¿Te gustaría caerle bien hasta a tus enemigos? Una curiosa manera de conseguirlo es el efecto Benjamin Franklin. Gracias a este «truquillo», podemos convertir a un enemigo, en un buen amigo. Y ya sabemos que un amigo es un tesoro. Así que… ¿te interesa saber cómo usar el efecto Ben Franklin? ¡Vamos allá!
Benjamin Franklin y su enemigo
No vamos a rellenar aquí párrafos y párrafos con información sobre quién fue Benjamin Franklin. Puedes encontrar más información sobre este fantástico personaje en la misma Wikipedia, por ejemplo. Para este artículo, bastará saber que fue un personaje brillante. Entre otras ocupaciones, llegó a ser político, polímata, científico e inventor. Además, se le considera uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos. Dejó un montón de frases espectaculares que todavía hoy tienen su utilidad.
Lo que hoy nos interesa conocer es su efecto, el efecto Benjamin Franklin y su aplicación práctica. La historia, que aparece en la autobiografía de Franklin es interesante: el bueno de Benjamin tenía un enemigo en la Asamblea Legislativa de Pennsylvania. No se especifica su nombre. El caso es que este señor había hablado en alguna ocasión en su contra. Esto era un problema, dada la fortuna y educación de este señor.
A Ben se le ocurrió una idea para ganárselo. Le pidió un favor: un libro muy raro de su biblioteca privada. En sí misma, la petición era un halago hacia el enemigo sin nombre, ya que era un reconocimiento a su nivel cultural.
Este señor no tardó en prestar el libro en cuestión. Benjamin Franklin se lo devolvió una semana después con una nota de agradecimiento.
¿Resultado? Cuando se volvieron a ver, no solo le dirigió la palabra (cosa que no había hecho antes), sino que comenzaron una amistad que duró hasta su muerte.
El efecto Benjamin Franklin como estrategia
Como podrás suponer, a Benjamin Franklin no le interesaba mucho ese libro en cuestión. Era simplemente una estrategia. Un efecto basado en una disonancia cognitiva. Lo que consiguió en su adversario fue una contradicción. ¿Cómo podía ser que un enemigo lo valorara y se humillara hasta el punto de pedir su ayuda?
¿Cómo resolver esa incoherencia? Solo hay una solución para nuestro cerebro: pensar que, en realidad, el enemigo no es tan enemigo como parecía. A lo mejor, Benjamin Franklin había por fin entendido con quién estaba tratando. Quizá Benjamin había cambiado de actitud, y eso permitía al otro caballero aceptar su «rendición».
Sea cual sea el pensamiento que pasó por la cabeza de ese señor, lo que parece claro, es que nuestro cerebro, al toparse con un conflicto como el mencionado, buscará resolver el error justificando nuestras acciones, sin dañar nuestra imagen.
Básicamente, la premisa del método «Benjamin Franklin» consiste en que, cuando le pides ayuda a alguien, y este cede, estará después más dispuesto a hacerte favores en el futuro. Además, por lógica, nuestra mente razonaría lo siguiente: «esta persona debe agradarme, porque, de lo contrario, no le habría hecho un favor».
El efecto no funciona al revés
La técnica es mucho más efectiva que hacer lo contrario. Si tu le haces un favor a tu enemigo por propia voluntad, es incluso probable que seas rechazado, pues no se podría sospechar de tus verdaderas intenciones. Benjamin resume la idea en una frase:
Es más probable que te haga otro favor alguien que ya te ha hecho uno previo, que uno que te lo debe a ti – Benjamin Franklin Clic para tuitearHablando de favores, uno de los mayores que se pueden hacer, es prestar dinero. El mismo Benjamin dejó otra frase que viene a cuento de lo que tratamos de explicar:
Presta dinero a tu enemigo y lo ganarás; préstalo a tu amigo, y lo perderás – Benjamin Franklin Clic para tuitearLa demostración del efecto Benjamin Franklin
Precisamente con la idea de demostrar el «efecto Benjamin Franklin», los psicólogos Jon Jecker y David Landy intentaron replicarlo en 1969.
Lo que hicieron fue simular una especie de concurso. Un entrevistador regalaba a los participantes del estudio una cantidad de dinero. Posteriormente, el entrevistador se puso en contacto con un grupo de los participantes. Les dijo que si estaban dispuestos a devolver el dinero, ya que, lo había puesto de su propio bolsillo para la prueba, y se estaba quedando sin fondos. La mayoría aceptaron devolver el dinero.
Al otro grupo no se le dijo nada. Tiempo después, se volvió a reunir a ambos grupos, y se les preguntó qué tal les caía el entrevistador. El grupo al que se le había pedido el favor, valoraron mucho más positivamente al entrevistador.
