Cuando decimos que algo es móvil, nos referimos a que es fácilmente transportable. Lo podemos llevar de un sitio a otro sin demasiado problema. El teléfono móvil es un ejemplo excelente. Tanto, que ya no le llamamos teléfono, sino móvil. Sin embargo, el hecho de que algo se pueda transportar de un sitio a otro no quiere decir que se trabaje igual en un sitio que en otro.
El error de querer estar siempre haciendo algo
Con el afán de querer ser más productivos podemos confundirnos y caer en el engaño. No es cuestión de hacer cualquier cosa en cualquier sitio con tal de avanzar.
Un ejemplo. Este artículo se me ocurrió esperando un barco, aprovechando para intentar hacer cosas en el coche, con un montón de luz natural que no me permitía ver la pantalla de la tablet. Paréntesis: trabajar en un portátil tomando daikiris en la playa no es buena idea.
¿Dónde está el problema? Pues que no era el sitio más adecuado. Sí, tenía en mis manos el móvil, y la tablet con un teclado. ¿Podía escribir? ¡Sí! ¿Era la mejor idea? NO.
Lo mismo pasa con otras situaciones. Por ejemplo, cuando estamos en el coche en carretera, lo que debemos hacer es conducir y estar atentos, a menos que nos lleven. No es el momento para responder whatsapp ni para afeitarnos ni otras locuras similares. Principalmente por el peligro que conlleva para nosotros y para otras personas. Pero también porque no es el entorno adecuado. Lo vamos a hacer mal. El hecho de que el móvil sea transportable y que lo tengamos en el coche, incluso a la vista, no nos justifica usarlo.
Pongamos otro ejemplo más. Estás de vacaciones, supuestamente, para desconectar. Pero te pasas el día respondiendo mails de trabajo. Peor. Redactando y mandando mails. Quizá un rato vale, pero no todo el día. Las vacaciones son para descansar. Claro, de nuevo tu móvil estará por ahí, pidiendo atención. Es móvil, pero no es el momento.
Resiste la tentación
Algunos estudios recientes explican la procrastinación por una elección entre posibilidades. De todo lo que puedes hacer, tu cerebro se decantará por lo más sencillo. Y usar el móvil es muy sencillo. De entrada, porque es móvil. Está ahí, cerquita tuyo. Agarrarlo y ponerte a pulsar iconos es muy atractivo en comparación con casi todas las demás opciones.
Los dispositivos móviles nos permiten hacer prácticamente de todo. Son ordenadores andantes. Esto es bueno, pero tiene unos límites de eficiencia. Por eso hay que resistir la tentación. Están hechos para captar nuestra atención y hay gente detrás que sabe mucho de todo eso.
Hay muchas razones para evitar la tentación de usar el móvil simplemente porque es móvil:
- Perdemos efectividad (objetivos gastando más tiempo y enfoque)
- Nos saturamos
- No disfrutamos del momento
- Estamos incómodos
- Obtenemos peores resultados, menos calidad.
Una mejor opción
Entonces, ¿quiere decir que no puedo avanzar en nada porque no voy a rendir de forma óptima en algunas tareas? No, por supuesto. Aunque lo cierto es que puedes no hacer nada, y no pasaría nada, en ningún sentido. Pararse y disfrutar de la pausa no es pecado que yo sepa. Aún así, puedes realizar otras acciones en las que no pierdas calidad de trabajo, como por ejemplo, llamar por teléfono.
¿Y si se me ocurre una idea genial para un artículo? Ok, bravo. Captúrala. Toma una nota lo más rápido que puedas. Y asegúrate después que la analizas para que se convierta en una acción que se realizará en un momento mejor, más propicio.
Este es uno de los hábitos que propone el método C.A.R.: capturar, analizar, y agendar de forma inteligente (usando pomodoros, trabajo por lotes, enfoque…).
En resumen, cuidado con confundir movilidad con usabilidad. El hecho de que algo esté ahí, contigo, no implica que sea la mejor opción.