No puedes ejecutar la misma jugada mil veces

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Todos nosotros buscamos cómo ser mejores en lo que hacemos. Con frecuencia, nos pasamos algún tiempo reflexionando para ver si encontramos el dorado, ese truco que nos haga invencibles.

Pero, ¿sabes qué? Aunque lo encuentres, no te servirá de mucho. ¿Por qué? Pues porque no puedes hacer siempre la misma jugada.

Repitiendo la jugada maestra

Vamos a trasladar todo esto a un ejemplo que la mayoría conocemos, en mayor o menor medida. Imagina que formas parte de un equipo de fútbol. Entrenas muy duro, ves videos y sueñas con marcar gol.

Un día, se te ocurre una jugada espectacular. Es algo que se te ha ocurrido a ti y a nadie más. Así que te levantas temprano, y pruebas eso que tenías en tu mente. Sale tal y como tenías pensado.

Y llega el día del partido. Estás deseando que te pasen la pelota. Cuando por fin la tienes, haces tu jugada maestra. Todos se quedan flipando y marcas el gol de tus sueños dejando atrás a varios contrincantes, y al portero mirando para ti preguntándose qué narices ha pasado.

Bien, hasta aquí todos querríamos ser protagonistas de la historia. Pero resulta que cinco minutos después, repites la jugada, una vez, otra, hasta que se termina el partido. Al siguiente partido, lo vuelves a hacer, una y otra vez. Y así, siempre que juegas.

Mi pregunta es: ¿crees que esa maravillosa jugada te va a funcionar mucho tiempo? Creo que sabes la respuesta. ¡Claro que no! Y no es que la jugada no sea buena. El problema está en otros factores. Piensa en lo siguiente:

  • Otros te intentarán imitar, con lo que ya no destacarás.
  • Van a intentar impedir que hagas tu jugada.
  • Aún cuando seas la única persona en el mundo en hacer esa jugada maravillosa, y aún cuando nadie fuera capaz de impedirlo, llegará un momento en el que, sencillamente, aburrirás. Aburrirás a los demás, y te aburrirás tú mismo.
  • Es incluso posible que alguien diga que eso no es juego limpio, que has hecho un flaco favor al deporte, y pongan una ley que prohíba esa jugada.

¿Ves el concepto? En la vida sucede igual. No es posible ejecutar la misma jugada muchas veces.

La limitación natural contra el tedio

Sí, ya sé que Bruce Lee dijo eso de «No temo al hombre que sabe dar 1.000 patadas distintas. Temo al hombre que da la misma patada 1.000 veces». Pero eso está muy bien para practicar, no para ejecutar. Bruce Lee no daba la misma patada siempre, ¿verdad?

Esta limitación natural contra las repeticiones tediosas es algo que he visto en diferentes campos. Sin ir más lejos, en esta web. Pienso en algún diseño nuevo, en un nuevo botón o banner, lo pongo en marcha, y funciona. Pero pronto empieza a decaer sin motivo aparente. Se me ocurre una nueva manera de publicitar el curso C.A.R., y logro llegar y ayudar a algunas personas. Todos contentos. Pero solo funciona un tiempo.

Seguro que si lo piensas, encontrarás este patrón en muchos sitios. Es posible que tenga que ver con lo mucho que nos gusta cambiar.

Sí, también sé eso de lo fuerte que es el miedo al cambio. Y creo en eso. Pero a nadie le gusta que la vida sea todo igual, siempre lo mismo. Queremos novedades.

La clave para usar «jugadas maestras»

No está mal encontrar una «jugada maestra», al contrario. La idea es que no puedes abusar de ella. Está claro que si la encuentras, debes saborear las mieles del éxito. Pero al mismo tiempo tienes que aceptar que no te funcionará toda la vida.

Así que, cuando creas que encontraste algo bueno, prepárate para buscar otra cosa distinta.

Esta es una de las muchas razones por las que el aprendizaje debe ser continuo. Eso de dormirse en los laureles es un peligro para el juego de la vida.

Qué te parece si piensas en qué jugadas estás repitiendo mucho. Puede que se trate de una forma de hablar, de un truco para hacer amigos, de alguna técnica que te funciona para salir del paso, o del sitio a donde vas de vacaciones todos los años. ¿Podría ser que hayas ejecutado la jugada demasiadas veces?


*Imagen de cabecera: NoName_13 en Pixabay

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?