No sé dónde ni cuándo estarás leyendo tú este artículo. Yo escribo estas líneas desde Canarias (España), en medio de una pandemia inaudita, difícil de asimilar.
A modo de diario, escribo una reflexión que necesitaba plasmar de alguna manera. O lo redactaba y lo compartía, o salía por la ventana a gritarlo. Decidí lo primero.
Un día a la vez
En el día de hoy, mi empresa, como la mayoría de las medianas y grandes empresas, inicia un ERTE. Hace 2 días, no sabía ni lo que era eso.
Como además de trabajar por cuenta ajena para una empresa, soy autónomo desde hace 20 días, desconozco si cobraré algún tipo de prestación, cuánto, cómo… (no soy el único en ignorancia al respecto; me dicen desde la gestoría que ni los organismos públicos saben cómo proceder).
Para colmo de fatídicas coincidencias, me di de alta para hacer las cosas legalmente, pero ni siquiera he tenido tiempo para lanzar un curso en el que trabajo, así que los ingresos mediante la web son ridículos.
No me quejo. Por suerte hay comida en casa porque en la semana previa a la declaración de alerta, anduvimos rápido y se hicieron dos compras de productos básicos no perecederos. Así que tenemos para comer. Mis disculpas; no compramos mucho papel higiénico. El gasto en esta partida sigue siendo el habitual.
Tampoco me quejo porque, para todo hay solución. Además, me gusta la filosofía de “un día a la vez”. Y con esta crisis, ha quedado claro que es buena idea no preocuparse demasiado por el mañana. De hecho, ningún mortal sabe lo que ocurrirá mañana.
He vivido una semana de locos, recibiendo instrucciones de diferentes esferas. Las de ayer contradecían a las de antes de ayer, e igual las de hoy, hacen lo mismo.
Cosas muy raras
Lo que hace unos días era impensable, reservado a las películas, hoy lo estamos viendo con nuestros propios ojos. Playas desiertas, militares obligando a gente a irse a sus casas, fuerzas de seguridad deteniendo personas por pasear por la calle…
Ayer, en el que será mi último día de trabajo por una temporada, vi cosas muy raras.
Gente caminando cabizbaja, sin saludarse, como si las miradas o las palabras fuesen contagiosas.
En dos sitios distintos, observé que los pajaritos no guardaban la distancia de seguridad habitual, y no se echaban a volar cuando me acerqué a ellos. Al final, nos cruzamos como si nada. ¿Será que acaso la naturaleza vuelve a tomar el control al ver que no estamos?
Pocas voces disonantes
Por cierto, me surgen muchas preguntas. No entro en política, ni en zurdos ni diestros, ni nada parecido. Aún así, no puedo evitar pensar en qué hay detrás de todo esto.
Pareciera que, el que maneja los hilos por detrás, supiera exactamente lo que iba a pasar, y qué pasos había que dar, para llegar a un objetivo.
Solo piensa en esto. Muere mucha más gente en el mundo, todos los meses, por diversas causas, y jamás se han tomado medidas tan drásticas. Probablemente nunca ha habido sacrificios económicos tan altos en relación a número de fallecimientos.
¡Ojo! No entro en materia de si está bien lo que se está haciendo o no. No me atrevo a juzgar; nadie me lo ha pedido, no me corresponde, y además, no tengo datos disponibles. De hecho, los datos que tengo son los que puedo encontrar trasteando un poco por internet, o viendo las noticias (cosa que sigo sin hacer). Otra cosa curiosa es precisamente, la falta de acceso a datos confirmados.
Al hilo de lo último, lo que sí me llama poderosamente la atención, es oír pocas voces rebeldes. Es como si todo el mundo aceptara la situación sin rechistar. Como si estuvieran anestesiados. Igual que los que no saludan por la calle cuando se cruzan contigo a dos metros de distancia.
Sí tengo claro que la unidad que se está viendo entre personas y organismos, es poco común.
