¿Sabrías decirme cuántas fotos tienes? Ten en cuenta las fotos en papel y en formato digital. También suma las que tienes en la nube, en algún cd, tarjeta o pendrive. Quizá tengas también fotos en algún otro dispositivo, como una cámara digital de hace unos años.
La cuestión es: ¿Qué hacemos con todos estos datos? ¿Cómo puedes guardarlos de forma segura? Y sobre todo, ¿cómo puedes gestionar tus fotos con efectividad? Hoy hablaremos de los problemas derivados de las fotos digitales, de la regla 3-2-1, y del turista inteligente.
Algunos inconvenientes de la fotografía digital
Aunque se supone que la fotografía digital ha supuesto un gran avance, a nivel usuario, no es tan sencillo tratar este tipo de datos con efectividad. Por ejemplo, piensa en los siguientes inconvenientes:
Los meta-datos
Uno de los problemas es el correcto etiquetado de las fotos. Entre otros muchos meta-datos, puedes geolocalizar la foto añadiendo dónde se hizo, añadir la fecha y la hora, reconocer rostros y crear una biblioteca de personas que aparecen en tus fotos, etiquetas, títulos, tipo de dispositivo o ajustes del disparo, formato (png, jpg, tiff), tamaño, proporción, compresión y calidad de imagen…
Añadido a todo esto, van surgiendo formatos nuevos gracias a modos de disparo que dependen de cada dispositivo. Por ejemplo, tienes fotos panorámicas (que son la unión de varias fotografías), fotos superpuestas, lives, ráfagas… y mucho más.
Evidentemente, por mucho que algunos de estos datos vayan incrustados en las imágenes sin que si quiera nos demos cuenta, requiere cierto esfuerzo por nuestra parte mantener nuestra fototeca organizada y ordenada.
Los soportes
Piensa también en el tipo de soporte donde se guardan las fotos. Como decíamos al principio, si guardas fotos desde hace mucho tiempo, seguramente conservarás álbumes de fotografías. En el fondo, era un sistema muy sencillo. Hacías una foto, la revelabas, la organizabas, y listo.
Sí, es cierto que ahora las fotos no ocupan espacio físico. Pero fíjate en la cantidad de soportes que tenemos. Ya no solo los álbumes que seguimos almacenando (son pocos los que han digitalizado todo esto y se han desecho de las fotos en papel). Ahora tenemos CD’s, tarjetas SD, micro-SD, Pendrives, discos duros, almacenamiento interno de tablets, ordenadores, smartphones y demás dispositivos, fotos en la nube (en las muchas «nubes» que hay)…
Dicho en otras palabras: la cantidad de soportes y formatos es enorme, y a menos que seas un experto en la materia, será difícil controlarlos.
La forma de compartir tus fotos
Otro de los cambios que han generado las fotos en formato digital es la forma de compartirlas. Antes teníamos sencillamente una pieza de papel que normalmente, solo enseñábamos, o como mucho, prestábamos o regalábamos.
Ahora puedes compartir las fotos de mil maneras distintas. Puedes pasarla por WhatsApp, por SMS, por Wifi, por Bluetooth, o subirla a la nube y hacerla pública. Hay muchos servicios especializados, aunque la mayoría de la gente prefiere publicar sus fotos en redes sociales como Instagram o similares.
Claro, hay que tener en cuenta que, dependiendo del formato de la foto, el soporte donde esté, y el medio por el que deseamos compartirla, habrá que hacer ciertos ajustes. En ocasiones, es un verdadero lío convertir una o varias fotos al tamaño o peso adecuados para poder usarlas.
El tiempo para revisar las fotos
Nuevamente, y no me quiero poner nostálgico, antes revisábamos las fotos sentados, con un álbum abierto sobre las rodillas, o con un montón de fotos salidas de alguna caja, y desperdigadas por encima de la mesa.
