5 ideas para evitar la ley de las consecuencias imprevistas

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¿Te ha pasado alguna vez intentar solucionar un problema pero causar varios que no habías previsto? Seguramente. A este tipo de resultados no deseados se le llama «la ley de las consecuencias imprevistas«.

Se suele hacer referencia a este efecto con la frase «fue peor el remedio que la enfermedad». Y también tiene bastante parecido a una de las famosas leyes de Murphy: «Dado un sistema social de suficiente complejidad, toda acción que pueda tener consecuencias negativas las tendrá».

Lo cierto es que, siendo realistas, siempre que tomamos una decisión hay consecuencias imprevistas. A menos que trabajemos en un entorno cerrado, con pocas opciones, totalmente definidas, siempre ocurrirá algo que no habías calculado. Ya sabes, el aleteo de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del planeta.

Consecuencias positivas, negativas y… PERVERSAS

Estas consecuencias imprevistas pueden ser positivas, como lo que se suele llamar «serendipia», negativas, y… ¡ojo con la tercera posibilidad!: consecuencias PERVERSAS. Es decir, resultados totalmente contrarios a lo que se deseaba en un principio.

Un ejemplo clásico fue la introducción de la heroína como sustituto de la morfina. Originalmente, la empresa Bayer comercializó la heroína en 1898. Se presentó como un remedio para la tos. Por ejemplo, el Boston Medical and Surgical Journal dijo en 1900: «Posee muchas ventajas sobre la morfina. No es hipnótico y no hay peligro de adquirir un hábito». ¿Te acuerdas de lo de «peor el remedio que la enfermedad»? Obviamente, las consecuencias de este producto fueron muy diferentes a lo pretendido.

5 ideas para evitar la ley de consecuencias imprevistas

Ahora bien, ¿cómo nos libramos de este efecto? Vamos a ver 4 ideas sencillas que pueden ayudarnos a evitar las consecuencias imprevistas negativas, y sobre todo, las perversas.

  1. Piensa al largo plazo. Normalmente, las soluciones rápidas no son las mejores. Un truco interesante es la regla 10 10 10. Intenta imaginar cómo te afectará esa decisión dentro de 10 días, dentro de 10 meses, y dentro de 10 años. (Los plazos de tiempo se pueden variar para que sean lo más prácticos posible)
  2. Calcula las posibilidades, no lo escandaloso de la situación. Tendemos a tratar algunas cosas como muy impactantes, cuando en realidad, las cifras dicen otra cosa. Un atentado terrorista es algo muy sonado, y provoca muchas reacciones. Sin embargo, la triste realidad es que mueren muchas más personas por culpa de la contaminación, por citar tan solo una causa indirecta.
  3. Imagina lo que pasaría si no se hiciera nada. Efectivamente, las cosas no se arreglan solas. Pero hay ocasiones en las que lo mejor es esperar. Un ejemplo es cuando estamos en un atasco, y salimos de la autopista para usar una vía secundaria, nos perdemos varias veces, y al final, llegamos mucho más tarde que si nos hubiésemos mantenido en el atasco. En este caso, la paciencia es una virtud.
  4. Multiplica por 4 la peor opción. Al intentar imaginar las consecuencias de una decisión, solemos aumentar las posibilidades positivas, pero disminuir las negativas. Para compensar esto, un truco es imaginar lo peor, y multiplicarlo por 4. ¿Merece la pena seguir adelante con ese riesgo?
  5. Si se puede dar marcha atrás, adelante. Otro factor importantísimo es si, una vez tomada la decisión, podemos echarnos atrás sin demasiadas consecuencias. Si es así, podemos continuar. Pero si es una decisión irrevocable, mejor pensarlo dos veces.

Un truco adicional. En vez de ir reaccionando a todo lo que le ocurre, es mucho mejor capturar la información. Después, con más calma, y sin la presión del tiempo o de otros factores, como un amigo que nos mira esperando una respuesta ya, podemos tomar la mejor decisión. Este es precisamente, el ciclo de trabajo del método C.A.R.: primero se captura, después se analiza.

*Si quieres más información, puedes echar un ojo a un artículo más abarcador sobre cómo tomar decisiones:

No podemos prever con total exactitud lo que ocurrirá con una decisión que tomemos, pero si tenemos en cuenta estos factores, podremos librarnos de muchas de las consecuencias no deseadas.

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Sobre el autor

Jaír Amores
Mi nombre es Jaír y soy de la cosecha del 78. Estoy felizmente casado; tenemos dos preciosas hijas, y vivimos en Las Palmas de Gran Canaria, España. ¡Sí! ¡El paraíso! Desde muy chico, ya me atraía la efectividad. Disfrutaba haciéndome un horario, automatizando tareas. Y… no sé si a ti te ha ocurrido también: me daba cuenta de muchas cosas que podrían hacerse mejor. Me sigue pasando, por cierto. Estoy convencido de que la efectividad y la productividad personal son fundamentales, pero… sin olvidar las cosas importantes de la vida. Porque, ¿de qué serviría mejorar si no nos hace más felices?