La forma más sencilla de dejar de procrastinar es simplemente HACERLO YA.
Pero como esto no es tan sencillo, aquí va un truco: programar las acciones más importantes (que suelen ser las que más postergamos) al principio.
- Al principio del día
- Al principio de la semana
- Al principio del mes
- Al principio del año
¿Por qué hacerlo al principio?
Según muchos expertos, nuestra capacidad de trabajo, capacidad de atención, energía mental… vamos, todos estos conceptos relacionados con la fuerza de voluntad se gastan. Es decir, son finitos. Se acaban. Lo normal es que comencemos el día con el nivel de fortaleza alto, pero terminemos agotados.
Por eso, programar las tareas más complicadas al principio nos permite dejar hecho lo importante.
(Obviamente, hacer algo difícil no es el objetivo, sino hacer algo importante. Se da la casualidad que las cosas importantes suelen ser también las más complejas. Hay muchas formas de simplificar, como dividir en pequeñas tareas, agrupar tipos de tareas similares, delegar, automatizar…, pero no es ese el tema de este artículo)
Algunos ejemplos
Hay muchas acciones que suelen causar pereza en mucha gente. Esto no es una casualidad. Se trata, muchas veces, de tareas repetitivas, que no dan resultados a corto plazo, pero… que hay que hacerlas.
- Hacer ejercicio
- Leer
- Trabajar en proyectos complejos
- Tareas del hogar
- Estudiar
- …
Por contra, lo que primero solemos hacer son tareas de baja dificultad, y por consecuencia, bajo impacto. Tipo…
- Revisar el correo
- Ver las redes sociales
- Dar otra vuelta en la cama
- Tomar un buen desayuno
- Ir de cabeza a por otro atasco matutino
Cómo programar las tareas importantes al principio y dejar de procrastinar
Si has leído más artículos de Efectivida, ya sabes la respuesta: el método C.A.R.
Siguiendo el método, primero capturaremos una idea. Al analizarla veremos que «eso» es algo vital para nosotros. A continuación agendaremos en nuestro calendario la o las acciones necesarias. ¿Cuándo? Al principio del día, de la semana, del mes o del año.
Siguiendo esta regla, nuestros proyectos más importantes para nosotros deberían hacerse, o comenzarse, el 1 de enero de cada año.
(Vaaale, el 2 de enero. Dejemos un margen)
Tip extra: Para mí, el comienzo del año no es el 1 de enero, sino el 1 de septiembre. Me parece mucho más lógico que el año comience en ese mes, por muchos motivos, pero sobre todo porque terminan las vacaciones laborales y escolares, y comienzo con fuerzas renovadas.
La idea es sencilla. Hay que darle la vuelta al sistema. Lo difícil, primero. Y cuando estemos cansados, igual podemos tirarnos a la bartola y dedicarnos a mirar las redes sociales.
Como explica Brian Tracy, en el libro «Tráguese ese sapo«, si nada más comenzar el día, te comes un sapo crudo, todo lo que venga después será más fácil. Tiene lógica, ¿no?
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