¿Cuánto tarda una persona en cambiar? La curva del desarrollo personal

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¿Cuánto tarda una persona, en promedio, para realizar un cambio sustancial en su vida? Esta es una pregunta interesante, pues nos permitiría tener expectativas adecuadas, así como invertir nuestros recursos de forma inteligente.

En este artículo, vamos a ver algunos factores a tener en cuenta. El viaje nos llevará a dar una cifra valiente de lo que podría tardar alguien en hacer cambios significativos en su vida. Todo esto, por supuesto, como una opinión más de alguien que sigue intentando cambiar.

Las famosas 10.000 horas y otras teorías

Si quisiéramos responder a la pregunta del título de forma rápida, podríamos recurrir a las famosas 10.000 horas para llegar a ser un maestro en algo. Estamos hablando de que, dedicando 8 horas diarias, de lunes a viernes, serían 250 semanas; casi 5 años. Esto coincide con otros autores que hablan de unos 4 años para llegar a ser un experto en una materia.

Pero, cuidado, si estabas pensando que podías simplemente tocar un violín durante esas horas, para convertirte en un buen violinista, error. Prueba de esto son los muchos conductores que acumulan miles de horas al volante y que, sorpresa, no son por ello mejores conductores. Tampoco esperes verlos ganando un mundial de Fórmula 1 ni nada parecido.

En realidad, hablamos de 10.000 horas de práctica deliberada. Esto quiere decir, aprender y mejorar constantemente nuestras habilidades a base de prueba y error, crítica constructiva y esfuerzo consciente.

Hay otras teorías, como la de los 21 días, o la de los 66 días. En este tipo de cálculos se trata de ser muy constante durante todo ese periodo. A partir, de ahí, se supone que se ha cambiado y el nuevo comportamiento ya no requiere esfuerzo. Sin embargo, estos tiempos se refieren a establecer o modificar un único hábito, no a un cambio de importancia en la personalidad.

Depende del punto en la vida en el que estemos

Otro factor a tener en cuenta es que no se mejora igual cuando somos niños que en otras etapas de la vida.

Parece que, cuando somos pequeños, la mera aplicación (muchas veces por imitación) es suficiente. Hace falta poca teoría. Se avanza muy rápido. Un niño de 6 años es muy distinto de cuando tenía 3. Y uno de 15 con respecto a cuanto tenía 10… brutal. Sin embargo, un adulto de 40 años no va a ser muy diferente de uno de 35.

Más adelante, y a medida que vamos estudiando, contamos con un porcentaje muy superior de teoría, pero con poca práctica. Quizá sea esa la razón de por qué en toda la etapa estudiantil no hay una mejora significativa en lo que tiene que ver con el desarrollo personal. Además de que tampoco se habla mucho de eso en clase. Una vez pasada la adolescencia, aunque las habilidades orientadas al trabajo tradicional pueden mejorar, parece haber un parón en el desarrollo personal.

Una vez que entramos en el mercado laboral y nos estabilizamos, la libertad adquirida nos permite decidir si vamos a mejorar nuestro desarrollo personal o no. Aquí es donde más diferencias se ve entre personas. Mientras unas parecen estancarse como si estuvieran siendo tragados por arenas movedizas, otras se dedican más a su desarrollo personal. Normalmente, hay un punto de inflexión en los 40, donde uno toma una decisión consciente. Por supuesto, hay quien se preocupa por su desarrollo personal unos años antes o después.

Pasada la edad laboral, después de la jubilación, la sensación es de que lo normal es seguir con la misma trayectoria. Como un misil. Si estábamos trabajando por el desarrollo personal, seguiremos haciéndolo, y lo contrario. Claro, también hay excepciones aquí.

El desarrollo personal es una curva en forma de sierra

Tendemos a pensar en el desarrollo personal como algo que mejora o empeora de forma lineal. Pero en realidad, esto no sucede así.

Permíteme que me ponga como ejemplo. Hace años leí un libro sobre alimentación. Fue como asistir a un concurso de bofetadas donde la víctima era yo. Realmente me alimentaba muy mal. Así que hice algunos cambios drásticos. Sin embargo, pasadas varias semanas, me dajaba ir. No llegaba a estar tan mal como antes, pero desde luego se me había pasado el dolor de las bofetadas.

Entonces leí otro libro sobre alimentación, y otro y otro. Le estaba cogiendo el gusto. Cuanto más aprendía, más cambios hacía. Pero también se repetía el mismo patrón. El conocimiento me daba un impulso, y pasado un tiempo, volvía a las andadas. Aún así, había mejora. Actualmente, y sin ninguna duda, como mucho mejor que hace 6 o 7 años.

