7 razones por las que he dejado de usar redes sociales

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Siempre fui reacio a usar redes sociales. Me resistí mucho al principio, y después de un intento con Facebook, que duró tan solo unos días, pasé años sin tener ninguna red social.

Muy a mi pesar, a raíz de la publicación de esta web y del podcast, entendí que era «necesario» usar redes sociales para difundir los contenidos. El objetivo era noble, y además creía que era yo quien usaba a las redes y no al revés.

Abrí cuentas en Twitter, Facebook, LinkedIn, Pinterest, Tumblr, y hasta TikTok. Trabajé activamente y mediante automatismos para meter contenido en cada una de ellas.

Me concentré sobre todo en Twitter, donde alcancé resultados bastante positivos. La cuenta llegó a tener 34.400 seguidores, y muchísima interacción.

Pero… recientemente di de baja todas las cuentas, incluyendo Twitter. ¿Te gustaría saber por qué?

Las 7 razones para abandonar todas las redes sociales

Estos fueron los 7 motivos por los que decidí dejar de usar redes sociales para el proyecto.

1. Ética

Puede que las redes sociales tuvieran, al menos al principio, una buena intención: conectar gente y ayudar a difundir contenidos. Visto lo visto, lo dudo. Hablamos de un modelo de negocio que probablemente estaba diseñado y bien claro desde el principio. Pero da igual. El caso es que ahora mismo, las redes sociales se han convertido en carroñeros sedientos de datos, traficantes de tu privacidad, y manipuladores dispuestos a todo para vender tu opinión a los anunciantes.

No quiero participar en esto. Como bien decía un compañero, cabe la posibilidad de usar una red social de forma correcta, y con buenos objetivos. Hace falta contar con algunas capacidades y una buena dosis de auto-control. Pero es posible. La cuestión es que, si soy consecuente con lo que pienso, lo más lógico, al menos para mí, es no participar en sus plataformas. No quiero que se aprovechen de mí, ni de mis contenidos para usar sus estratagemas. El fin no justifica los medios.

2. Adicción

No me considero un adicto a las redes sociales. Aún así, si soy honrado, las consultaba demasiado. Es curioso, porque salvo momentos puntuales, nunca abría las redes sociales para ver qué pasaba por ahí.

Mi uso excesivo de las redes tenía otras motivaciones: las llamadas Vanity metrics. Quería ver cuántos likes, retweets o lo que sea que se llame en cada red había conseguido con mis contenidos. Necesitaba medir las acciones para tomar decisiones. O al menos eso creía.

Lo cierto es que la mayoría de las cifras indican pocas cosas, y con medir ciertos parámetros periódicamente, es más que suficiente. Aún así, diariamente volvía y volvía a mirar qué tal iban mis cuentas.

¿Y qué se debe hacer cuando eres un adicto o tienes el riesgo de llegar a serlo? Cortar por lo sano.

3. Falta de efectividad

El proyecto EfectiVida se basa en la efectividad. Es decir, conseguir resultados gastando los mínimos recursos.

Pues bien, tengo que decir que usar las redes sociales para conseguir difusión es poco efectivo. Al menos ahora.

Me explico. Quizá al principio fueron útiles para lograr alcance y que más gente supiese de EfectiVida. Sin embargo, la realidad actual es que hay que dedicar mucho tiempo, esfuerzo y/o dinero para conseguir resultados.

Te pongo un ejemplo. Cuando tenía más de 32.000 seguidores en Twitter, lancé una oferta del curso C.A.R. con un precio ridículo. ¿Sabes cuántas personas aprovecharon la oferta? 0. Cero patatero. Ni uno solo. Y mi caso no es el único.

Y esto que te cuento es una anécdota. Me sustento en cifras que he ido midiendo a lo largo de más de tres años. Créeme, no funciona. O al menos, no es eficiente.

Claro, un experto en marketing online dirá que la cuenta no estaba bien trabajada, que hay que buscar el público objetivo, bla bla bla. Es que precisamente ese es el problema. Conseguir resultados en redes sociales se ha vuelto muy complicado. E invertir una cantidad de dinero suficientemente potente como para lograr algo es inviable en proyectos como el mío, al menos en esta fase.

