¿Cuál es tu animal favorito? Yo tengo tres. Uno del aire, otro de tierra, y otro de mar. El de tierra es el tigre blanco. Me en-can-ta. Una vez tuve la oportunidad de pasar entre las jaulas de uno de estos animales. El cuidador me dijo algo interesante. A diferencia de otros animales, el tigre blanco no muestra ninguna señal visible antes de un ataque. No sé si es totalmente cierto. El caso es que mi admiración por el tigre blanco subió otro peldaño.
Sin embargo, en el título de este artículo te pido que no seas como el tigre. ¿A qué me refiero?
Hace unos días, Ferrán Pellisé, vía Telegram, me mandó una pequeña fábula que nos ilustra una manera ideal si quieres perder toda tu efectividad. La fábula se titula «El tigre y el burro». La verdad que no he sido capaz de encontrar el autor o autora original. De hecho, puedes encontrar esta fábula por todos sitios en internet. Dice así:
En la espesura de la selva, se encontraron un burro y un tigre.
El burro le dijo al tigre:
– «El pasto es azul».El tigre respondió:
– «No, el pasto es verde».La discusión se fue calentando hasta que, finalmente, los dos decidieron someterlo a un juicio. Para ello acudieron ante el león, el Rey de la Selva.
Antes incluso de llegar al trono del león, el burro gritó:
– «Su Alteza, ¿no es cierto que el pasto es azul?».El león respondió:
– «Por supuesto. El pasto es azul».El burro dijo rápidamente:
– «Pues el tigre me dice que no, y no cede. Me contradice y molesta. Por favor, ponle un castigo para que me deje en paz».El rey entonces declaró:
– «Es justo. Ordeno que el tigre sea castigado con 5 años de silencio».El burro siguió su camino, alegre, mientras iba repitiendo:
– “El pasto es azul… El tigre es tonto»…El tigre, confundido, preguntó al león:
– «Su Majestad, no entiendo… ¿por qué me ha castigado? Todo el mundo sabe que el pasto es verde».El león respondió:
– «Claro que el pasto es verde. Pero tu castigo no tiene nada que ver con la pregunta de si el pasto es azul o verde. El castigo se debe a que no es posible que una criatura tan valiente e inteligente como tú pierda el tiempo discutiendo con un burro, y para colmo, encima venga a molestarme a mí con esa pregunta».
La moraleja está clara. ¿Cuántas veces te has enfrascado en una discusión sin importancia? ¿En cuántas reuniones has visto al tiempo esfumarse mientras se peleaba por tonterías?
Hay un punto en común en todas estas situaciones: el ego.
Hablamos mucho sobre cómo ser personas efectivas, pero no tanto sobre lo que nos perjudica. Creo que el ego es un auténtico freno para nuestro desarrollo personal. Incluso creo que, si no se limita, puede tener efectos muy negativos en las personas que tenemos alrededor, como pudiera ser un equipo de trabajo, una empresa o incluso un país al completo.
El ego nos lleva a perder el tiempo, a usar nuestra cabeza de forma improductiva, a tomar malas decisiones, a ver los asuntos desde una óptica equivocada.
La fábula tenía otra moraleja. El castigo al tigre fueron 5 años de silencio. Y lo cierto es que, al enfrentarnos a burros, muchas veces, la opción más efectiva es permanecer en silencio. ¿La segunda? Probablemente sea darle la razón al burro y seguir nuestro camino.
En resumen, no seas como el tigre. Al menos, no como el de la fábula.
*Imagen de cabecera: Marcel Langthim en Pixabay