La guagua mental

Autobús antiguo

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¿Qué sería lo más efectivo? ¿La mejor manera de hacerlo? Te pongo en situación: Imagina que eres el conductor de un bus, autocar (o guagua, como le dicen aquí, en Canarias).

Bien, eres el conductor de una especie de servicio público. Tienes un montón de paradas en las que hay pasajeros esperando a subir a tu guagua. Hay varias puertas de entrada, pero no hay salida. Eso sí, el autobús es enorme, caben muchísimos pasajeros.

A medida que van entrando pasajeros, la diferencia entre los mismos aumenta. Algunos son más tranquilos, otros son inquietos, algunos conversan entre ellos, etc.

Una guagua / autobús / autocar llena de gente distinta

En mitad del trayecto, resulta que algunos de los pasajeros empiezan a protestar y a increparte a ti, que eres el conductor. No les gusta la manera que tienes de conducir. No quieren que les lleves en esa dirección.

La situación se vuelve insoportable, hasta el punto que te planteas varias opciones. Podrías parar el bus e intentar calmar la situación. También puedes pedir ayuda a los pasajeros más amables a ver si pueden hacer algo. Puedes cambiar de dirección o hacer caso a las peticiones de estos pasajeros enfadados (igual tienen razón).

Antes de repetirte la pregunta del principio, te voy a dar tres datos más:

  • La guagua es tu mente.
  • Los pasajeros son tus pensamientos.
  • El trayecto es tu vida.

Pues bien, ¿qué harías tú? ¿cómo solucionas el problema? ¿Qué sería lo más efectivo?

Mientras lo piensas, y por si te sirve de inspiración, te dejo aquí debajo un tweet que compartí sobre el tema, y que tuvo respuestas muy interesantes:

La mente y sus pensamientos

¿Has dado ya con la solución?

Recuerda que no se vale echar a nadie. De hecho, los pensamientos que entran en nuestra mente, no salen en la vida real. Se quedan por ahí, vagando, más o menos ocultos, pero ahí están.

Seguramente has llegado a la conclusión de que los pasajeros molestos son pensamientos negativos. Una opción es parar e intentar arreglar con ellos. Pero, ¿cómo se para la mente? No parece buena idea. Tienes que continuar viviendo.

¿Y qué tal ponerte a discutir? Bien, puede ser buena opción, pero el caso es que tienes que estar alerta a la carretera, y estar conduciendo y discutiendo no debe ser agradable.

Hay quien cede a sus pensamientos negativos y les hace caso, pero esa es la peor solución, porque se envalentonarán y repetirán la jugada.

La solución al problema de los pasajeros

No me voy a andar por las ramas ni le vamos a dar más vueltas. Hay dos claves.

La primera es ignorarlos, aunque no sea fácil. Poco a poco, se irán cansando.

La segunda clave está en los buenos pasajeros. Es verdad que no puedes sacar a nadie. Pero sí puedes (en buena medida) elegir quién entra. Si te preocupas de ir haciendo pasar a buena gente, gente fuerte, poco a poco, la mayoría de los pasajeros serán buenos, y hasta acallarán a los impertinentes.

Y aquí viene la reflexión de hoy:

¿Qué estás dejando entrar en tu cerebro?

¿Estás protegiendo tu cerebro?

Piensa que el cerebro está protegido por el hueso más duro del esqueleto humano: el cráneo. Por algo será.

Nadie deja entrar en su casa a cualquiera, pero curiosamente, permitimos que en nuestra mente haya entrada gratuita para todo el mundo. Prendemos la tv y permitimos que nos echen lo que sea. Hablamos con gente que vacían en nosotros un montón de cosas negativas. ¿Somos conscientes del efecto que todo esto tiene en nuestro cerebro?

La mente es como un vaso de agua. Es verdad que se puede ensuciar, pero si simplemente lo vas llenando de agua, poco a poco, se quedará limpio. Nosotros decidimos qué metemos en ese vaso de agua llamado cerebro.

Cuida lo que entra en tu mente y llegarás a tu destino Clic para tuitear

Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?