Algo que uno aprende, en muchos casos, a las malas, es que es imposible hacer todo lo que nos gustaría. Esto le pasa a todo el mundo. Por más «éxitos» que sea capaz de alcanzar alguien; por más polivalente que sea, seguro que habrá cosas que le gustaría hacer y no puede. Tanto la duración de un día (24 horas) como la duración promedio de un ser humano están limitadas. Ahora bien, hay una diferencia importantísima entre autocontentarse con decidir qué queremos hacer y sucumbir al efecto embudo del tiempo.
Qué es el efecto embudo del tiempo
No te preocupes que no vamos a hablar de fórmulas complejas ni de la relatividad del espacio-tiempo. Solo imagina un embudo como el de la foto de arriba.
Todos los embudos funcionan igual. En la parte superior echas un líquido con la confianza de que no rebosará. En la parte inferior, el diámetro del tubo permitirá que el líquido entre en un recipiente sin derramarse.
La ventaja de usar un embudo es que puedes echar más o menos cantidad de líquido sin preocuparte por adaptarte al diámetro más pequeño. Además, usar un embudo es muy efectivo. Es eficiente porque no gastas energía ni desperdicias líquido, y es eficaz porque llenas el recipiente.
Bien, hasta aquí todo perfecto. Pero, ¿cómo aplica esto al tiempo? ¿cómo podríamos usar este símil?
Las 24 horas son el diámetro
Seguro que ya has llegado a una conclusión: las 24 horas es el diámetro del tubo y de la entrada al recipiente. Si nuestra vida es el bote, la entrada son 24 horas. Esto es lo que dura un día, ni más ni menos. Podemos usar un embudo más grande o más pequeño, pero el tubito tiene que ser, como mucho, de esa medida.
En tu vida puedes hacer todo lo que te quepa en esas 24 horas.
El embudo es el sistema
El embudo sería como el sistema o la forma de hacer entrar en esas 24 horas todas las actividades que deseemos. Simplemente vamos aceptando compromisos, capturando ideas, implicándonos en proyectos, más y más y más, siempre que no rebosemos el embudo.
Por qué un embudo no funciona con el uso del tiempo
A pesar de lo que mucha gente piensa, un embudo no es la forma más rápida de llenar un recipiente. La única ventaja del embudo es que puedes llenar recipientes con una boca muy estrecha o que están situados en sitios complicados que impiden que los llenemos con comodidad. Otra función es trabajar en modo multitarea, ya que llenamos el embudo, el líquido va cayendo al ritmo que le permita la boca, y nosotros podemos realizar alguna tarea distinta, o bien descansar.
Pero todo esto no supone ninguna ventaja con el tiempo. ¿Por qué?
- Un día es suficientemente largo, no hay problema con el «tamaño de la boca».
- Tampoco los días están situados en sitios incómodos ni nada parecido.
- En el símil, el recipiente es nuestra vida. Así que no podemos hacer otras cosas mientras hacemos cosas en nuestra vida
- Usar un embudo no es más rápido ni más eficiente (mira el siguiente subtítulo)
El gran problema de los embudos
Además, los embudos tienen algunos problemillas. Uno es que nosotros echamos líquidos arriba, pero cómo lleguen al recipiente es otra cosa. Si echamos líquidos distintos, por ejemplo, no podremos controlar la mezcla ni el orden en que entrarán.
Y lo más importante, de lo que todo el mundo se olvida. Todos los recipientes están llenos aunque estén vacíos. Sí, dentro del recipiente hay aire. Y es por eso que, si no permitimos que salga el aire, el líquido caerá mucho más lento que si simplemente llenáramos el recipiente con un grifo del tamaño adecuado (un poco más pequeño que la boca del recipiente).
En realidad, la forma más rápida de llenar un recipiente no es un embudo, sino una manguera o tubo que permita salir al aire mientras expulsa el líquido con presión.
Con ese recipiente de 24 horas sucede lo mismo. Mucha gente se olvida de que necesitamos respirar para disfrutar de la vida. No podemos ir como pollos sin cabeza de una tarea a otra con un descontrol total. Ir aceptando todo a lo loco supone mezclar tipos de tareas, sin tener en cuenta tiempos de descanso y desconexión, cronotipos y mil factores más que hacen que el día sea más efectivo.
Así es como funcionan muchas personas, adictas a decir «sí» a todo, creyendo que tienen fuerzas y energía ilimitadas, y que, «como ellos controlan», todo acabará haciéndose en esas 24 horas. Pero no, usar la técnica del embudo para llenar los días de actividades no es una buena idea.
La forma correcta de llenar los días de actividades efectivas
Para lograr resultados de calidad en tu día a día, debes usar algo parecido a lo que hacen las industrias de llenado de botellas. Utilizan sistemas complejos (no tan simples como un embudo), con mezclas de aire, bombas y reguladores.
De forma parecida, para llenar nuestro tiempo con actividades que valgan la pena, no podemos usar un simple embudo. Es necesario un método que nos permita…
- Primero, filtrar qué actividades deseamos hacer, dado que no podremos realizarlas todas.
- Segundo, que nos ayude a decidir cuándo las haremos, teniendo en cuenta la limitación de 24 horas además de otros factores como el nivel de energía, mezcla con otras actividades, cumplimiento de prioridades… etc.
- Y tercero, y lo más importante, que deje hueco; que haya espacio para respirar.
Un método que cumple con estas premisas es el método C.A.R., que consta de 3 pasos: Capturar (tener el líquido), Analizar (decidir de forma sistemática qué hacer, cuándo y cómo), y Revisar para actuar (beberte el líquido)
En todo caso, sea que uses C.A.R. o no, asegúrate de que tu vida se llene con sentido y equilibrio, y que puedas respirar.
Resumiendo
Aunque el símil del embudo puede parecer muy bonito para llenar nuestros días de actividades, no es lo mejor. Al igual que lo hacen las industrias especializadas, la forma correcta de llenar nuestros días de tareas que nos hagan felices es usar un método que nos permita decidir qué hacer, cuándo y cómo hacerlo, y lo más importante, que nos permita respirar.