¿Cuál es tu récord haciendo cola (en fila)? El mío lo batí hoy, en el día en que escribo estas líneas. 2 horas en la calle, y una hora y media dentro del banco. En total, 3 horitas y media, casi 4. Para alguien como tú y como yo, que valoramos el tiempo, perderlo así es una auténtica tortura. Escuché algunos podcasts, entablé conversación con mis compañeros de espera y frustración, hice varias llamadas, pero… ¡fueron casi 4 horas! ¡Sí! ¡4 horas de inefectividad a propósito!
La razón detrás de la espera
En ese tiempo pude observar algunas cosas curiosas. Algunas personas intentaban “colarse”, con la consiguiente regañina de los que llevaban un tiempito esperando. Es interesante ver como aquellos que tienen tiempo no tienen educación, y aquellos que tienen educación, la pierden con el tiempo. Había quien reía por no llorar, y quien abandonaba y se marchaba. No puedo negar que yo también aplaudía en mi interior diciendo “uno menos”. También vi como la policía multó a un coche mal aparcado, a un individuo muy raro cruzar varias veces la calle, a un señor que mientras hacía la cola solucionaba el mundo, y al vicio del tabaco obligando a salir a la gente a los exteriores en precisos intervalos.
Por razón del covid había aforo limitado, así que parte de la espera tenía que ser fuera. Pero el retraso tenía un motivo claro, y totalmente independiente del covid. Solo una cajera. Y dio igual si la calle se parecía a una manifestación, o que el personal de seguridad tuviera que intervenir en un par de ocasiones. Se veía salir tranquilamente a los empleados del banco para ir a desayunar, así como a otros cumpliendo con el presentismo habitual en este tipo de empresas.
Conozco a las cajeras del banco (casualmente todas mujeres), y son, al menos en el trato, excelentes personas. El problema no eran ellas. Estoy seguro de que hubiesen querido sentarse en sus puestos y resolver el desaguisado. Pero la inefectividad absoluta tenía un motivo. Su estrategia (la de los de arriba) es obligar a la mayor parte de los clientes a operar con los cajeros electrónicos o con la banca online.
Obviamente, el servicio directo al cliente no se puede eliminar por completo, pero cuanto más complicado lo pongan, y más faciliten las operaciones sin interacción humana directa, mejor para ellos. Por eso mantienen una sola caja activa, en contra de toda lógica. De hecho, si lo piensas, es muy efectivo para el banco, pero totalmente inefectivo para los clientes que realizan operaciones para las que no hay forma digital de completarse. Ellos ahorran personal y costes, mientras que los que nos vemos obligados a hacer la cola, perdemos tiempo y salud en el camino. Así que, igual me equivoco, pero creo que esa inefectividad está pensada a propósito.
La dependencia a las instituciones
Esta “inefectividad a propósito” me llevó a pensar en lo mucho que dependemos de las instituciones. ¿Podría vivir sin tener una cuenta en el banco? ¿Y sin correo electrónico? ¿O sin móvil o internet?
Te cuento algo más sobre la cola del banco. La persona que estaba delante de mí era un vagabundo, muy simpático, por cierto. Vivía en la calle, y después de casi 4 horas de espera, sacó 14,75€, y dejó 50€ en la cuenta. ¡Hasta él necesitaba una cuenta para cobrar una pequeña ayuda!
Y aunque decidiera irme a vivir a una cueva, con un pequeño naciente de agua y un terrenito para cultivar la comida necesaria, aún tendría que ir al banco a pagar el impuesto de bienes inmuebles. Podría vivir de forma ilegal, pero siempre habrá alguna autoridad para intentar impedirlo.
La respuesta es no, no se puede vivir al margen del sistema, un sistema inefectivo a propósito, que cada vez aprieta más las tuercas, y que te impone “servicios” que irónicamente tienes que pagar tú, como la cuota telefónica o las comisiones bancarias. Por más que a muchos les apasione la idea, no es posible hacer desaparecer a papá estado, mamá corporación ni al tío gilito de la banca.
Cómo minimizar el daño
¿Cuál es la opción más efectiva, mientras este sistema continúe? Desgraciadamente, no tengo una respuesta 100% satisfactoria. Hace poco, en una serie escuchaba decir que no hay ninguna posibilidad de justicia mientras sea un humano el que la aplica.
No puedo huir del banco ni de la inefectividad de las instituciones ni de las empresas proveedoras de servicios básicos. Así que lo único que se me ocurre es mejorar el resto de áreas en mi vida: mi desarrollo personal, mis relaciones con familia y amigos, mi espiritualidad, mi salud… Mientras, intentaré depender lo mínimo posible de la burocracia, siguiéndoles el juego de digitalizar los procesos. ¿Cómo?
Aquí tienes algunas ideas:
- Usa tarjeta de crédito y configúrala para pagar a fin de mes. Normalmente, esto no tiene coste, y además cumples con uno de los requisitos para evitar comisiones de mantenimiento de la cuenta.
- Mantén algo de dinero en efectivo. Esto es muy útil para cuando falla todo lo digital.
- Delega en un gestor todo lo que puedas permitirte. Lo hará mejor que tú y te ahorrará un montón de dolores de cabeza.
- Infórmate sobre alternativas. En algunos casos, la energía solar o eólica puede ser rentable, sobre todo a largo plazo.
- Huye de las ofertas por puntos, tarjetas de fidelización y reclamos de este tipo. Están pensados para que gastes tu dinero, con lo cual, el ahorro que puedas obtener es poco. Además, mantener toda esa parafernalia consume un montón de tiempo. Cuando tengas que adquirir algo, busca un buen precio y no te sientas obligado a acumular puntos.
- Ten una carpeta en tu navegador con las cuentas de tus servicios básicos: seguros, bancos, telecomunicaciones, energía y agua. Guarda las contraseñas en un lugar seguro. No pierdas tu tiempo en aprender a usar todo eso. Es más efectivo dedicar unos minutos cuando tengas que usarlo.
La clave es la simplificación
Y sobre todo, simplifica tu vida. Cuantos menos gastos, mejor. Cuantas menos suscripciones a servicios, mejor. La idea es dedicar el mínimo tiempo posible a trámites burocráticos, y dedicarnos a otras acciones que nos sean de más provecho.
Por poner un ejemplo: hay quien dedica horas y horas a cambiar de proveedor de energía, con el consiguiente jaleo que conlleva, para ahorrarse 10€ al mes, cuando podría dedicar ese mismo tiempo a realizar algún pequeño trabajo por el que podría cobrar el triple.
En mi caso, además de depender lo mínimo posible de las instituciones y de seguir desarrollando las áreas fundamentales de mi vida, intentaré progresar en una efectividad que no tenga dos caras, una amable para mí, y otra desagradable para quienes me rodean. Mejor que sea un win win.
Algo que me ilusiona es seguir enseñando lo que aprendo sobre efectividad personal, principalmente, mediante el método C.A.R. No creo que sea fácil, pero seguiremos en la lucha.
¿Te apuntas?
EN RESUMEN: Nos guste o no, estamos, en cierto modo, atados al sistema. No podemos librarnos de él, y siendo honestos, quizá tampoco sería lo mejor. A nadie le gusta hacer cola, o rellenar 10.000 formularios para una tarea simple. Por eso, cuanto más simplifiquemos, mejor. Mientras, sigamos trabajando nuestro desarrollo personal al máximo.