De esta manera, el experimento confirmó el efecto de Benjamin: tendemos a cambiar nuestra actitud en base a nuestra conducta.
Factores a imitar del efecto Benjamin Franklin
Hay un par de puntos fuertes en la historia que creo que debemos imitar si queremos restablecer una relación o ganarnos a alguien:
- Debe existir la intención, al menos por una de las partes, de resolver el conflicto (dos no pelean, si uno no quiere).
- Es necesaria la observación reflexiva de la otra persona con el fin de descubrir sus puntos fuertes (todo el mundo tiene cosas buenas de las que podemos aprender).
- Al pedir el favor, debemos asegurarnos de que otras personas lo sepan, ya que esto obligará a posicionarse a nuestro «contrincante».
- La ayuda que pidamos debe ser sencilla de otorgar, sin dobles intenciones. De esa manera, la otra persona quedaría muy muy mal si se negara a ayudarnos.
Otros factores a tener en cuenta
Por otro lado, hay un punto en particular que no deja de «rechinarme». Me pregunto: ¿de verdad le interesaba a Benjamin el libro que pidió? ¿pensaba realmente que el señor X era un ilustrado? Y la más importante: ¿leyó el libro? Porque, imaginemos por un momento que no lo hizo. Y ahora, su nuevo amigo le pregunta por alguna sección del mismo. Franklin se queda en blanco, y su estrategia se va al garete.
¿A dónde quiero llegar? Creo que, para que la estrategia funcione, se deben dar, además, un par de condiciones más.
- Nuestra intención para resolver el problema debería ser sincera, no simplemente una cuestión de apariencias.
- Cuando pensemos en la otra persona, debemos encontrar sus verdaderas virtudes. Es posible que sea difícil, ya que no es nuestro amigo, pero se puede conseguir.
- A la hora de declarar nuestras intenciones a terceras personas, es bueno dejar claro que queremos resolver nuestras diferencias sinceramente.
- Por último, pidamos un favor que realmente aprovechemosdespués. No hacerlo sería una falta de respeto hacia la otra persona. Lo estaríamos tratando como un monigote. Sería un ardid, y, aunque pueda salir bien, nosotros veremos a nuestro nuevo compañero como un inferior.
Por supuesto, cada cual es libre de usar como vea conveniente el sistema de Benjamin Franklin. No hay duda de su efectividad, si se maneja bien, pero creo que, a largo plazo, siempre es mejor ir con la verdad por delante (y por detrás).
Otras aplicaciones del efecto Benjamin Franklin
Para mediar entre dos partes
Más allá del objetivo de conseguir buenos amigos o resolver un conflicto personal, el efecto Benjamin Franklin también puede ser aprovechado para mediar entre dos partes, alabando lo bueno de cada uno e involucrando al contrario como promotor del halago.
La amistad es una experiencia humana, es algo emocional, un vínculo del alma – Simon Sinek Clic para tuitearNo se si recordarás un anuncio de Coca Cola que explicó esto en un minuto. Te recomiendo que lo veas. Igual hasta te sale alguna lagrimilla.
En el Marketing
Otro uso más que rentable del efecto Benjamin Franklin es en la estrategia de Marketing. Normalmente se hacen favores a los clientes en forma de regalos promocionales. El problema de este sistema es que, seamos francos, ya nos lo sabemos. Incluso, es más que probable, que más de un cliente entienda que tiene derecho a que le demos algo gratis, a una promoción o a un descuento. ¿Por qué? Porque sí, porque ellos pagan.
Pero, ¿qué pasaría si una empresa le pide colaboración a sus clientes? Imagina que reúnes a un grupo de clientes de tu marca, y les entrevistas para saber por qué te compran. Les pides el favor de que te ayuden, que te expliquen qué mejorarían. A cambio, por supuesto, tendrás que recompensarles. Además, puedes, con su permiso, publicar sus opiniones en tu web, o sacarles en un anuncio. La cuestión es: si les honras escuchándoles, haciéndoles sentir importantes, ¿cómo crees que reaccionarán?
Las mejores empresas, lo sepan o no, usan el efecto “Benjamin Franklin”
Otros contextos
El sistema se puede usar en diferentes contextos: en la pareja, en la familia, con los compañeros de trabajo, en relaciones de vecindad, en iniciativas sociales, ventas, etc.
Igual se te ocurren más aplicaciones. ¿Por qué no las comentas? (Te estoy pidiendo tu ayuda, así que espero caerte bien, jejeje)
En resumen, el efecto Benjamin Franklin puede ser un gran aliado para conseguir llevarnos bien con otras personas, y hasta para solucionar problemas de esos que se han «enquistado» en el tiempo. ¿Por qué no te animas y piensas cómo usarlo?