“Si la vida nunca deja de enseñar, ¿por qué dejar de aprender?”. Esa es una frase muy buena, y estoy de acuerdo con ella. Sin embargo, existe un punto exacto, un momento concreto, en el que hay que parar y dejar de aprender. ¿Sabes cuál es? ¡Te lo explico!
La diferencia entre aprender y aprender
Antes de proseguir, permíteme que diferencie entre dos tipos de aprendizaje. Lo que muchos piensan que es aprender, y lo que realmente es aprender.
Para muchos, aprender consiste en cosas como:
- Comprar un curso online
- Ir al instituto o a la universidad
- Estudiar para un examen
- Asistir a una charla
- Leer un libro de no ficción
- Ver un documental de Netflix
Sin embargo, todas estas acciones no son aprender, sino consumir contenido, meter en la cabeza más y más información.
Aprender de verdad incluye practicar.
El verbo aprender viene del latín, e incluye la palabra “prae”, que significa “antes”, y “hendere”, que significa “atrapar”. Otras palabras derivadas serían “prender” o “comprender”.
Y es evidente que, sin práctica de la nueva información, no se puede considerar “prendida”, “agarrada”. Al contrario, en muy poco tiempo te olvidarás de ella.
El punto exacto en el que debes dejar de aprender
Teniendo en cuenta lo anterior, ¿cuál es el punto exacto en el que hay que dejar de aprender (consumir información)?
La respuesta es sencilla: debes dejar de aprender y ponerte a practicar cuando lo último que aprendiste no lo practicaste.
O dicho de una manera más correcta: debes dejar de consumir información si lo último que consumiste no lo practicaste.
“Saber por saber de nada sirve, si no sabes para qué sirve lo que sabes”
Alberto Vázquez Figueroa
Por qué cuesta tanto aprender de verdad
Claro, esto es fácil de decir, y queda muy bonito decirlo en un blog. Pero no es tan sencillo.
A nuestro cerebro le encanta tachar acciones de la lista, subirse al tiovivo y dar vueltas sin parar, (y sin ir a ningún sitio). Consumir información es algo sencillo, pero practicar implica cambiar nuestro cerebro, y eso no gusta tanto.
Esta es la razón por la que hay gente que lee mucho, que de todo sabe, pero que no avanza. A veces pienso que, en realidad, no hace fata saber más. Si tan solo intentáramos practicar lo que ya sabemos, nos faltaría vida para lograrlo.
Por eso, la próxima vez que consumas un contenido interesante, pregúntate: ¿cómo lo voy a aplicar?
Toma notas, habla del tema a otros, busca más información… Trázate un plan. Ya sabes, puedes capturar la idea con el método C.A.R. y así te aseguras de que no se pierda. Posteriormente, puedes colocar bloques de tiempo en tu calendario para aplicación de lo aprendido.
Resumiendo
Aprender no es simplemente consumir información. Eso sería sencillo. Lo complicado es aplicar. Y es justo al aplicar cuando se aprende de verdad. Por eso, el punto exacto en el que debes dejar de consumir información es cuando no has aplicado lo último que aprendiste. Trabajando de esta manera se consigue un progreso mucho más constante y profundo que si simplemente “sabemos mucho”. Por cierto, una última pregunta: ¿cómo aplicarás esta idea?
*Imagen de cabecera: Moshe Harosh en Pixabay