Y, ojo, si lo que quieres es anunciar tu proyecto o hacer una campaña, ten en cuenta que no necesitas tener cuenta en ninguna red social. Basta con contratar a un especialista (un trafikker digital o un closer de ventas como les llaman ahora) y dirigir a los interesados a tu página de ventas.

En resumen, efectividad, ahora mismo, poca.

4. Hay alternativas mejores

Más allá de la falta de efectividad, es que resulta que hay otras alternativas. Por ejemplo, existen muchos canales de Telegram sobre desarrollo personal que además tienen muy buena interacción. De hecho, yo mismo tengo un canal con más de 500 suscriptores.

También puedes usar publicidad off-line, el boca a boca, el SEO, o simplemente, esforzarte por dar algo de más calidad buscando diferenciarte de la competencia.

Por ejemplo, en lo que respecta a mi web, los datos de los que dispongo hasta el momento me llevan a la conclusión de que es mucho más efectivo publicar con más regularidad que el apoyo de las redes sociales.

Además, el objetivo no deberían ser números, sino personas. Lo que tienes que buscar no son seguidores, sino personas reales con las que conversar. Esa es la mejor alternativa. Mañana pueden cambiar el algoritmo de Facebook, o hasta cerrar TikTok. Pero si tienes una buena lista de contactos que te conocen y confían en ti, seguirás teniendo un negocio seguro.

Recuerda que, en la naturaleza, las cosas funcionan de forma orgánica, poco a poco. Plantas un árbol y tarda en crecer y dar fruto. Muchas veces queremos resultados rápidos, pero este tipo de estrategias suelen evaporarse a la misma velocidad con la que llegan.

Si no tienes prisa y haces las cosas bien, a largo plazo conseguirás resultados, incluso aunque no uses redes sociales.

5. Tiempo

24 horas. Eso es lo que tengo cada día. Qué casualidad, ¿verdad? Igual que tú, y que todos.

Y como muchos otros, tengo (quiero) dedicar tiempo a otras cosas. La salud, la familia, la espiritualidad, el ocio, el descanso, la formación, el trabajo… ¡Hay tanto que hacer!

Y esto obliga a tomar decisiones. No podemos hacerlo todo. En mi caso, las vacaciones me permitieron reflexionar y llegar a una conclusión evidente. Tenía que descartar bloques de tiempo en mi calendario. Y como podrás entender, las redes sociales tenían todas las de perder.

6. Enfoque

Muy relacionado con el punto anterior, está el tema del enfoque.

Es mucho mejor hacer una cosa bien que muchas mal. Si decides usar redes sociales, mi recomendación es que uses una o dos bien y te olvides del resto.

He probado a automatizar acciones para mantener abiertas cuentas en todas las redes sociales importantes, pero la efectividad es prácticamente nula.

En mi caso, el enfoque está en mi casa, en mi web. Ahí tengo el control, o al menos más control.

Creo que enfocarme en mejorar los artículos, la cantidad de los mismos, y la calidad del método, así como en tareas relacionadas directamente con la web me permitirá dar un salto cualitativo. Te iré contando…

7. Marca personal

Por último, pensando en el tema, y después de ver documentales como «El gran hackeo» o «El dilema de las redes sociales«, y al leer noticias que explican como algunos famosos y hasta empresas de cierto calado eliminan sus redes sociales, me di cuenta de algo.

No tener redes sociales vende, queda raro, pero bien. Y creo que la mala fama que se están ganando a pulso las redes hará, cada vez más, que la decisión de prescindir de ellas sea un punto a favor en tu marca personal.

En mi caso, es algo de lo que me siento orgulloso. La sensación de liberación es brutal. Y también tienes el plus de poder hablar de esto habiendo sido consecuente.


¿Qué te parecen estas razones? Claro está, son mis 7 razones para no usar redes sociales. Es mi experiencia, mi opinión. Puedes coincidir conmigo en alguna o en ninguna. Cada cual debe tomar sus propias decisiones sobre si usará o no redes sociales, y en su caso, cómo lo hará.

Y todas las decisiones son igual de respetables, sobre todo si se basan en decisiones conscientes.

¿Has tomado ya la tuya? Nos seguimos viendo (aquí, en mi casa).

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?