¿De verdad son los españoles tan improductivos?

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Fernando, desde Sevilla, me hizo llegar un artículo muy interesante. Se titulaba: «Los españoles somos más improductivos que nunca y el problema no es de los empleados». La verdad es que el título prometía. Además, en el extracto del artículo decía que no debemos engañarnos de cómo funciona la productividad.

El artículo deja algunas ideas muy interesantes que me gustaría compartir.

*Usaré en esta ocasión la palabra productividad por dos motivos. Uno, porque es la que usa el artículo original. Otra, porque la efectividad es muy distinta de lo que habla el artículo.

Productividad laboral

Nada más empezar, se hace una afirmación bastante potente: «La productividad lleva años desplomándose en España». Para argumentar esto, se enlaza a su vez a otro artículo, y este a otro, y este a otro supuestamente del INE que resultó ser una página de resultados del mismo dominio, con la etiqueta «INE». Después de tirar del hilo al estilo Teseo y Ariadna durante un buen rato, no he sido capaz de encontrar una sola estadística que demuestre el dato. No digo que no sea correcto. Solamente que no he encontrado la fuente.

Off-topic: Este es uno de los grandes problemas del periodismo actual. No veo inconveniente en lanzar una opinión propia basada en tu experiencia y observación profesional. Ahora bien, intentar hacer afirmaciones llamativas basadas en supuestos datos, sin enlazarlos correctamente, no es muy serio.

Por otro lado, ¿cómo se mide la productividad laboral? Si le echas una pensada, verás que hay miles de factores envueltos. Un detallito sin importancia, por ejemplo, es que hemos sufrido una pandemia que ha paralizado y desestabilizado el planeta entero. Por otro lado, hay cuestiones emocionales, flujos migratorios, diferentes políticas de actuación… La manera en la que funcionamos en los diferentes países es muy distinta. Por eso, una afirmación de este estilo es difícil de validar.

Algo interesante que explica el artículo, y tiene sentido, es que es en las crisis cuando aumenta la productividad, fruto del esfuerzo de salir del «bache». Buscamos maneras de mejorar los procesos y los resultados, y por lo tanto, nuestra productividad es mayor que cuando estamos cómodos y todo va bien.

¿Qué es productividad?

Además, nos enfrentamos a un dilema. ¿Qué es productividad? El artículo aseguraba explicar su verdadero significado.

Una frase que me llamó la atención dice: «La productividad está principalmente determinada por qué se hace y no por el cómo se hace.» No estoy seguro de que esto sea así. La productividad es lograr muchas cosas, y para ello, es esencial el cómo lo hagas. Además, aunque el factor clave no sea la eficiencia ni la calidad, en todo producto existe un nivel de calidad mínimo aceptable. Así, el cómo lleva al qué. Cierto, el termino efectividad es más específico en cuanto al cómo (al añadir la parte de eficiencia), pero productividad también lleva implícita la idea del proceso.

La primera razón por la que los españoles no pueden mejorar su productividad

El artículo pasa ahora a explicar las dos razones por la que un español promedio no puede ser más productivo. Dice:

La primera es que no entendemos el concepto productividad. En ese imaginario colectivo ibérico nuestra baja productividad se explica porque somos desorganizados, perezosos, no trabajamos ni con la suficiente intensidad ni con el suficiente foco, es decir, todo se solucionaría si “trabajásemos más y mejor”. Sin embargo, la productividad no funciona así.

Llevo años estudiando la productividad y la efectividad personal, y no veo nada malo en trabajar más y mejor. Obviamente, es preferible centrarse en trabajar mejor. Lo que está claro es que trabajar más y mejor te va a llevar de forma matemática a producir más. Sin embargo, el artículo dice que no. ¿Por qué?

En realidad, no lo explica (al final parece contradecir esta premisa). En vez de eso, da varios argumentos. Uno es que la productividad depende de los hábitos, y cambiar los hábitos es un milagro. «Los milagros, a Lourdes». Sí, es cierto que cambiar un hábito es complicado, pero no es ni mucho menos imposible. Además, en una empresa es realmente sencillo. Basta con que un superior implemente un nuevo proceso y se asegure de que se lleve a cabo. Así de fácil. Hábito nuevo en marcha, y si la medida es buena, tendrá como resultado una mejora automática de la productividad.

Otro argumento es el siguiente: «Una ‘app’ para hacer listas de tareas, una lista de trucos para mejorar la productividad o una metodología de gestión de proyectos son soluciones homeopatícas que te harán sentirte más productivo, pero no te harán más productivo.» Mira que no soy muy amigo de las apps, pero no puedo estar de acuerdo con esta afirmación. Un buen peluquero sin unas buenas tijeras cortará mal el pelo. Un mal peluquero con unas buenas tijeras cortará mal el pelo. Pero un buen peluquero con unas buenas tijeras será un crack. No es el arco, es el indio. Pero el arco también importa. Las herramientas de productividad son multiplicadores. Y sobre todo, una cosa es una app, y otra es una técnica, y otra es metodología. Son cosas muy distintas. Si una persona tremendamente improductiva usa de forma correcta una metodología, obtendrá buenos resultados sin ninguna duda.

