La capacidad de comunicación del ser humano es impresionante, y de hecho nos distingue de los demás seres vivos que habitan el planeta. Comunicar es poner en común lo que nos interesa con lo que le interesa a quien nos escucha. Ahora bien, la capacidad de atención y de concentración va cada vez a peor. Por eso, ¿te gustaría saber cómo captar y mantener la atención de los demás?
Demasiados impactos
El problema de la sociedad actual que impide que nos concentremos es la enorme cantidad de inputs, entradas, impactos o como lo queramos llamar. Nuestro cerebro está constantemente bombardeado por sonidos, imágenes y mil cosas más que nublan nuestra atención.
Si quieres convencerte de que esto de la concentración no es el fuerte de nuestro mundo, haz el siguiente test:
Además, no todos los canales o medios por los cuales nos llega la información, afectan nuestra atención de la misma manera. Fíjate en el gráfico siguiente:

Básicamente, esta pirámide dice que lo que más retenemos es lo que enseñamos. Y esto es algo lógico, pues intervienen muchos factores más que cuando simplemente leemos o vemos algo.
La falta de atención nos afecta a todos
Desde el momento en el que hablamos, nos convertimos en comunicadores. Así que esta falta de atención nos afecta a todos. Cuando hablamos con un amigo, cuando conversamos con un familiar, si damos una charla, si somos padres, jefes, profesores (hijos, empleados, alumnos)… Entones, ¿cómo podemos solucionarlo? ¿Cómo podemos conseguir que los que nos escuchan estén realmente atendiéndonos?
¿Se puede medir la capacidad de concentración o de atención?
Ya sabemos que la concentración de la mayoría de nosotros es muy limitada. Un ejemplo son los videos de YouTube. Hasta cuando estamos viendo alguna canción, tardamos poco en saltar a la siguiente, incluso sin que haya acabado.
Y si hablamos de los niños, ya sabemos, su concentración es mínima. Y no hablemos ya si tenemos alguna dificultad de aprendizaje como el TDAH, déficit de atención, etc. Por si esto fuera poco, la capacidad de atención no crece de manera automática al aumentar nuestra edad.
En resumidas cuentas, según algunos estudios, el tiempo que una persona puede estar concentrada a un nivel alto está en torno a la media hora.
Aquí te dejo un artículo que explica el tema más en profundidad:
El gráfico de la campana invertida
En un seminario de metodología de enseñanza de idiomas, el profesor dibujó un gráfico en la pizarra. Puso la linea horizontal con 1 hora de tiempo, y la vertical con un porcentaje del 0 al 100% que representaba la concentración. Entonces nos pidió que dibujáramos nosotros el gráfico que debería ir ahí y nos dijo que lo veríamos al día siguiente.
Cada cual hizo sus investigaciones, y al día siguiente, el profesor nos dibujó un gráfico en forma de campana invertida. Algo así como esto:

A continuación, el profesor preguntó: «¿Y esto para qué nos sirve?». Después de permitir varias opiniones, ni corto ni perezoso, borró toda la parte central del gráfico, desde el minuto 5 hasta el 55. Y dijo algo así como: «Esto es lo que nos interesa».

Conclusión: nuestros contenidos deben durar 5 minutos como máximo. De hecho, el objetivo era dar clases de unos 3 minutos. Y, con entrenamiento, y con métodos, se puede conseguir enseñar muchas cosas en ese tiempo.
Lo ideal sería dar un contenido muy breve, descansar, y volver a empezar. Claro, no siempre es posible hacer esto de manera literal, y, además, tanto descanso o interrupción mermaría la concentración. Entonces, ¿cómo podemos usar esta información?
Veamos 4 ideas que podemos aplicar:
4 ideas para captar y retener la atención de los demás
1. Cuidar la introducción es fundamental
Si una clase debe durar menos de 5 minutos, la introducción, todavía menos. Pero el hecho de que sea muy corta no quiere decir que no esté preparada. La introducción y la conclusión deben ser las secciones que más nos deben preocupar.