El planeta gira muy rápido
También se confirma lo de que el mundo va cada vez más rápido, y está cada vez más conectado. Ya da igual que no veas las noticias, o que vivas en una cueva. Ayer estabas tan tranquilo, y hoy estás al día de la situación, y controlas la dichosa curva en una decena de países europeos.
¿Y qué me dices del tele-trabajo? Resulta que, al final, sí se podía. Eso sí, igual no era lo que alguno había soñado. En mi caso, la rutina de tele-trabajo ha variado poco, y a partir de hoy, menos. Pero he leído mucho al respecto en estos días, y parece que, una vez más, el trabajador pierde.
El siguiente paso es que los organismos públicos agilicen como por arte de magia los procedimientos. Va a ser interesante ver que lo que antes era imposible solucionar sin rellenar 300 documentos e ir a 2.000 oficinas (sí, he exagerado), ahora se hace telemáticamente.
Por cierto… sorprendente el nivel tecnológico. A pesar de que casi todo el mundo está confinado, y conectado, Netflix, Whatsapp, Twitter, Facebook, y el propio internet funcionan a las mil maravillas. A estas alturas, con un incremento de uso de datos brutal, lo más lógico es haber vivido fallos masivos. Pero no, esto sí funciona bien.
Y funcionan también los grupos de Whatsapp, las videollamadas por aplicaciones que ayer nadie conocía… ¡hasta las llamadas de teléfono de toda la vida han resurgido!
Ayer mis hijas jugaron al parchís en remoto con varios niños. Parece que están programando una “fiesta de pijamas” por videollamada.
En el caso de alguien como yo, que, en los primeros días, tenía que seguir trabajando, buscando soluciones a lo que iba saliendo, al mismo tiempo que seguía con las rutinas habituales, que te llamen 40 veces al día para charlar un rato, ha llegado incluso a crisparme un poco. (Lo siento)
Puedo entender que un hijo único, o alguien que viva solo en casa, y que ahora esté recluido, se aburra. Pero en la mayoría de los casos… ¡Hay tantas cosas que se pueden hacer! ¡Hay tantas cosas que hay que hacer!
Siempre hay algo positivo
Imagino que, cada cual, lo lleva como puede. ¿Parte positiva?
¡Por supuesto! Aquí dejo algunos puntos que me llevo:
- La resiliencia está aumentando a niveles inauditos. Nuestros límites mentales y emocionales están rotos, y mañana habremos crecido, y estaremos más y mejor preparados para lo que venga.
- Estamos aprendiendo que hay muchas maneras de ser eficaces, y de lograr objetivos. La creatividad está en alza.
- Volvemos a la esencia: a hablar con los demás (falta lo de “por la calle”, pero se comprende)
- Más que nunca, la diversificación es imprescindible. Muchos que ya tenían negocios digitales y físicos al mismo tiempo, habrán podido comprobarlo. La idea es: “no pongas todos los huevos en la misma cesta”.
- El aprendizaje es imprescindible para sobrevivir con garantías en este mundo tan veloz.
- Tener un método de organización de calidad marca la diferencia. Sobre todo, para aquellos que se inician de golpe en el teletrabajo. En mi caso, el sistema C.A.R. está demostrando su solidez.
- La efectividad es clave, no solo para conseguir resultados, sino también para solucionar problemas.
- Lo que hoy sucede es el resultado de muchas decisiones, pequeñas y grandes. ¡Qué importante es tomar buenas decisiones!
- En momentos de crisis, tener claros tus valores es esencial.
¿Y tú? ¿Qué impresiones tienes? ¿Te surgen preguntas al ver la situación? ¿Cómo lo llevas? ¿Hay algo en lo que se pueda ayudar? ¡Usa los comentarios!
La grandeza de una persona se puede manifestar en los grandes momentos, pero se forma en los instantes cotidianos. ~ Philips Brooks Clic para tuitear