Entiendo el principio envuelto, pero creo que las conclusiones son un poco autoritarias. Y ojo a la que viene:

La obsesión con la productividad personal es un síntoma de inmadurez. Quien no se acepta a sí mismo, quiere ser otra persona más productiva y pasa toda su vida en la eterna búsqueda del “flow”: un supuesto estado catatónico donde uno se vuelve más productivo que el chino Cudeiro.

La expresión «flow» se popularizó con el libro que lleva como título esta palabreja. El autor, Mihály Csíkszentmihályi demuestra con una infinidad de estudios y ejemplos, el punto medio en el que se consigue esa sensación similar a la felicidad. Ese flow nada supuesto, que todos hemos vivido al menos en momentos puntuales, y que es tan sencillo de identificar como ver pasar horas y sentir que son minutos, o estar tan enfocado que las cosas salen solas mientras disfrutamos del proceso.

Por supuesto, tú decides. Puedes auto-limitarte con la excusa de aceptarte y pensar que ya no puedes mejorar tu productividad, o aprender como lo han hecho miles y miles de personas, y mejorar tu vida significativamente.

Siendo honesto, hay algo de razón en el argumento del artículo. Hay personas que llevan años dedicándose a estudiar el último truco de productividad, la última app, o a mejorar una técnica. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que el mundillo de la productividad es como cualquier otro. Está quien le gusta la Fórmula uno, el fútbol, o la política. Pasa horas aprendiendo y hablando del tema. Y lo disfruta. ¿Hay algo malo en que nos guste esta temática? Creo que no. No hacemos daño a nadie. Y encima, mejoramos nuestras vidas aumentando resultados y liberando tiempo para lo que más nos importa. Así que, si eres un frikie como yo de la efectividad personal, dale caña.

Como en todo en la vida, en el equilibrio está la clave. Ningún exceso es bueno del todo, pero creo que esforzarse por mejorar la productividad tiene poco de malo. No. No eres un inmaduro.

La segunda razón de por qué los españoles no pueden ser más productivos

Creo que la segunda razón de por qué un español no puede mejorar su productividad (según el autor), se resume en esta frase:

No podemos ser más productivos, pero si podemos escoger hacer lo más productivo.

La segunda razón se sustenta en la primera, con la que no estoy de acuerdo. Aún así, coincido en que una parte esencial de la productividad es saber decir que no y escoger las acciones correctas. Además, el artículo añade muy acertadamente la idea de priorizar. Ambas cosas, elegir y priorizar son claves.

Hay bastantes ideas con las que estoy de acuerdo en esta parte del artículo. Por ejemplo, argumenta que es difícil conseguir una mayor eficiencia si los trabajadores están poco cualificados y mal pagados. Tiene toda la lógica del mundo.

También explica que si se trabaja menos, obviamente se disminuye la productividad. Creo que esto contradice un poco la afirmación que se hacía al principio del artículo.

Por otro lado, se comparan dos vertientes de la productividad empresarial: la arcaica de simplemente trabajar más horas (malo malo) y la de trabajar por objetivos (según el autor, algo imposible porque no se pueden escoger buenos objetivos). Yo creo que sí que es perfectamente posible elegir objetivos de forma adecuada, aunque mi visión del futuro empresarial pasa porque muchas personas trabajen de forma autónoma por objetivos ligados a las peticiones de los clientes respetando sus propios objetivos de vida personales.

Sin embargo, la conclusión final del artículo es para reflexionar. Según el autor, como no podemos ser más productivos, no deberíamos ni siquiera intentarlo. En vez de eso, deberíamos decir que no y priorizar. Y para eso, la solución es…

No hay magia, ni trucos que nos permitan cambios radicales en la productividad, ni de las personas, ni de las empresas, ni de los países. Si algún día hay una mejora sustancial en la productividad de un sector como la restauración será porque se habrá sustituido los camareros y cocineros por robots.

Taylorismo en estado total: quítate humano y deja que las máquinas hagan el trabajo. Así que al final, el problema no lo tienen los españoles, sino los humanos.

Creo que el uso de robótica, inteligencia artificial, machine learning y demás puede ser muy positivo. Pero no me imagino un mundo en el que el ser humano no se dignifique haciendo algo útil por los demás. Y aún en el caso de que la robótica y los algoritmos inundasen en un futuro el mundo eliminando la gran mayoría de necesidades empresariales actuales, todavía haría falta de mano de obra especializada que tendrían… ¡sorpresa!, la misma necesidad de mejorar su productividad que la que tiene un camarero de hoy día.

Sin duda, es un artículo interesante, que hace pensar, y que da una visión curiosa de la productividad y de las medidas a tomar. ¿Qué opinas?

*Imagen de cabecera: Michal Jarmoluk en Pixabay

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?