El capítulo de hoy está basado en una frase de Les Brown:
"Apunta a la luna. Incluso si fallas, aterrizarás en las estrellas" – Les Brown Clic para tuitearEsta es una de muchas frases famosas, que cuando uno la examina a fondo, o intenta aplicarla de forma literal, se da cuenta de que no es del todo cierta.
Por ejemplo, la frase dice “apunta a la luna”. Pero… ¿apuntar qué? ¿Te apuntas a ti mismo y te lanzas en una nave o en un tira-chinas o algo así? ¿Se está hablando de un cohete, o un arma?
Ok. Probablemente estemos hablando metafóricamente de apuntar, o de señalar un objetivo. Y seguramente la frase viene a decir que te pongas metas elevadas.
Pero fíjate ahora. Dice que si fallas, aterrizarás en las estrellas. Imaginemos la situación. Te lanzas (aunque sea hablando figurativamente), fallas, y encima, aterrizas.
Me da que no… que si intentamos imaginar la comparación, acabamos más bien que aterrizando, estrellados.
Y piensa otra cosa más. Si apuntas a la luna, y fallas, no vas a llegar a una estrella. La luna está aquí al lado, y las estrellas están muy lejos. En todo caso sería al revés. Apunta a las estrellas, y si fallas, o te quedas corto, igual te quedas cerca de la luna.
Frases bonitas
Claro, la frase suena muy bonita porque recurre a palabras inspiradoras y muy potentes: luna, estrellas, apuntar, fallar… Es una combinación que hace que la expresión sea muy armónica. Como la mayoría de las frases famosas, tiene dos partes, una en contraposición con la otra, y siempre dando esperanzas a quien escucha.
¡No te preocupes! Tú apunta a donde te de la gana, que ya, de alguna manera, el universo, sin que hagas ningún esfuerzo, te llevará entre algodones y aterrizarás en una estrella.
Este es el problema de muchas frases famosas. Suelen tener algo de razón, como es el caso, pero también suelen estar incompletas. Y, en bastantes ocasiones, y esto no me gusta nada, dan esperanzas infundadas.
Las cosas no son tan fáciles
No, las cosas no funcionan así. Nuestros objetivos no se cumplen porque los soñemos, ni porque los escribas en un papel.
Hemos hablado ya de la falacia del efecto Pigmalión, y también de cómo tomar buenas decisiones, y ponernos objetivos siguiendo los criterios S.M.A.R.T.
Sí es cierto que cuando uno se enfoca en algo, se produce un efecto inmersión. Uno imagina, planifica, aprende, y hasta se obsesiona, y, al final, casi a la fuerza, se consigue lo que se propone.
Y también es interesante ponerse objetivos elevados. De tal manera, que, aunque no los alcances, habrás hecho mucho igualmente.
Los golpes de karate
Esto me hizo recordar a los golpes de karate (digo karate por generalizar). Seguro que has visto alguna exhibición donde el karateka rompe unas tablas, o ladrillos, con un golpe, e incluso, sin hacerse daño. ¿Dónde está el truco?
Además del entrenamiento constante, lo que hacen es enfocarse en un punto posterior al objeto. Intentan golpear más allá de las tablas o del objeto que sea. ¿Por qué? Pues porque, de forma inconsciente, nuestro cerebro va a protegernos de hacernos daño, y, por eso, al golpear un objeto, lo más probable es que nos frene, restando potencia.
Seguro que has comprobado este efecto cuando te has dado un golpe con algo que no habías visto.
Tu mente sabe dónde están las tablas, y por lo tanto, los límites. Pero si consigues engañar al cerebro haciéndole creer que no hay tablas, o que la tabla está en otro sitio, entonces, de pronto, habrán desaparecido los límites. Y ahora el golpe, no solo será más potente, sino que incluso, es posible que no te hagas daño.
(Lo anterior es una explicación en plan “cuñado” de lo que ocurre en una exhibición karateka)
Cómo hackear el cerebro para conseguir objetivos
¿Cómo relacionamos todo esto con la efectividad?
La clave está en ponerse 2 objetivos. Uno, el deseado. Y otro, un poco más elevado.
Un ejemplo: pongamos que quieres correr 10 kilómetros en un día. Bien. Pues ponte como meta un poco más. 12 kms, o algo así.
No hablamos de imaginarlo o de soñarlo. Vamos a hacerlo bien. Un objetivo sin un plan, es solo un deseo. O como decía otra frase todavía más radical. Si no está en la agenda, no existe. Así que establece un plan de acción: alimentación, horario, equipamiento… lo que sea. Pero recuerda… el objetivo es 12 kms.
¿Qué ventaja tiene este truco? Pues que resulta que si no consigues 12kms, y te quedas en 10kms, ¡no pasa nada! En realidad, habrás conseguido lo que querías inicialmente.
¿Por qué funciona este sistema? Por los límites. Si tu le dices a tu cerebro que quieres llegar a 10kms, esa será la tabla, ese será el límite. Además, si falla algo en la planificación, no llegarás a 10. Pero si te pones como objetivo 12, y falla algo, probablemente sí llegues a 10kms.
Es una forma de hackear a tu cerebro para conseguir un objetivo concreto.
Sea como sea, ponte un objetivo
Podemos usar muchas técnicas para lograr lo que nos proponemos, pero lo que sí tengo claro es que los resultados no llegan de forma milagrosa. Es la mezcla entre inteligencia y esfuerzo lo único que puede llevarnos a buen puerto.
Así que, que no te engañe la frase. Apunta a la luna, fabrica un cohete, aprende todo lo que puedas, pide ayuda, etc, etc… y probablemente llegarás a tu destino.
Eso sí, recuerda que quien apunta a la nada, acierta siempre. Pero no queremos eso, ¿verdad? Así que, sobre todo… ¡apunta a algo!
Para aquel que no tiene destino, cualquier viento es favorable. – Séneca Clic para tuitear