Como dijo el gran fulanito de tal: «bla bla bla, bla bla… blá». ¿Te suena este tipo de formación de frases? Todos conocemos frases de personajes famosos, y muchos (me incluyo), las aprovechamos para reforzar un argumento o añadir riqueza a un contenido. Sin embargo, desde hace ya bastante tiempo, me vienen rondando un par de ideas sobre las frases y sus atribuciones. Así que hoy llegó el momento de dejarlas salir de mi cerebro y transformarlas, cual alquimista moderno, en bits.
¡Me encantan las frases famosas! Creo que expresan mucho en pocas palabras, y de ahí su potencia. «Lo bueno, si breve, dos veces bueno». Están filtradas. Es decir, no es lo primero que alguien pensó, sino que son el extracto de una reflexión profunda en unas cuantas palabras. Son fáciles de recordar, y se centran en campos concretos. Al mismo tiempo, suelen estar basadas en principios, no en situaciones específicas, por lo que pueden ser aplicadas infinidad de veces, y no siempre para lo mismo.
A pesar de todo, hay que tener cuidadín con las frases famosas. He identificado unos cuantos problemas con ellas, que creo que deberíamos tener en cuanta al usarlas.

1. Quién fue realmente el autor
Este es un problema que va en aumento. La cantidad de páginas en internet, libros y otros canales supuestamente informativos, hacen que las frases estén de moda, y sean repetidas hasta la saciedad. Mucho tiene que ver con esto el que la mayoría de las páginas que recopilan citas tengan como objetivo ganar dinero en publicidad con el sistema PPC (pago por click). Cada vez que haces click en un anuncio, ellos se llevan unos céntimos.
Y, entre repetición y repetición, a veces, se confunde el autor. En un artículo de las provincias.es se mencionan 10 citas con atribuciones erróneas. Como el mismo artículo menciona, basta con que haya una buena frase, un autor reconocido y una foto, para que la demos por válida.

En ocasiones, la cita no la dijo el personaje a quien se atribuye. Otras veces, la cita está incompleta o se ha ido modificando con el tiempo, como ocurre con el famoso juego del teléfono. Te pones en corro junto con un grupo de personas, y vas diciendo al oído del que está a tu derecha una frase una única vez. Este repite la operación con el de su derecha, y así hasta terminar el rondo. Al final, lo que le llegó al último no tiene nada que ver con lo que se dijo originalmente.
2. La traducción
Otro problema con las frases famosas, y que se suele obviar, es la traducción. La mayoría de las frases que nos llegan en español las dijeron personajes que hablaban otro idioma. No solo eso. Muchas de las frases se dijeron en otra época, cuando los idiomas eran totalmente distintos que los de ahora.
Traducir es siempre sacrificar – Enrique Díez-Canedo“ Clic para tuitearAsí que no solo se pierde esencia de la frase al traducirla, sino que además, para entenderla correctamente, habría que conocer la forma de expresarse de la gente de aquel momento de la historia.

3. El contexto
El juicio equitativo es aquel que tiene en cuenta el contexto en el que se produce un acontecimiento, sus antecedentes y sus consecuencias – Tzvetan Todorov Clic para tuitearAlgo que vendría muy bien para entender mejor una frase, es saber por qué se dijo y, en ocasiones, a quién. En algunos casos, no tener estos datos podría llevarnos a malinterpretar la frase.
El momento de la vida en el que estaba ese personaje que dijo la frase famosa, el contexto histórico, si la dijo una vez, o fue repetida, si fue pensada, o le salió en el momento, como el que no quiere la cosa… Normalmente, nos faltan muchos detalles para comprender bien de qué va la frase.
4. La brevedad
Las frases concisas son como clavos afilados que clavan la verdad en nuestra memoria – Denis Diderot Clic para tuitearUn cuarto problema es la brevedad. Lo mismo que hace potente una frase, también es una causa de conflicto. Al ser cortas, carecen de una explicación. Y, aunque suelen acertar, tampoco se cumplen siempre. Un ejemplo que tratamos aquí fue el de la frase: «A quien madruga, Dios le ayuda», que, además, tiene su contraria: «No por mucho madrugar, amanece más temprano». ¿En qué quedamos?
"A quien madruga, Dios le ayuda" "No por mucho madrugar, amanece más temprano" ¿En qué quedamos? Clic para tuitearEn el caso de otras frases, su uso indiscriminado ha causado verdaderos problemas en mucha gente. Como la de «si quieres, puedes», y sus cientos de variantes. Este tipo de frases motivadoras hacen creer a la gente que toda la responsabilidad de lo que sucede es de ellos. Y eso no es cierto. Es verdad que podemos hacer mucho por mejorar y luchar por nuestras metas. Pero la cosa no es tan sencilla como para decir «si quieres, puedes».
5. Las atribuciones forzadas
Otro problema de las frases es la necesidad de algunos autores de que les citen. Cuando uno se nutre de múltiples fuentes, y recibe infinidad de frases al hacerlo, llega un momento que, sin darse cuenta, repite algo que ya ha dicho otra persona.
No creo que esto sea malo. Es simplemente un resultado lógico. Pero, de pronto viene alguien y te dice que no le has citado. Vamos a ver… la persona que dijo la frase… ¿lo hizo para aportar valor, para ayudar a otros, o para hacerse famoso? Entiendo que hay que citar las fuentes, pero tampoco hay que poner el grito en el cielo si alguien dice algo que hemos dicho y omite nuestro nombre.

Además, «no hay nada nuevo bajo el sol». No nos creamos tan importantes, que al final, lo que hemos dicho, probablemente ya lo había pensado otro antes que nosotros.
Busca valor, y no te quedes con la frase
Podríamos hablar de otros factores, como hasta qué punto importa si nos cae bien o no el personaje o si es afín a nuestras creencias para aceptar el valor de la frase.
Pero, en resumidas cuentas, y buscando una aplicación efectiva del tema, bastará ser cautos con las frases. Cuando encuentres una frase famosa, quédate con el valor que aporta, teniendo en cuenta que no todo es lo que parece, que a lo mejor no tiene nada que ver con la frase original. Intenta ahondar un poco si te interesa el tema del que habla la frase. Aplica su contenido, sin caer en el error de catalogar o cerrarte en banda a las muchas excepciones.
Y, en cuanto a la autoría, no te preocupes demasiado. Esto es como si abres la puerta de tu casa, y ahí está un burro con una carta para ti en la que se te comunica que has recibido una herencia. ¿La rechazarías porque es un burro? Pues lo mismo. Ni mates al mensajero, ni lo despidas así como así.

Dicho de otro modo: Busca el valor de las frases, más allá de su envoltorio.