Ya lo dijo Platón hace algunos siglos:
El comienzo es la parte más importante del trabajo
Algunos cálculos dicen que tenemos solamente unos cuantos segundos para enganchar a nuestro auditorio. El objetivo que hay que cumplir es conseguir un terreno común entre lo que nos interesa a nosotros con lo que le interesa a quien nos escucha (común-icar).
Por cierto, aunque hablamos de un auditorio, todo lo que trata este artículo puede servir para cualquier tipo de comunicación -desde grabar un video hasta una conversación entre amigos-.
Si quieres ver algunos trucos para captar la atención en una introducción, aquí te dejo un enlace sobre el tema:
2. Usar técnicas de oratoria
Durante el discurso, clase, charla o conversación, debemos modular, esto es, cambiar de tono, velocidad y volumen. En una conversación entre amigos, esto nos sale de forma natural, y así debería ser cuando hablamos en público.
Hablar de manera plana, o con una modulación repetitiva, son enemigos de la concentración.
También hay que hacer pausas, repeticiones, resúmenes progresivos, ademanes descriptivos (aquí tenemos mucho que aprender de los traductores en lengua de signos). No plano, no modulacion repetitiva.
En fin, hay mil métodos de oratoria para evitar que la gente que nos escucha se vaya de viaje mental a algún lugar paradisíaco. Incluso, si no cuidamos nuestra forma de hablar, se puede producir un efecto curioso.
¿Alguna vez te ha pasado escuchar a alguien y entrar en una especie de sueño REM automático? ¿Cuánto pagarías por poder dormir con tranquilidad sin que nadie te juzgara? Lo irónico es que después, por la noche, te vas a dormir, y no hay manera…

La idea es que no debemos ser predecibles. Todo lo que digamos debe ser una sorpresa.
3. Añadir giros en el contenido
Hay mil formas de presentar un contenido. Se puede comunicar la misma idea de maneras distintas. Por poner algunos ejemplos:
- Videos
- Fotos
- Objetos
- Ilustraciones
- Citas famosas
- Citar por nombre a alguno de los asistentes
- Ejemplos
- Historias reales
- Chistes
- Anécdotas
- Cuentos
- Poemas
- Preguntas (importantísimas)
- Pedir que se lea algo o que se anote algo
- Pedir que hagan un ejercicio
- Dar tiempo para preguntar dudas
- etc!!!
Por supuesto, cada uno de estos giros debe durar menos de 5 minutos (si son 3, mejor). En otras palabras, cada 3 minutos aproximadamente, debemos cambiar el tipo de comunicación.
4. Controlar el tiempo y evitar distracciones
Ya hemos visto que la capacidad de concentración máxima es de unos 30 minutos, así que si podemos organizar el curso, la charla o lo que sea, para que dure como máximo ese tiempo, mejor.
Un ejemplo de eso son las charlas TED. Duran aproximadamente 18 minutos. Y se puede decir mucho y muy bien en ese tiempo.
Si por la razón que sea, la duración es mayor, podemos usar la técnica Pomodoro y hacer alguna pausa breve a los 25 minutos, por ejemplo.
Te dejo también un enlace que explica más en detalle cuánto debería durar una presentación:
Otra idea importante es evitar distracciones. Por ejemplo: A la hora acordada no entra nadie más.
Hay que evitar también que los dispositivos electrónicos distraigan. Incluso, si fuera posible, mejor que ni estén presentes.
También se puede facilitar la concentración por el modo de colocar las sillas o mesas, aumentando la iluminación, o pidiendo o permitiendo de vez en cuando cambios en la posición (pedir que se levanten, caminen…)
Conecta los puntos y deja una idea clara
Las anteriores son tan solo algunas ideas para mejorar la atención de los que nos escuchan. Pero no olvidemos algo importante. Comunicar no es entretener.
No es cuestión de provocar unas cuantas risas y que al día siguiente, nadie se acuerde de lo que hemos tratado.
