creo que se me ha ocurrido una nueva profesión: limpiador de datos.

¿Existen los datos?

El tema de los datos es algo curioso, porque, aunque todos sabemos que existen, no les damos una ubicación. Sí, los vemos ahí en la pantalla, pero, ¿dónde están? ¿existen realmente?

Lo cierto es que sí. Todos los datos se acumulan en memorias. Algunas son tan simples como un pequeño chip en un reloj inteligente. Otras memorias están en servidores ubicados por todo el mundo. Por el momento, el tamaño de las memorias no es un problema, aunque al ritmo que vamos, y conociendo las pésimas estrategias de eficiencia del ser humano, es fácil prever que en un futuro, el exceso de datos será un problema.

Y es que crear datos es muy fácil. Puedes abrir un canal de Youtube, generar miles de posts en una red social, hacer fotos en modo ráfaga, y grabar un podcast simplemente por probar cómo es eso. Pero, ¿quién hace limpieza?

Para incrementar el problema, hay que reconocer que la mayoría de los datos acumulados son basura. Otros muchos, están desactualizados. Así que encontrar lo que sirve es una tarea tediosa.

No hablo de borrar datos. Eso es relativamente fácil. El punto es que hay que sanear, borrar lo que no sirve y dejar lo que sí. Me imagino incluso a este trabajador del futuro buceando entre datos y encontrando algún que otro tesoro super valioso.

También imagino a ese trabajador especializado llegando a una empresa y limpiando metódicamente sus bases de datos, dejando solo lo que hace falta y ahorrando horas de trabajo a sus empleados, que ya no tendrán que buscar entre miles de gigas para encontrar lo que querían.

Responsabilizándonos de nuestros datos

Ahora bien, más allá de la memoria global, piensa en tus propios datos. Estoy seguro que tienes tantas fotos, tantos archivos acumulados en tus dispositivos, que el solo hecho de hacer una limpieza te pone malo. ¿O no?

De momento, no conozco a nadie que se dedique a esto. Así que, mientras tanto, deberemos ser nosotros quienes nos adelantemos a la jugada y nos responsabilicemos de nuestros propios datos. Hacer esto no es simplemente un ejercicio minimalista / frikie. Ten en cuenta que a nivel usuario, las memorias así como las nubes nos cuestan dinero todos los meses. Y no me extrañaría que lo que pagamos por tener datos vaya subiendo año tras año.

Así que te sugiero que hagas limpieza de todo lo que puedas. ¿Cómo?

  • Captura y archiva menos información. Una regla interesante es la de la duplicidad. Si tienes un archivo en un sitio, incluyendo internet, ¿de verdad te hace falta tenerlo duplicado en otra ubicación?
  • Haz menos fotos.
  • Borra todo lo que no te sirva, esté duplicado o desactualizado. Cada vez que veas un archivo, foto, documento, correo, piensa si lo sigues necesitando.
  • Guarda lo imprescindible en ubicaciones bien pensadas. Encontrar la información es un arte cuando tienes mucha. Pero si simplificas, es fácil decidir dónde la guardarás, y eso te facilitará la búsqueda.
  • Ten menos cuentas de correo, menos suscripciones, menos carpetas, menos categorías, menos dispositivos.
  • Borra las cuentas de las redes sociales y otros servicios que no uses.
  • Agenda bloques periódicos para limpiar tus dispositivos.

En mi caso, usar el método C.A.R. me beneficia a la hora de no acumular tanta porquería. En el método, uno de los primeros ejercicios consiste en hacer un listado de todas las bandejas de entrada e intentar simplificar eliminando alguna. Después, se analiza periódicamente cada elemento de todas las bandejas, decidiendo si guardarlo o no. Además, tengo bloques de limpieza periódicos. ¿El resultado? Ahora mismo, todos los datos que necesito ocupan unos 8 gigas.

¿Qué te parece? ¿Nos ponemos a hacer limpieza? Oye, ¿quién sabe? Igual nos estamos formando para una exitosa profesión del futuro.


*Imagen de cabecera: Gerd Altmann from Pixabay

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?