Hace unos días, salieron los resultados en bolsa de la archiconocida empresa Tesla. No soy dado a leer noticias, y menos bursátiles. Me enteré de forma indirecta, gracias a un artículo de Enrique Dans.
El artículo giraba en torno a la debacle en Tesla que vaticinaban los analístas. Dicho sea de paso, se equivocaron una vez más.
¿Dónde está el problema? ¿Por qué fallan una y otra vez los análisis de los expertos? ¿Por qué se empeñan en darse de bruces con la misma piedra?
La bolsa
Bueno, no soy experto en bolsa, ni pretendo serlo. Durante un tiempo investigué lo suficiente como para llegar a la conclusión de que las gráficas no aseguran el futuro, sino el pasado; lo ocurrido no tiene por qué repetirse, y los análisis son engañosos. Lo que hoy está arriba, mañana puede estar abajo, y al revés. Y con esa certidumbre se acabó mi corta carrera bursátil.
Para más señas, recomiendo un libro: Leones y gacelas, de Jose Luis Cárpatos. El nombre lo dice todo.
El análisis
El caso es que, más allá de lo que diga un índice, está claro que la idea, la motivación y la acción son claves para cualquier proyecto. Si la idea es buena, los empleados están motivados, y se esfuerzan de manera inteligente, difícilmente se les podrá parar.
Por eso, para saber cómo le va a una empresa y cuál será su futuro, hay que pasarse un rato por “la fábrica”, y ver la respuesta a estas 3 preguntas. Cosa que, curiosamente, los analistas no suelen hacer.
Nos gusta mucho analizar datos, comparar estadísticas, hacer gráficas y hablar, hablar, y hablar entre nosotros. Todo esto, claro está, desde un cómodo sillón y con aire acondicionado. Pero nos cuesta mucho levantarnos, remangarnos la camisa, y salir a la calle, y hablar, hablar, y hablar… ¡con los verdaderos protagonistas! Los empleados, los trabajadores, los usuarios, los clientes, o como quieras llamarles.

La vida
¿Será éste el mal del analista? No lo sé, porque no soy analista, pero una cosa sí tengo clara: entre la bolsa y la vida, me quedo con la vida.