Hay que conectar los puntos, hacerlos sencillos y fáciles de recordar. Debemos dejar los puntos clave marcados. Con una o dos ideas que se lleven por vez, ya habremos conseguido el objetivo.
Por ejemplo, la idea de esta sección del artículo se podría resumir en dar giros en el contenido a los 3 MINUTOS
¿Sabes si es de Congo? Que tu obra se entienda

En relación a la manera de impactar en los demás, hay un ejemplo muy interesante que nos ayuda a ver algunos problemas comunes en la comunicación, que impiden captar y retener la atención de los demás.
Se trata de Congo, no el país, sino un artista, un pintor llamado Congo. Los críticos hablaban de su estilo al pintar como “lírico abstracto impresionista”.
No fue un pintor al uso. Pablo Picasso tenía un cuadro suyo en una pared de su casa en París. Joan Miró cambió dos de sus bocetos por uno de Congo. En Junio de 2005, tres de sus obras se vendieron en una subasta por 22.000 dólares.
Sin embargo, Congo no era un pintor corriente. No sabía firmar sus obras. Y es que Congo era un chimpancé.
Me gustaría que participaras en un pequeño reto. Justo después de este párrafo tienes el enlace para participar. Consiste en ver unas imágenes de pinturas y elegir una opción: ¿Es el cuadro de Congo o de un artista humano famoso?
Juego “Averigua si es de Congo o de un artista famoso”
Yo hice la prueba, y fallé totalmente. Y eso que sabía de qué iba el tema. A ver qué tal se te da a ti.
Lo curioso de todo esto es que el arte abstracto es difícil de interpretar para la mayoría de nosotros. A mí personalmente, me gusta mucho ver pinturas que reflejen un tema. Es cierto que, a veces, cuando un experto te lo explica, o bien con la ayuda de una audio-guía, puedes apreciar mejor un cuadro abstracto. En otros casos, ni con explicación consigo encontrarle el sentido al cuadro. Lo cierto es que a muchos nos cuesta diferenciar si un cuadro es de un artista de renombre, o de un chimpancé.
Así que una pregunta que surge es si este tipo de arte tiene realmente mérito. Parece que sí, aunque yo no sea capaz de vérselo. Si no, no me explico cómo se pueden pagar «millonadas» por ciertos cuadros.
Ahora bien, ¿qué utilidad tiene una obra de arte de este tipo para la mayoría de personas «comunes», como tú o como yo? La respuesta es: poca o ninguna. Este tipo de obras de arte tiene muy poco impacto en la vida de la gente, y dudo mucho que alguien sea más feliz después de haber contemplado unos minutos un cuadro que ni siquiera sabe si es de un mono o de un hombre.
Este tipo de obras son como los graznidos de los patos, que supuestamente no tienen eco; no van a parar a ningún sitio.
Por supuesto, hay que reconocer que no todo el mundo sabría pintar un cuadro de este tipo. Muchos ni siquiera sabemos pintar. Además, es evidente que detrás de una obra de arte, hay un montón de trabajo implicado. La cuestión es que, por mucho que se haya esforzado el artista, ni lo entendemos, ni nos afecta en nada.
¿Y qué podemos sacar de aquí relacionado con la forma de comunicar? ¿Cómo podemos captar y mantener la atención de los demás? Hay, al menos, 3 cosas que podemos aplicar.
1. No compliques demasiado las cosas
Uno de los problemas que impiden que seamos efectivos, y que podamos, por lo tanto, captar la atención de otros, y ayudar, es la tendencia a complicar las cosas. A veces, algo que ya está funcionando, y lo está haciendo bien, parece demasiado simple. Y siempre está el que dice, «¿Y por qué no le añadimos esto y esto otro?».
Al final, el proceso se hace demasiado engorroso, o difícil de llevar a la práctica, y se termina por abandonar.
Un acrónimo que nos recuerda la necesidad de mantener la sencillez es KISS, que, en sus siglas en inglés, significa «Keep it simple, stupid» (Mantenlo simple, estúpido).
