La envidia te paraliza, la admiración te ralentiza, pero la imitación te…

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¿Has sentido alguna vez envidia? ¿Admiración? Parecen cualidades imposibles de evitar, como que los mosquitos vayan a la luz. Lo curioso es que puedes intercambiar entre envidia, admiración e imitación sin mucho esfuerzo. Y esto, además, te llevará a un efecto muy deseable. ¡Al lío!

La envidia te paraliza

La envidia es el homenaje que la mediocridad le hace al talento

Jackson Brown

La envidia es un tipo de intención de robo. Quieres lo que tiene (o lo que parece tener) el otro. La envidia tiene tintes negros porque deseas lo ajeno, reconoces que no lo tienes, y te frustra.

La parte más negativa de la envidia es el efecto que produce. Si te empujara a mejorar, no habría nada malo. Pero el envidioso no solo quiere lo que el otro tiene. Lo que quiere es que el otro no lo tenga.

Así que sacará su artillería pesada: críticas, quejas, comentarios negativos, intentos de saboteo, etc.

Pero, ¿sabes lo que no estará haciendo? Exacto. Mejorar él. Aún en el caso de que se decida a intentar hacer lo mismo que el otro, lo hará mal, porque la envidia parte de la idea equivocada de que todos somos iguales. Por eso, procurar los mismos resultados que otra persona no tiene ningún sentido.

La envidia paraliza el progreso. Así que, pasemos al nivel adulto.

La admiración ralentiza

Siempre admiramos lo que realmente no entendemos

Blaise Pascal

Se ha dicho que la admiración es una forma digna de sentirse inferior. No pasa nada por valorar lo bueno de los demás. Y tampoco hay problema por expresarlo abiertamente. Dilo. Di que ese amigo o amiga son unos cracks. Díselo a ellos. Eso es bonito.

Ahora, reconocer lo positivo es una cosa, y admirar es otra. Admiración envuelve tiempo. Te paras y admiras un cuadro bonito. No sigues de largo. ¿Y qué ocurre mientras? Pues que no estás haciendo tu trabajo. Admirar te frena.

Hay que decir que la admiración te puede llevar a la decepción. Esto ocurre con personas con una vida pública y otra privada. Si admiras el papel que hizo en una película o cuando canta en un concierto, cuidado. Eso solo te dice que sabe interpretar o que sabe cantar. Puede ser una bella persona o un desastre. Además, con frecuencia, llegar a ciertos niveles de fama requiere sacrificios en lo personal. Así que, si llegamos a admirar a la persona y no a la obra, podemos llevarnos un buen chasco.

La admiración es un arma de doble filo, porque te puede hacer la zancadilla para que acabes en el charco de la envidia, o te puede llevar volando hacia la tercera opción: la imitación.

Por cierto, si la envidia te paraliza y la admiración te ralentiza.. ¿qué hace la imitación? Vamos con la rima.

La imitación te moviliza

La originalidad no es sino una imitación hecha con juicio

Haruki Murakami

Eso es. Imitar te obliga a actuar. Este es el punto. Desde que nacemos, imitamos todo lo que vemos alrededor. Y no entiendo por qué dejamos de hacerlo.

Claro, no hablo de imitar nivel mimo. Seamos más inteligentes. Podemos fijarnos en cómo alguien llegó a tener buenos resultados. Imitemos la técnica, el proceso.

La pregunta clave es: ¿qué puedo imitar de esta persona para que me vaya mejor?

Aquí no hay envidia, no hay ganas de fastidiar. Tampoco admiración que te frene. Hay un plan de acción.

Curiosamente, podemos pedir ayuda a la propia persona. Oye, ¿cómo lo haces? Me gustaría saber cuál es el secreto que tienes para que te vaya tan bien en esto. La mayoría de personas comparten con gusto lo que hacen.

Oye, y si es famoso y no tienes su tlf., igual tienes algún libro. La cuestión es imitar acciones. La imitación te libera de las cadenas de la envidia y de la admiración y te pone a trabajar.


Por eso, si en algún momento sientes envidia, pasa rápidamente a la imitación. Con frecuencia verás que no te merece la pena si quiera intentar imitar los procesos que llevaron a esa persona a tener lo que envidiaste. Otras veces, te llevará a la mejora.

Y si admiras, algo, lo mismo. No dejes que se convierta en envidia. Pasa al otro lado, al de la imitación.

Si ahora estás pensando que no podemos pasarnos la vida imitando a otros. Tres puntos finales para ti.

  • No imitas a otros. Imitas procesos, técnicas, acciones. Seguirás siendo tú y él o ella seguirá siendo él o ella.
  • Tampoco hay que imitarlo todo.
  • ¿Realmente crees que no estabas imitando hasta ahora? La mayoría de lo que hacemos, lo aprendimos algún día por imitación. El truco es hacerlo con cabeza.

En resumen, el tema de hoy va de imitar. Imita y vencerás.

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?