Ahora tenemos tal acumulación de fotos que, solo para encontrar una en particular, es un verdadero engorro. Evidentemente, ya nadie revisa toda su colección de fotos. De hecho, para aliviar este problema, muchos dispositivos inteligentes te muestran mini-colecciones automáticas de fotos, como «las fotos que hiciste el año pasado», o «las fotos de tu último viaje a no sé dónde».
Entre tanta cantidad de fotos, no es raro ir encontrando fotos que, ni sabemos lo que son, ni sabemos por qué están ahí. Así que, a poco que seas alguien ordenado, cada vez que revises, te pondrás también a hacer limpieza.
La cantidad de datos
Antes decíamos que las fotos no ocupan espacio físico. Esto no es cierto, ya que, aunque sea pequeño, sí que ocupan hueco. Además, si las conservamos en la nube, eso quiere decir que, en algún sitio del mundo, habrá servidores con discos duros almacenando nuestras fotos.
Es difícil calcularlo, pero la gran cantidad de fotos que tiene cualquiera de nosotros, como promedio, provocan que el espacio que necesitamos para guardarlas sea bastante más amplio de lo que creemos.
La pérdida de datos
Otro problema derivado del tipo de formato es la pérdida de datos. Es cierto que la fotografía en papel se deterioraba. Sin embargo, es mucho más fácil perder datos. ¿A quién no le ha pasado que cierta foto le ha desaparecido?
A veces, perdemos un dispositivo, como un móvil, y con él todas las fotos que estaban dentro. En soportes como tarjetas de memoria, discos duros y pendrives, es bastante frecuente el deterioro de datos, y con él, la pérdida de fotos. ¡¡Y no hablemos de los cd’s!!
Los expertos recomiendan sincronizar tus fotos con alguna de las «nubes» disponibles. A fecha de hoy, la sincronización ha mejorado mucho, y es bastante fácil programarla de forma automática.
Aún así, para evitar la pérdida de datos, lo ideal sería tener las fotos originales (en los dispositivos que sean), una copia automática en la nube, y al menos una copia extra en algún soporte físico (quizá en algún disco duro) que no tengamos cerca de los dispositivos. Esta copia extra podría estar en el coche, en un domicilio distinto o en la oficina del trabajo. La idea es que, si ocurre una desgracia en donde tenemos nuestro dispositivo (como por ejemplo un incendio), y la sincronización con la nube ha fallado, tengamos una copia a salvo en un sitio diferente.
Un método interesante para conservar los datos es la conocida como «regla 3-2-1». Consiste en 3 copias de tus datos, en 2 soportes diferentes, y 1 copia en un lugar distinto.
El coste de mantener tantas fotos
Hoy en día, y dando por sentado que nuestras fotos no son «secretos de estado», lo ideal es guardar nuestras fotos en algún servicio de almacenamiento online. Pero esto tiene algunos problemas.
Si nos lo hacen gratis, es porque hay truco. El truco es que te cobran quedándose con tus datos. En este caso, con tus fotos. Y si no es gratis, pues obviamente, tiene un costo directo.
Además, aunque cierto servicio pueda ser gratis ahora, eso no quiere decir que en un futuro no puedan subir precios por sus servicios, o limitaciones en cuanto a cantidad de almacenamiento disponible, o calidad de fotografías.
¿Y qué hacemos entonces? ¿Perdemos nuestras fotos? ¿Las traspasamos a otro servicio que quizá mañana también nos pida dinero? ¿Perdemos todo eso que hemos acumulado con los años?
A todo este coste, hay que añadir los costes indirectos, como lo que pagamos por usar datos en nuestros dispositivos, o el de adquisición de soportes como discos duros, tarjetas o pendrives.
Según los cálculos que he hecho para mí, pagar unos 10€ al mes por tener datos en la nube, sigue siendo más rentable que acumular soportes físicos. Pero claro, como decimos, está el riesgo de lo que sucederá en un futuro.
¿Dejamos de hacer fotos?
¿Qué hacemos entonces? ¿Dejamos de hacer tantas fotos?
