Cuando entrevistan a alguien que ha logrado una gran hazaña, suele decir algo parecido a esto: «Tuve que prepararme mucho física y mentalmente». Estoy seguro de que es así. Y si le preguntaras a ese crack cómo se preparó físicamente, seguro que te podría detallar con todo lujo de detalles el plan de entrenamiento que siguió durante meses. Pero, ¿qué pasaría si le preguntas por cómo se preparó mentalmente?
Por qué es necesario entrenar la mente
Todos estamos de acuerdo en que la mente es clave para lograr un objetivo importante. El punto es que es bastante más complejo entrenarla.
Un ejemplo. Imagina que quieres correr un maratón. Así que planificas un entrenamiento de 10 semanas. Decides qué alimentos vas a comer, en qué cantidades, y los horarios. Te propones entrenar fuerza 3 días a la semana, durante 1 hora por día. Además, vas a correr de lunes a viernes, durante media hora. Y vas a ir incrementando el tiempo y la distancia cada semana. También te compras unas zapatillas especiales para correr en asfalto, y ropa para invierno. Está claro, ¿verdad? Incluso, a medida que van pasando las semanas, vas anotando tiempos, distancias, sensaciones, de tal manera que vas viendo tu progreso.
Vale. Ahora pasemos a ejercitar la mente. ¿Cómo lo vas a hacer? Piénsalo. Porque al final, si la parte física estaba bien, cuando a medio maratón tu mente diga «hasta luego», va a estar muy claro que no estabas preparado mentalmente. Y lo mismo pasará si lo consigues terminar. Cuando alguien con un micro te pregunte cómo lo lograste, dirás: «Tuve que prepararme mucho física y mentalmente».
Preparar la mente es algo difuso, no se puede medir fácilmente. Y siendo francos, la mayoría de las personas que se entrenan en algo, dedican horas a lo físico, y poco o nada a lo mental.
¿Se puede entonces preparar esa parte? Yo creo que sí. No vamos a lograr mediciones exactas, claro. Pero sí podemos dedicar tiempo a ejercitar la mente. Aquí van 3 ideas:
1. Visualización
Dedica varios minutos cada día a verte corriendo el maratón, y logrando el maratón. (Vamos a seguir el símil, pero puedes visualizar cualquier objetivo).
Antes de visualizar, elimina cualquier distracción. Ya sabes, entorno tranquilito, móviles en silencio y lejos, cartel en la puerta «Do not disturb», y lo que haga falta para poder estar concentrado.
Ahora, visualiza desde que sales de tu casa, pasando por el trayecto hasta llegar a la salida. Imagina al resto de la gente. Huele, siente. Intenta ver el trayecto, concéntrate en cómo te vas desgastando. Finalmente, mírate entrando en la meta, reventado (o reventada).
Al intentar visualizar te ocurrirá algo curioso. Te van a venir a la cabeza mil cosas que no tienen nada que ver con la maratón. Que si mi tía me hizo una llamada perdida y no sé qué querrá; que si el coche está perdiendo aceite. Es normal. La mente de la mayoría está acostumbrada a saltar de aquí para allá. Por eso, el simple ejercicio de pensar en una sola cosa durante un rato le aburre. Buscará la forma de salir. Échale un lazo y vuelve al punto de inicio: visualizar el maratón.
Al realizar este ejercicio, no solo logramos mayor concentración, sino que también podemos prever qué cosas tendremos que hacer ese día. Además, veremos el ciclo completo. Cuando por fin estemos ahí, nuestra mente querrá concluir lo mismo que ya ha visto un montón de veces.
2. Teoría
Hace muchos años que hago senderismo. Al principio, iba de valiente sin los bastones. Después, conseguí unos que me regalaron canjeando unos puntos por viajar, y tampoco me convenció. Pero un día, no me preguntes por qué, busqué por internet cómo se usan los bastones de senderismo. Encontré un video que explicaba la técnica. Entre otras cosas, decía por qué se deben usar 2 bastones, y no solo 1.
La siguiente vez que fui a caminar, llevé mis dos bastones. Sabía cómo usarlos. Mi mente estaba preparada. Es más, diría que estaba ansiosa por hacer lo que había aprendido.
Nuestra mente es una devoradora de ideas nuevas. Le gusta mucho aprender y probar. Por eso, es vital dedicar tiempo a aprender la parte técnica, la teoría. No sirve de nada entrenar 8 horas, si desconoces cómo lograr mayor efectividad en cada paso, o qué zapatillas te darán más agilidad.
Una parte técnica interesante es enfrentarte a preguntas. ¿Qué pasaría si…? ¿Cuáles son las reglas? ¿Qué se puede hacer y qué no? Estas preguntas nos permiten estar preparados mentalmente, en un sentido intelectual.
3. Exposición voluntaria a la incomodidad
Para lograr cualquier objetivo importante, es necesario superar obstáculos. Y nuestra mente quiere precisamente lo contrario. Sobre todo, le encanta ahorrar energía. Para colmo, el sistema de vida en muchos sitios te evita enfrentarte al más mínimo dolor. ¿No te gusta esta comidita mi niño? No te preocupes que mamá te da chuches y cocacola.
Tampoco hay que ser masoquista. El equilibrio está bien. La cuestión es que la exposición a las dificultades es más mental que física. Es un estilo de vida, una forma de pensar. La tendencia normal es evitar lo incómodo. ¿Por qué iba a usar las escaleras si hay un ascensor?
Nuestra mente es como un niño acostumbrado a salirse con la suya a base de pataletas. Así que, cuando te enfrentes a un desafío, lo normal es que encuentre mil excusas para convencerte de que desistas. Ahora, si te has mantenido firme, y le has demostrado quién manda, cuando te enfrentes a un desafío, podrás decirle: «No. Voy a seguir y no me lo vas a impedir.»
En resumen
Obviamente, medir el nivel mental en el que estamos es complicado. Por eso hace falta la parte física. En realidad, es un todo. Cuerpo y mente están unidos. Son inseparables. Eso sí, programar un tiempo específico para la parte teórica y otro para la visualización pueden asegurarnos una preparación mucho más completa que simplemente dedicarnos a entrenar o a ensayar.
Así, cuando te entrevisten en las noticias, podrás decir de verdad que estabas mentalmente preparado.
*Imagen de cabecera: Pete Linforth en Pixabay