¿Te gusta que te escuchen? Muchas personas agradecen sentirse escuchadas. Sin embargo, hay pocas personas que escuchen bien. Sobre todo, el arte de escuchar es realmente importante cuando alguien necesita contarnos algún problema personal. En este artículo, me gustaría compartir contigo 6 niveles de escucha activa que te ayudarán a convertirte en un buen escuchante.
Como podrás observar, estos niveles van de más fácil a más difícil. Un nivel debería llevar al siguiente. Solo veo una excepción con el nivel 5, que me parece extraordinariamente complejo. ¡Vamos allá con esos 6 niveles de la escucha activa!
1. Crear un entorno seguro
Se crea un entorno seguro en el que problemas emocionales complejos pueden ser expresados. Entiendo que se refiere a buscar un lugar cómodo, con buena audición, con intimidad…
Pienso que apartar a la persona de forma tranquila a un lugar donde se sienta cómoda podría ser una buena idea. Obviamente, no queremos generar una situación indeseada, o provocar que la persona confunda nuestras intenciones. Así que, en algunos casos sería mejor no quedarnos a solas con la persona.
El objetivo es que la persona pueda expresarse con total libertad.
2. Deshacernos de las distracciones
Este no es un mero gesto simbólico. Se trata de deshacernos de distracciones, y concentrar la atencion en escuchar.
En la mayoría de los casos, tendremos que hacer algo con el tlf móvil. Si lo tenemos en la mano, podríamos apartarlo. Si no, quizá sería una mala indicación buscarlo para ponerlo en silencio. Así que simplemente, podríamos ignorarlo. Si entra una llamada, entonces lo agarramos rápidamente, cortamos la llamada, lo ponemos en silencio y, ahora sí, lo apartamos de nuestro lado.
Lo mismo si estamos con un portátil u ordenador o viendo la tv. Apagamos el televisor o cerramos el portátil. Movemos nuestro cuerpo de tal forma que dirijamos nuestra atención para escuchar.
Creo que estos movimientos indicarán de forma muy positiva, tanto a la persona que se dispone a hablar, como a nosotros mismos, que estamos dispuestos y listos para escuchar.
3. Entender lo que la otra persona dice
En este punto, ya concentrados en la conversación, lo que buscamos es entender. Para eso, prestamos atención en silencio. Vamos capturando la información, sin formar opiniones. Solo aprovechamos algún silencio para hacer afirmaciones o preguntas con sentido, tipo «he entendido que…» / «¿he entendido que…?».
El objetivo aquí es comprender lo que la persona quiere expresar. Leer entre líneas.
4. Observar las pistas no verbales
Gran parte de lo que comunicamos está en nuestra expresión corporal, gestos, tono de voz, silencios, etc.
El buen escuchador se tomará pequeños momentos para detectar estas señales. Lo hará de forma muy rápida, sin que la otra persona sea consciente. Se podría aprovechar cuando la mirada del que habla se dirige a otro sitio que no seamos nosotros.
5. Identificar y aceptar los sentimientos del hablante
En este nivel, contando con las señales no verbales, habiendo prestado atención a lo que se dice, estamos en disposición de identificar sentimientos. El objetivo no es juzgar, sino aceptar. Es lo que la persona siente, así que poco importa lo que a nosotros nos parezca.
Un ejemplo: hace poco, una persona me contaba lo mal que lo estaba pasando en su relación con otra. Para mí, resultaba evidente que se estaba exagerando y que la persona estaba haciendo un mundo de una tontería. Pero… ¿cambiaba mi percepción lo que la persona sentía? No. Ella estaba sufriendo, y eso era lo que importaba.
Creo sinceramente que este punto es el más difícil de todos, y es precisamente lo que permite que otros se acerquen con la confianza de que REALMENTE pueden confiar en nosotros.
Una frase clave, que debe ser totalmente sincera es: «Siento que lo estés pasando mal».
6. Ayudar a la persona a clarificarse
El punto final de la conversación, contrario a lo que muchos expertos expresan, es ofrecer soluciones. Evidentemente, no se trata de decir «Tú lo que tienes que hacer es esto o aquello». En realidad, es mucho más complejo.
Lo que queremos conseguir es que sea la misma persona la que se «clarifique». Con preguntas guiadoras, llevaremos a la persona de la mano hacia SU propio camino.
Algunas preguntas podrían ser:
- ¿Y cómo te sientes actualmente?
- ¿Qué has pensado hacer? (Es probable que no haya pensado nada; ahora tiene la oportunidad)
- ¿Cómo te puedo ayudar?
Recuerda para qué sirve un foco
Si te fijas, en ningún momento centramos la atención en nosotros. A la persona no le importa si tú también pasaste por eso. Quizá puedas darle alguna sugerencia práctica gracias a tu experiencia, pero poco más. Y si se puede evitar, mejor. El foco está puesto en la persona.
Por cierto, esto del «foco» me ha hecho recordar una comparación que puede ayudar. Imagina un museo con los típicos cuadros. Normalmente, arriba de cada cuadro hay un pequeño foco para que puedas ver bien el cuadro. Pero imagina que este museo es diferente. Los focos son enormes, preciosos, iluminan super bien. Tanto es así, que la gente que visita el museo sale diciendo: «¿Has visto los focos? ¡Ese electricista debe ser increíble!».
¿Te diste cuenta? Los focos robaron la atención de lo importante: ¡los cuadros! Un foco tiene un objetivo: iluminar. Ya está. Nadie necesita que el foco sea excepcional. Solo que permita ver bien el cuadro.
Pues eso… no te conviertas en el mejor foco del mundo. Lo importante es el cuadro. En este caso, lo importante es el cuadro de la persona, su situación. Tú solo estás ahí porque esa persona te eligió para que la escucharas. Usa el foco de forma discreta, pero efectiva. Mientras, conviértete en un buen observador, como el hombre de la imagen de cabecera.
Resumiendo
A todos nos gusta sentirnos escuchados. Por eso, merece la pena mejorar nuestra escucha activa. Si creas un entorno seguro, eliminas distracciones, entiendes lo que la otra persona dice, identificas y aceptas sentimientos, y ayudas a clarificar, disfrutarás de conversaciones verdaderamente edificantes, logrando al mismo tiempo ayudar a otros de verdad.