Son muchos los que piensan que hacemos demasiadas fotografías. Hay varias corrientes de pensamiento que van en esa línea. Por ejemplo, algunas argumentaciones tienen que ver con el exceso de selfies, el falseamiento de la realidad, o el olvido de lo original.
La selfie-adicción
Los últimos smartphones incorporan lentes ópticas, zoom real, flashes super-potentes y múltiples objetivos; consiguiendo una calidad que nadie imaginaría hace tan solo unos años atrás.
Eso sí, aunque terminaremos acostumbrándonos, de momento, las traseras de los móviles actuales no son muy bonitas que digamos. Algunos modelos recuerdan mucho a los peces radiactivos de Los Simpsons.
Lo cierto es que el uso fotográfico más habitual no parece justificar tanta tecnología. Hablamos de los famosos selfies. Casi todo el mundo se ha subido al carro de esta moda no tan pasajera, pues al fin y al cabo, esto ya lo hacían los grandes pintores. Antes se le llamaba autoretrato, pero ahora nos gusta más decirlo en inglés.
Ahora bien, ¿es necesario tener una cámara tan potente para dedicarse a hacerse selfies? ¿Qué se esconde detrás de la necesidad constante de hacerse fotos a uno mismo, a veces simplemente cambiando de postura o de gesto facial?
El falseo de la realidad
No contentos con la calidad extraordinaria de nuestros dispositivos, contamos con un ejército de programitas capaces de lograr cualquier efecto. Puedes ponerte orejas de cerdito, cara de gato, incrustar tu voz en una escena de película, o cambiar el fondo de un día gris, para que parezca un día soleado.
Francamente, he visto fotos (y seguro que tú también), donde es evidente que esa persona que aparece ahí, no es así. Es ella… pero… casi te cuesta reconocerla.
Personalmente, no estoy en contra de la tecnología, bien usada, claro está. La inteligencia artificial puede ser útil como apoyo, siempre que no sustituya a la inteligencia natural.
Además, desde el punto de vista de la efectividad, tener una cámara de calidad incorporada en un aparato que hace mil cosas, y que también sirve para llamar por teléfono, parece bastante lógico.
El problema está cuando la estética de ensueño oculta la triste realidad.
Por eso, muchas personas se enfocan en otra idea: No busques una mejor cámara. Mejor preocúpate por tener una buena realidad.
El turista y las fotos
Hay una anécdota que explica muy bien la forma de pensar minimalista que tienen muchos sobre las fotos.
Se trataba de un viaje de turistas a un sitio famoso. Disponían de un guía. El típico guía local que habla tu idioma con ese acento cómico; esa persona agradable y simpático, pero al mismo tiempo conocedor de la sabiduría ancestral que puedes percibir, pero no entender.
Pues bien, mientras el guía dejaba tiempo y espacio para que los turistas se dedicaran a hacer fotos del monumento, uno de ellos, separado del grupo, simplemente se dedicaba a contemplar con la vista.
El guía se le acercó y le preguntó: «¿Y usted no hace fotos?». El turista respondió que prefería disfrutar del momento. A esto, el guía, después de una larga pausa, le sonrió, y extendiendo su mano, le dijo: «Muy bien. Ellos se llevan sus recuerdos ahí (señalando a las cámaras), pero usted se los lleva aquí y aquí (señalando su mente y su corazón)«.
La relación entre la fotografía y el disfrute de actividades
Por otro lado, y para no ser injustos, hay que reconocer que muchas personas disfrutan de hacer fotos. Investigando sobre este tema, y buscando el porqué, encontré un estudio sobre relación entre fotografía y disfrute de actividades en el que se demostraba que las personas que realizan una actividad, como visitar un museo, disfrutan mucho más de la misma si hacen fotos que si simplemente se dedican a mirar.
Esto parece contradictorio con la idea de la multitarea. Se supone que deberíamos ser más efectivos, y por lo tanto, gozar más de una actividad si nos enfocamos en ella, en vez de estar haciendo varias cosas a la vez. Sin embargo, el estudio citado antes parece indicar que no es así.
