¿De verdad te has ido al extremo?

Al borde del precipicio

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Hace unos días, una persona que me había pedido asesoramiento me comentaba que su familia decía de ella que era «demasiado organizada». Si tú también eres alguien organizado, es probable que hayas oído esta expresión.

Seguramente te han tratado como si fueras un bicho raro, dando a entender que no sabes disfrutar de la vida. O hasta te han aconsejado, como si estuvieras al borde del precipicio.

En la vida, en muchos ámbitos, lo ideal es el equilibrio, el punto medio. Suele haber dos extremos, y ninguno es lo ideal. Un ejemplo es la libertad que los padres conceden a sus hijos pequeños. Ni es bueno dar demasiada libertad, ni tampoco ser muy restrictivos. Ambos tipos de crianza suelen dar resultados pésimos.

Sin embargo, en relación al tema de la efectividad personal, algo me «rechina» en este argumento. Si sigues los contenidos de EfectiVida, sabrás la definición que aquí damos de efectividad: la mezcla ideal entre eficacia (conseguir objetivos), y eficiencia (gastar pocos recursos). Además, la efectividad con sentido debería tener un «porqué», un objetivo, como por ejemplo, disfrutar más de la vida.

Siguiendo esta línea de razonamiento, ¿cuál es el problema en ser súper-efectivo?

Por un lado, la efectividad ya lleva incluido el concepto de equilibrio. Pero además, cuanto más efectivo seas, mejor para ti.

Si afinamos teniendo en cuenta los matices del lenguaje, es posible ser «demasiado organizado». Lo cierto es que, llegado un punto, el tiempo que alguien dedica al orden y la organización puede ser mayor que el que ahorra con dicho orden u organización. Pero en realidad eso no sería efectivo, ya que el gasto de recursos (en este caso, el recurso del tiempo) sería poco rentable.

Aún así, sinceramente, dudo mucho que alguien que critica a otro por ser «demasiado organizado» tenga en cuenta lo que acabo de comentar.

Creo más bien que vivimos en un mundo donde la mayoría de las personas son poco ordenadas, poco organizadas. Creo también que muchas personas no disfrutan de la vida porque no aplican la efectividad en sus horarios y rutinas. Cada vez tengo más claro que muchos problemas de estrés vienen derivados por falta de organización. Por eso, muchas veces creo que eso de «eres demasiado organizado» es una pataleta, una frase hecha, teñida de un poco de envidia.

En resumidas cuentas, no te dejes convencer de que la efectividad está en un extremo y que deberías ser menos efectivo o efectiva. El equilibrio entre conceptos suele ser lo ideal, pero no en este caso. En el caso de la efectividad personal, cuanto más, mejor.

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?