La serendipia no existe

Serendipia - el arte de encontrar lo valioso por casualidad

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¿Has oído hablar alguna vez sobre la serendipia? ¿Qué es serendipia?

El origen de la palabra serendipia se atribuye al escritor británico Horace Walpole, que, en 1754, habló de la “habilidad” de los protagonistas de un cuento persa (The three princess of Serendip, en su origen, de 1302), para descubrir por accidente cosas que no estaban buscando.

Serendib es el nombre clásico en persa para la isla de Ceilán (Sri Lanka), y parece que los árabes lo tomaron de libros como la historia de Simbad, en las mil y una noches. Así que es bastante probable que el nombre fuera inventado, y no tuviera un significado concreto.

Hoy, según la RAE, llamamos serendipia a un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual.

Así que podríamos decir que serendipia es “chiripa”, o tener un “golpe de suerte”, o como se dice en canarias, “tener un churro”.

Hay un matiz importante en la serendipia, y es que el descubrimiento que se hace es valioso.

Ejemplos de serendipia

Hay muchos ejemplos de serendipia (o supuesta serendipia) en la ciencia o en la literatura.

Por ejemplo, un clásico es el descubrimiento de la penicilina. En 1922, Alexander Fleming estaba analizando unas bacterias, cuando se contaminó la placa que usaba. Más tarde, descubrió que algo estaba matando las bacterias.

Otras serendipias fueron el descubrimiento de Cristobal Colón de las Americas, el principio de Arquímedes, los post-it, el belcro, o el LSD.

La serendipia no existe

Y… sin embargo, la serendipia no existe.

Ya vimos antes que serendipia significa actualmente: hallazgo casual. ¿Existe la casualidad?

Este es un debate interesante, pues hay muchas personas que defienden a muerte que la casualidad no existe, y que todo sucede por algo, para algo, o como resultado de algo.

Muchas religiones enseñan que todo está escrito por un ser superior, y que el ser humano no puede hacer sino transcurrir por un camino ya definido.

Otra corriente de pensamiento explica que las cosas no suceden por casualidad, sino que, detrás de un aparente accidente, se pueden determinar sus causas exactas.

También hay muchos que piensan que todo lo que le pasa a alguien, es resultado de sus decisiones, y de su forma de actuar. Dicho en otras palabras, de alguna manera, lo ha atraído.

Estoy convencido de que la vida es más parecida a un fractal que a una fórmula matemática, y que hay cosas que son el resultado de nuestras acciones (conscientes o no), y otras se escapan a nuestro control.

Pero no es el objetivo de este artículo entrar en estos debates, sino en otro mucho más práctico. Encontrar algo valioso de chiripa, tener una serendipia, es tremendamente complicado, por no decir imposible.

Cómo tener “serendipias”

Detrás de un descubrimiento valioso, siempre hay acciones conscientes. No te va a caer un diamante del cielo, vamos…

Colón iba en barco, y probablemente ya sabía algo de las Americas, y seguramente no era el primero en llegar allí.

Pasteur era investigador, igual que Arquímedes, igual que muchos otros.

Es decir, si no buscas, no encuentras. Ademas, si encuentras algo, y no haces nada con él, nunca será valioso.

La serendipia no tiene nada que ver con una conjunción estelar ni con nada paranormal. Es, simplemente, la conclusión lógica de un esfuerzo inteligente.

Si tú dedicas mucho tiempo a leer, a formarte, a buscar información, a experimentar, si te haces las preguntas correctas, ¡vas a encontrar algo valioso seguro!

Quizá no es lo que tú buscabas. A lo mejor tendrás que dejar de llamar a las musas, para que quieran venir. Es posible que tengas que intentarlo mil veces…

Pero lo que está claro es que, si cada día dedicas parte de tu tiempo para formarte y progresar, inevitablemente, tarde o temprano, tendrás una serendipia. Y, contrario a su propia definición, esta no habrá sido casual.

Cuanto más planifique el hombre su proceder, más fácil le será a la casualidad encontrarle. – Friedrich Dürrenmatt Clic para tuitear
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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?