Hace poco, me llegó una viñeta con una enseñanza muy interesante. Como suele suceder en este tipo de cuentos, se trata de un maestro oriental y su alumno. El maestro decía:
“Si alguien se acerca a ti con un regalo, y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece el regalo?»
«A quien intentó entregarlo» – respondió uno de los discípulos.
«Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.»
No sé a ciencia cierta cuál es el origen del cuento. En algunas webs dan como autor a Paulo Coelho. Sea como sea, un resumen corto de la historia bien podría ser el título de este artículo: «El regalo te lo quedas tú«.
Nos cuesta saber cuándo aceptar o rechazar un regalo
El caso es que, muchas veces, funcionamos de una forma un tanto curiosa. No nos hacemos las preguntas adecuadas, y el resultado es que nos cuesta mucho empatizar con los que sufren y nos piden ayuda, y hasta les calificamos de tóxicos, no siempre con razón. Sin embargo, al mismo tiempo, hacemos nuestros con mucha facilidad, los malos sentimientos de los que nos quieren hacer daño.
Un ejemplo típico: vas circulando por la carretera y, sin quererlo, realizas una maniobra que molesta a otro conductor. Este, airado, empieza a hacer aspavientos, o hasta baja la ventana y empieza a insultarte. ¿Cómo vas a reaccionar? No te olvides de que el que está enfadado es él. ¿Cuántas veces respondemos aceptando su regalito y enfadándonos nosotros también?
En otras ocasiones, nos hacemos responsables de las acciones de otros. Un ejemplo más. En muchas películas, un malvado secuestra a la mujer del héroe. Y le amenaza con algo así como: «Si no me das la contraseña super-secreta, mato a tu mujer». Siempre me han llamado la atención este tipo de situaciones. Vamos a ver… ¿quién quiere matar a la mujer? El terrorista malvado. Pero él quiere hacer ver que, si la mata, es por lo que yo hago o dejo de hacer.
Por supuesto, si está en nuestra mano evitar la muerte de alguien a cambio de algo que no quebrante nuestros principios más sagrados, pues claro que lo haríamos. Pero imaginemos que, en este caso, el héroe no cede a las amenazas, y finalmente, el malo malísimo dispara a la mujer. ¿Quién disparó? ¡Él malo! No el héroe. Pero los hechos empíricos darán igual. Porque en la mente del héroe, él será el responsable.
Aplicando el cuento del regalo

Pues no señor, hay que decir: el regalo es tuyo, y te lo quedas tú. Claro está que en nuestras vidas de no héroes, no se nos van a dar esas situaciones, pero, piensa por un momento. ¿Cuántas veces otras personas te intentan manipular haciéndote ver que el responsable final de que suceda algo eres tú cuando no es así?
Por otro lado, es bueno aceptar nuestras responsabilidades, lo cual tampoco es sencillo, y quizá merece una reflexión más profunda y separada del tema de hoy.
Plantéate el cuento como si, durante el día, nos fuesen trayendo regalitos. La clave está en saber cuáles nos vamos a quedar, y cuáles no vamos a aceptar.
Y es que, como en el caso de los regalos de verdad, no es tan importante el regalo, sino quién lo hace y por qué. Como decía un tal Ovidio: «El regalo tiene la categoría de quien lo hace»
El regalo tiene la categoría de quien lo hace – Ovidio Clic para tuitear