La ley de Linus: cómo resolver errores entre todos

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Había oído hablar del software libre, y de los desarrollos llamados open-source, o de código abierto. Y también conozco cómo funcionan las versiones beta, y lo que hacen los beta-testers. Lo que no había oído hablar tanto es del principio que hay detrás de todo esto: la ley de Linus.

Qué es la ley de Linus

La ley de Linus establece que, «Dado un número suficientemente elevado de ojos, todos los errores se vuelven obvios.»

En la práctica, lo que esto quiere decir es que, cuando compartes una información a un número elevado de personas, tienes más posibilidades de encontrar errores.

Obviamente, se da por sentado de que, en cualquier producto o proceso, siempre habrán errores, por muy bien que esté diseñado. De eso trata la efectividad, de optimizar para mejorar.

En teoría, hay un número infinito de posibles mejoras. Lo que ocurre es que, cuanto más se avanza, más difícil es encontrar estas mejoras, y más pequeñas son las mismas.

Una empresa, o un grupo limitado de personas podrían encontrar errores, pero, una vez hecha una revisión inicial, tardarían mucho tiempo en lograr mejoras significativas.

Es como cuando pierdes algo en casa, buscas y buscas, pero no lo encuentras. Entonces pides ayuda, y la otra persona realiza la misma búsqueda que tú, pero sí encuentra eso que perdiste.

Según la ley de Linus, este efecto se aumenta si en vez de poner a una persona a buscar, pones cientos. No solo se localizan errores, sino que, además, se logra muy rápido, y a bajo coste.

La persona que localiza el error, y aquella que lo arregla no tienen que ser las mismas. Pero el punto es que este proceso sucede muy rápido.

¿Por qué funciona la ley de Linus? Sencillamente porque la formación, las capacidades, la experiencia y otros muchos factores hacen que el punto de vista o de referencia de cada persona difiera.

¿Cómo podemos aplicar la ley de Linus?

Evidentemente, cualquier empresa debería usar esta ley antes de lanzar al mercado productos (físicos o virtuales) de forma masiva. La razón es muy sencilla. Si eso que vas a vender, lo van a usar miles de personas, van a encontrar errores. Así que, más te vale que los encuentres antes, o que por lo menos, parezca una iniciativa tuya.

Para lograr esto, puedes usar prototipos, betas (o versiones de prueba), y permitir que un grupo de personas comprueben el funcionamiento.

Aún en el caso de que este grupo de personas no sea muy amplio, siempre será mayor, (y más barato), que el número de trabajadores de una empresa.

La mayoría, por no decir todas, las empresas tecnológicas, tipo Google, Apple, etc. tienen este tipo de versiones.

Además, este efecto colaborativo se da cuando tienes personas fieles al producto. A su vez, aquellos a los que se permite colaborar, se sienten parte del grupo, y aumenta su fidelidad.

Otras marcas usan el llamado código abierto, de tal manera que todo el que quiera pueda acceder a los entresijos, y sugerir cambios. Un buen ejemplo de esto es Wikipedia, o, precisamente, el sistema operativo Linux.

Otras aplicaciones de la ley de Linus

Aunque las principales aplicaciones de la ley de Linus tienen que ver con el software o la tecnología, podemos usarla de muchas maneras más.

Por ejemplo, se me ocurre que, en una familia, los padres pueden pedir a los hijos que se pongan en su lugar. ¿Cómo harías tú si tu hijo hace lo que tú has hecho? ¿De qué forma le ayudarías? Se pude realizar este ejercicio preguntando a todos los niños, si son más de uno.

Otra aplicación muy sencilla es para corroborar ideas. Imagina que tienes una opinión sobre algo. ¿Por qué no preguntas a varias personas si ven lo mismo que tú?

¿Y qué hay del sistema educativo? ¿o de decisiones que afecten a los habitantes de una ciudad? ¿o los miembros de una comunidad de vecinos? ¿se podrían hacer públicas las propuestas antes de ejecutarlas para que todo el mundo pudiese opinar?

Es cierto que los protocolos basados en la ley de Linus presentan algunos inconvenientes. Por ejemplo, para que mucha gente participe, debes darles soporte, y eso envuelve un gasto de recursos que no todo el mundo puede asumir.

Sin embargo, la experiencia ha demostrado que, pasada la euforia inicial, no son tantos los que deciden gastar su tiempo en aportar a la comunidad.

Puntos a tener en cuenta la ley de Linus

Aquí van algunas ideas a tener en cuenta al usar la ley de Linus:

  • Los participantes en revisar pueden hacer sus observaciones, pero serán los responsables del proyecto quienes tomen la decisión final de ejecutar los cambios propuestos.
  • Los responsables deben tener la capacidad de implementar las mejoras o cambios rápidamente.
  • La participación debe ser muy sencilla. Cuanto más se dificulte el proceso, menores serán los resultados.
  • En la medida de lo posible, hay que premiar la participación, dando un mayor beneficio a aquellas aportaciones que resulten útiles.
  • Siempre habrá un número de individuos que, en vez de aportar, aprovechen el sistema para fastidiar. Debe haber mecanismos preparados para cortar rápidamente los posibles daños, impidiendo el acceso a estas personas.
  • Antes de lanzar una revisión basada en la ley de Linus, se debe calcular muy bien el coste y los beneficios.
  • Obviamente, toda manipulación interna debe estar prohibida. Y para asegurarse, será bueno tener un equipo de control adicional.

¿Qué te ha parecido esta interesante ley? ¿Se te ocurren más formas de aplicarla? Te invito a decirlo en los comentarios. Por cierto, dejar los comentarios abiertos, como así se hace en EfectiVida, es otro ejemplo de la ley de Linus.

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?