Los responsables del estudio explican que hacer fotos mientras se realiza una actividad centra la atención sobre ese momento, sobre todo en los aspectos de la actividad que merecen la pena ser captados.
Así que la próxima vez que veas a alguien haciendo fotos de un cuadro famoso, y a continuación subiéndola a su red social favorita, no lo desprecies por insensato, jejeje.
Algunas ideas para organizar tus fotos
En vista de la necesidad de la mayoría de los mortales de hacer y conservar momentos en fotografías, ¿cómo podemos organizar y ordenar nuestras fotos de forma efectiva? Aquí van algunas ideas:
- No hagas fotos simplemente por hacer. Recuerda que una foto también ocupa espacio, aunque sea digital y aunque sea muy pequeño.
- Si te es posible, usa un solo dispositivo para todas tus fotografías. A fecha de hoy, un buen smartphone cuenta con una calidad de imagen más que suficiente.
- Usa programas y aplicaciones especializados para organizar tu fototeca. Aquí tienes una lista de 5 programas que te pueden ayudar.
- En la medida de lo posible, decídete por una sola ubicación para todas tus fotos, en vez de tener tus fotos esparcidas por muchos sitios.
- Recuerda hacer copias de seguridad y mantenlas a salvo. (Ten, como mínimo, una copia automática en la nube y una copia en un disco duro externo)
- Comprueba de vez en cuando que las copias automáticas se están realizando correctamente.
- Si usas un método de organización personal como C.A.R., añade un bloque de tiempo periódico para revisar y organizar tus fotos. Haz una lista de todas las ubicaciones donde tienes fotos para poder revisar en todas ellas. (En mi caso, dedico una media hora cada mes)
- Si eres de los que quieres tener todo bajo control, elabora un mini-plan para añadir a tus fotos meta-datos, etiquetas, calificaciones, fotos favoritas, etc.
- No te olvides de eliminar lo que no sirva. Hay aplicaciones que buscan fotos duplicadas, por ejemplo.
- En el caso de fotografías con datos «extra», como las que llevan formato RAW, decide con qué versión de la foto te quedarás. Hoy en día, para la mayoría de usos no es necesaria una gran calidad de imagen.
Para mí, el método más efectivo es sincronizar todos tus dispositivos con Google fotos, o con Fotos de iCloud (una de las dos opciones). Y periódicamente, revisar y organizar todas las fotos desde un ordenador de sobremesa o un portátil, aprovechando para hacer una copia física en un disco duro. De esta forma, tendríamos las fotos organizadas, y duplicadas con 3 copias: en el dispositivo que hizo la foto, en la nube, y en una copia de seguridad externa.
En el caso de que no tengas ordenador personal, con asegurarse de tener activadas las copias automáticas en la nube de Google o de Apple, y hacer una revisión periódica, es suficiente.
En mi caso, desde hace muchos años me dediqué a la fotografía. La estudié más o menos a fondo, y hasta llegué a hacer algún reportaje fotográfico para bodas y algún otro evento. Además, aunque mi trabajo no consiste directamente en hacer fotos, desde hace muchos años, pertenezco a una empresa que se dedica a la fotografía.
Sin embargo, también desde hace años, he dejado de hacer tantas fotos. Es rara la vez que hago una foto de un paisaje. En ocasiones, en plan de broma, cuando veo a los demás amigos haciendo fotos, les digo que yo también las estoy haciendo. Entonces, guiño los dos ojos a la vez y con fuerza, y les digo: «¿Has visto? ¡Acabo de hacer una!».
Es una gracieta sin importancia, pero en el fondo pienso que es preferible acumular experiencias, más que fotografías. Quizá sea porque soy consciente de todo lo que implica apretar el botón de un móvil para hacer una foto. No lo sé… A lo mejor es que me estoy haciendo mayor, y un poco nostálgico tal vez…
Por cierto, ¿y qué hay de ti? ¿qué te parece este tema de las fotos?
“Fotografiar es colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje.” – Henri Cartier-Bresson Clic para tuitear