Una de las mayores fuentes de estrés son las preocupaciones. Como su propio nombre indica, son ocupaciones antes de tiempo (pre – ocupación). Es decir, te paras antes de que ocurra algo, y te ocupas de ello.
Lo cierto es que esta preparación es uno de los factores clave de la efectividad. Hay que planificar, organizar, prever los posibles inconvenientes, etc. Paradójicamente, preocuparnos en planificar, elimina la preocupación innecesaria.
Eso es lo que sucede, por ejemplo, cuando tienes un método establecido en el que confías.
No necesitas ver
Imagina que estás conduciendo por una carretera que conoces bien. Has transitado muchas veces por allí. La usas con frecuencia para ir a cierto sitio.
Pero hoy es de noche, y hay niebla. Mucha niebla. Prácticamente no ves lo que tienes delante. Hace frío, y los cristales se están empañando. Has encendido la calefacción para intentar aclarar el parabrisas, con poco éxito. También has puesto las luces largas y las anti-niebla.
Nada… sigues sin ver bien. Tan solo visualizas la línea blanca de la derecha y unos pocos metros adelante.
Es poco, casi nada. Pero es suficiente. Aunque vayas lento, sabes que, si sigues avanzando, llegarás a tu destino. Simplemente te tienes que fijar en esa línea blanca y pegarte a ella.
Lo mismo pasa, muchas veces, en la vida. Nos empeñamos en verlo todo, en conocer todos los detalles, en prever las dificultades y anticiparnos. Y eso está bien. Pero, en ocasiones, hay niebla. Entonces, simplemente confía en el sistema, sobre todo cuando ya lo has hecho más veces. Da el siguiente paso. Enfócate, mira esa línea blanca, y continúa.
Tranquilo… tranquila… Llegarás a tu destino.
Guarda tus preocupaciones bajo llave
Sin embargo, como en muchas otras situaciones en la vida, es necesario tener equilibrio.
Por mucho que nos preocupemos, siempre será algo que no ha sucedido. Pero no solo eso. Es muy posible que nunca suceda. ¿Quieres pruebas?
Intenta lo siguiente. Anota las cosas que te preocupan. Para este caso en particular, lo ideal sería hacerlo en una hoja de papel. Piensa bien, tómate tu tiempo. Escribe todo aquello que te inquieta. Cuando lo tengas todo, guarda esta hoja en un sitio seguro (bajo llave). Un sitio que no esté a mano. Esconde la nota.
Ahora ponte un recordatorio para dentro de una semana. Y cuando llegue ese día, recupera la nota, y mira lo que has escrito.
¿Cuántas de esas cosas no han sucedido como esperabas? ¿Cuántas ni siquiera han sucedido?
Quizá, este ejercicio, te ayude a controlar tus miedos, y a poner tus preocupaciones… bajo llave.