Creo que este patrón se puede aplicar a muchas otras áreas del desarrollo personal. Así que no es una curva limpia, sino llena de subidas y bajadas.

Transferencia

El otro día, mientras esperaba en un semáforo, observé a un hombre bajarse de un coche. Era un 4×4 precioso. Tenía algunos arreglos que lo hacían más bonito todavía. El hombre sacó una especie de cuadro de una bicicleta eléctrica. Estaba bien vestido, con ropa cara, pero no muy llamativa; limpio, elegante. Cruzó la calle y entró en una tienda de bicicletas que había visto varias veces antes. Me llamaba la atención porque tenía un escaparate espectacular. Al mirar cómo entraba este hombre, me fijé que tenían un ordenador en el mostrador; un iMac de 27″. Entonces pensé: «Claro, todo coincide. Parece que aquí, todo es de calidad».

Esto es algo que he observado muchas veces. Cuando una persona se esfuerza por mejorar cierta área de su vida, esto suele transferirse a otras áreas. Es raro encontrar a alguien que sea muy limpio, pero poco ordenado. O que sea muy organizado, pero no tenga a raya a sus finanzas. O que haga ejercicio desde hace tiempo y descuide totalmente su alimentación.

Esto nos lleva a una conclusión. Y es que es más fácil cambiar cuando ya se han hecho cambios. Es muy probable que el conocimiento que nos han regalado nuestros padres y los profesores en nuestra infancia, permita que, más adelante, podamos cambiar con mayor facilidad.

Siguiendo con los ejemplos anteriores, para alguien que ya hace deporte, comenzar a cuidar su alimentación no es algo extraordinario. Claro, no hablamos de cambios radicales, pero creo que pequeños cambios constantes pueden llevar a alguien a transformarse en unos años.

Eventos impactantes y cambios de circunstancias

Todos sabemos de alguien que sufrió un terremoto en su vida, y le motivó a cambiar. Sin embargo, aunque pueda parecer algo espectacular, el cambio no suele ser repentino. No pasamos de ser muy vagos a ser super productivos. Normalmente, se trata de cambios de paradigma que transforman nuestra vida en los meses siguientes. Primero cambia nuestra mente, después cambian nuestras acciones, y al final, irremediablemente, nuestros hábitos moldean quiénes somos.

Aunque no se trate de eventos de alto impacto, los cambios de circunstancias también facilitan mucho que alguien cambie. Sin embargo, en estos casos, el cambio no siempre es permanente.

En realidad, es la combinación de motivación intrínseca sumada a cambios de circunstancias (preferiblemente hechos a conciencia), lo que logra un cambio real y permanente.


Entonces… ¿cuánto voy a tardar en cambiar?

Sacar un promedio con todos estos factores, y muchos otros que me dejo atrás, es algo complicado. Pero, ¿por qué no dar una opinión sin más pretensiones?

Creo que, como mínimo, se tarda 6 meses para que se note que alguien ha cambiado. Y esto en casos con muchos puntos a favor. Crisis de los 40, impacto importante, cambios de circunstancias, trabajo de desarrollo personal durante tiempo… etc.

En otros casos más alejados de las pelis de Hollywood, estaríamos hablando de al menos un año. Mucho más si el cambio deseado es convertirnos en expertos en algo.

Eso sí, ten en cuenta también que los cambios los notan mucho más las personas que nos ven esporádicamente. Aquellos que tienen una relación habitual (incluído tú contigo mismo), ven los árboles pero no el bosque. Quizá haya una sensación de mejoría, no mucho más.

¿Conclusión? Paciencia amigo, paciencia amiga. Si estabas esperando un cambio total en 2 días, olvídate. Te vas a decepcionar. Por eso es bueno trabajar por sistemas, ponerte retos, llevar un seguimiento… etc. Ya sabes, aplicar efectividad sin olvidar las cosas importantes de la vida.

En resumen, ¿se puede cambiar? Sí, pero es difícil. Hay que querer. Habrá subidas y bajadas. Y llevará tiempo.

La buena noticia es que no es imposible, y además, el camino es agradable. Así que… ¡a por ello!

Reflexión

Rompiendo moldes

Me ha encantado un artículo de Chris Guillebeau titulado “36 maneras de vivir diferente”.

Dejo por aquí algunas que me gustaron especialmente.

Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?