Una forma de mantener los procesos simples, pero eficaces, consiste en hacer una «poda» de vez en cuando. O dicho de otro modo, un «Pareto» (el 80% de los resultados vienen del 20% de las acciones). Miramos la parte del proceso que no nos está dando resultados, y la eliminamos, delegamos, o transformamos.
Recuerda que se trata de comunicar, de lograr ese poquito de atención del otro. No se trata de que mire un cuadro, y pase al siguiente, sino de que se quede con un mensaje. Y para eso, no hace falta demasiada parafernalia. Lo simple suele ser lo más eficaz.
2. Procura que se entienda
Otra tendencia que va en contra de la efectividad, es creer que, como nosotros lo entendemos, los demás lo entenderán también. Es como el artista que maneja una serie de conceptos y los traslada con maestría a su obra. Pero claro, si los demás no tenemos nociones sobre esas técnicas, no podremos entender el mensaje que el artista quería transmitir.
Esto les suele suceder a los especialistas en una materia. A veces te hablan con términos específicos, con una jerga que los demás no manejamos.
Por eso, en relación a todo lo que hagas, pregúntate: ¿Se entiende lo que quiero transmitir? ¿Podría entenderlo mi abuelita o mi hijo pequeño? Si no es así, probablemente haya que simplificar.
Esto se puede aplicar, sobre todo, a la enseñanza de todo tipo. Desde docencia a lo que los padres transmitimos a nuestros hijos.
La idea es explicar cosas complicadas de forma sencilla. Usa palabras sencillas, comparaciones, ilustraciones. Redacta y repasa lo que escribes. Lee tus propios mensajes, y pregúntate si lo entenderían otras personas, y sobre todo, el destinatario del mensaje.
Piensa que si algo no se entiende, no se recuerda; si no se recuerda, no se aprende, y si no se aprende, no se aplica.
Si no consigues hacerte entender, al final, dará igual que lo hayas hecho tú, que lo haya hecho un mono.
3. El que algo cueste mucho trabajo no implica que sea efectivo
La tercera tendencia es pensar que, como nos hemos esforzado mucho y le hemos puesto todo nuestro cariño, eso que hemos hecho, tiene que ser bueno para otros.
A veces, ciertas frases famosas e inspiradoras hacen creer a muchos algo parecido. Frases tipo «Tú te lo mereces», «El universo te lo debe», o «Porque tú lo vales».
La realidad es que esto no funciona así. Las cosas no caen del cielo. Y no solo eso. Por mucho que nos guste, por muchas horas que le hayamos echado, y por más que nos enamore nuestra obra, la gente opinará según los beneficios que extraigan. Así de simple.
Además, es el trabajo inteligente, y no solo el trabajo duro, lo que nos dará resultados óptimos.
En definitiva, piensa si los demás sabrán detectar que detrás de tus acciones hay un artista de verdad, con una intención y un mensaje claro, y no un mono, aunque sea Congo.
El arcoiris y el tiempo de atención
Como siempre, en EfectiVida intentamos dar un punto de equilibro. En relación con esto, me gustó una frase que da que pensar:
La novedad atrae la atención y aún el respeto, pero la costumbre lo hace desaparecer pronto; apenas nos dignaríamos a mirar el arcoíris si éste permaneciese por mucho tiempo en el horizonte. ~ Berthold Auerbach Clic para tuitear
Es triste, pero al mismo tiempo, alentador. No sería lógico prestar atención algo eternamente, por muy bonito que fuera. Así que para terminar, una recomendación:
Disfruta del arcoíris, pero no pierdas demasiado el tiempo.
Procura que se entienda tu mensaje. Busca captar y retener la atención de otros; impactar en los demás. Pero no rebases el tiempo necesario, ni acapares toda su atención. Como el arco-iris, que se disfrute el tiempo justo.
La capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación ~ Albert Camus Clic para tuitear