El arte de no tener la razón

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¿Cuántas veces has luchado por llevar la razón para después descubrir que no era tan importante? ¿Por qué todo el mundo quiere tener la razón? ¿Hay forma de escapar a esta condena?

Por qué todos queremos tener la razón

Por llevar la razón hay quien discute y hasta pelea. Se han librado guerras por esto. Y se han perdido muchas amistades por lo mismo. Pero a pesar de todo, hay muchas razones para querer tener la razón.

  • En la escuela se premia a los que aciertan, y se suspende a los que se equivocan.
  • Tenemos miedo a lo que otros puedan pensar de nosotros, a que no confíen en alguien que se equivoca.
  • No nos gusta equivocarnos porque perdemos algo en el camino. Quizá tiempo, dinero o relaciones.
  • Tendemos a ver las cosas en blanco y negro, en ceros y unos. Nos parece que solo una opción puede ser la correcta.

Así que parece lógico que queramos tener la razón.

Tener la razón frena el progreso

Sin embargo, lo cierto es que tener la razón puede frenar nuestro progreso. Porque, si ya estamos en lo correcto, ¿para que avanzar?

Este es el motivo por el que los pensamientos estratégicos, así como el método científico se basan en el error. Se busca no tener la razón de forma insistente, usando la técnica de prueba y error. ¿Por qué? Porque, en realidad, por mucho que creamos que tenemos la razón en algo, lo más probable es que nos ciegue el ego y nuestras limitaciones.

Además, tener la razón en una discusión sobre si era penalty o no, no tiene mayor importancia. Pero para lograr la cura del cáncer hay que equivocarse muchas veces. Las personas que logran descubrimientos importantes lo saben, y por eso dan por sentado que lo normal es errar. Y es el error lo que les conduce a la mejora.

La vida no es una lotería en donde se aciertan unos números por casualidad y sin ningún tipo de mérito. Detrás de un avance hay esfuerzo inteligente, y muchos, muchos errores; muchos «no tener la razón».

Por otro lado, si ya llevamos la razón, ¿para qué necesitamos interactuar con otros? No nos van a aportar nada. Una de las frases de mi decálogo personal es: «Si dos personas tienen la misma opinión, una de ellas es innecesaria». Esta frase también serviría así: «Si la opinión de una persona es la razón, el resto de personas son innecesarias».

Es más, se puede dar la paradoja de que más de una persona crea tener la razón en el mismo momento y sobre la misma cuestión. Con lo cual, la única posibilidad es que todos pierdan. Es una guerra pírrica en toda regla.

Cómo cultivar el arte de no tener la razón

Hay un camino distinto: no llevar la razón. No por ignorancia, sea consciente o inconsciente, sino por convicción.

  • Es un signo de inteligencia reconocer que no tenemos la razón en muchísimos asuntos.
  • Es una muestra de humildad entender que nuestra «razón» está limitada.
  • Es una muestra de respeto permitir que otros tengan más razón que nosotros.
  • Es una exhibición de autocontrol reconocer que estábamos equivocados.
  • Es una parte del camino del progreso buscar el error.

Por eso, la pregunta que hay que hacerse es: «¿Cómo podría estar equivocado en esto?»

Al mismo tiempo, permitamos que los demás nos enseñen. Aunque efectivamente llevemos la razón, nadie es innecesario, y salvo excepciones, siempre podemos aprender de los demás.

Resumiendo

Aunque desde pequeños se nos educa para valorar tener la razón, el progreso conlleva equivocarnos, y hasta buscar de forma inteligente los errores, para poder corregirlos. La pregunta clave es: «¿cómo podría estar equivocado?». Si respetamos otras opiniones y aceptamos nuestras limitaciones, conseguiremos resultados mucho mejores que si simplemente llevamos razón.

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?