Me gusta muchísimo la palabra usufructo. Tiene una sonoridad pegadiza. Si no es por la “o” final, sería una palabra curiosa con muchas “ues”. De hecho, en latín sería “usus fructus”. Prueba a decirla varias veces; verás qué gracioso…
Según la definición del artículo 467 del código civil español, usufructo es «el derecho a disfrutar los bienes ajenos con la obligación de conservar su forma y sustancia, a no ser que el título de su constitución o la ley autoricen otra cosa«.
El origen de la palabra es fácil: “uso” del “fruto”, o disfrute. En palabras más sencillas, usufructo es disfrutar de una posesión aunque no sea tuya.

Un ejemplo clásico de usufructo sería cuando la viuda disfruta de las posesiones del fallecido, mientras viva, y aunque dichas posesiones sean heredables.
Claro, la ley deja claro que el disfrute también trae consigo responsabilidades y limitaciones. Siguiendo con el ejemplo anterior, imaginemos que se trata de una vivienda en usufructo. Aunque no sea el propietario, la persona que habita el inmueble debe cuidar y mantenerlo en buen estado. Por otro lado, entre otras limitaciones está que no puede vender ni alquilar la propiedad.

El usufructo y la vida
Pues bien, resulta que la vida, en sí misma, es un usufructo.
En cierto modo es algo que se nos ha dado, un regalo, un privilegio. No nos pertenece. No podemos decidir cuándo se nos da ni cuándo se nos quita. Tampoco la podemos vender ni alquilar. Eso sí, si queremos mantenerla mucho tiempo, debemos cuidarla.
Muchas de las decisiones que tomamos, las realizamos sin acordarnos de que la vida es un usufructo. Nos creemos los dueños, con derechos pero sin responsabilidades. Pensamos que podemos hacer y deshacer a nuestro antojo, sin consecuencias, pero no es así.
Si fumas, mueres antes. Si no cuidas tu alimentación o te sientas en un sillón seis horas al día, se te cancelará antes de tiempo el usufructo. No, no puedes hacer lo que quieras con tu cuerpo sin resultados.
Por otro lado, algunos alquilan o hasta venden sus vidas permitiendo que sean otros quienes les dirigen y les digan en qué creer, qué fiestas celebrar o qué tienen que hacer en su tiempo libre. O peor todavía, hay quien ni siquiera usa y disfruta su usufructo. Como dijo Steve Jobs:
Tu tiempo es limitado, así que no lo malgastes viviendo la vida de otra persona. No dejes que el ruido de las opiniones de otros apague tu propia voz interior – Steve Jobs Clic para tuitearLa vida está para disfrutarla, sí, pero también para usarla correctamente. Y es ese equilibrio el que permite vivir con dignidad, como un inquilino que entiende sus derechos y deberes, y que no se olvida de que la vida… la vida es un usufructo.
La vida es una obra teatral que no importa cuánto haya durado, sino lo bien que haya sido representada – Séneca Clic para tuitear